Recordé...
El gran
hipermercado del libro estaba en Madrid cerca de la calle Gran Vía.
Y allí me dirigía ansioso cada vez que iba a Madrid. Un plan
fantástico en el que podía encontrar todo libro que hubiera sido
publicado a precios razonables.
Lo complicado era
la vuelta en metro hasta Manuel Becerra, casa de mis suegros, cargado
con seis o siete libros.
Además estaba
maravillosamente dividida en secciones desde Poesía Española
Contemporánea hasta Narrativa Clásica.
Uno iba apilando
libros en un cesto y al salir había unas cajas donde te cobraban.
Mecanismo
fantástico para tentarte a comprar sin freno.
Pero el plan se me
fastidió porque abrieron una FNAC en A Coruña, ciudad donde resido,
y por lo tanto carecía de excepcionalidad la compra de libros en la
capital
Visito de vez en
cuando la FNAC en mi ciudad, pero la verdad es que la mayoría de lo
que leo lo hago a través de la Biblioteca Municipal de Los Rosales.
Únicamente la
Poesía me gusta comprarla, pues la suelo releer con bastante
frecuencia.
Todo ello no quita
que siga siendo un apasionado comprador de las librerías de viejo,
donde se pueden encontrar verdaderas joyas literarias a precios
asumibles.
Algo que ya he
dejado de hacer pero a lo que estuve dedicado con asiduidad es a
localizar libros raros de autores amados en Internet. Y luego con la
referencia bibliográfica ir a comprarlo o a encargarlo a la FNAC.
Estas búsquedas y
localizaciones también las hacía en la Biblioteca Municipal de Los
Rosales, pero ante el trabajo que les daba a los trabajadores y el
tiempo que había que esperar prescindí del método. Y ahora me
atengo al criterio selectivo del encargado, que por cierto tiene un
gusto excepcional.
Otra dinámica que
desarrollé bastante en el pasado y de la que por fin me libre es la
de ir a leer partes de los libros que me interesa: primer capítulo,
el de en medio, y último en la FNAC, cuando mi presupuesto no me
permitía comprar.
Ahora que soy
lector asiduo de bibliotecas municipales esta dinámica carece de
sentido
Como sabéis yo
también escribo poesía y narrativa. Y siempre que saco un libro
envío a todas y cada una de las bibliotecas municipales de A Coruña
un ejemplar.
Esta iniciativa se
ve reforzada por el hecho de que al no ser escritor conocido y al no
publicitar mis obras no vendo prácticamente nada.
Aún así escribo
todos los días y cuelgo mis relatos en Internet.
Y llegará el día
en que mis libros sean vendidos en las FNAC y espero que este hecho
no me vuelva un engreído y un vanidoso.
Recordaré por
siempre a mis editoriales baratas.
Y los esfuerzos
por distribuir yo mismo mis libros.
Librería por
librería.
Kiko Cabanillas.
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