31 de marzo de 2016

PATERA A LA DERIVA.

Besos de la abuela antes de partir: Con sabores de “Cachupa caboverdiana”.
Mi mujer y mi niño de tres años viajan conmigo.
Pronto: Potentes coches y maravillosas mansiones, como en el bar de la aldea. Todos confían en mí.

Pero...Entra agua.
“Compañeros hay que achicar”. No se ve la tierra..
Mi vida y la de los míos no se va a acabar así. Soy un luchador.
Pronto estaré pescando con mi padre. Y recorriendo la sabana en jeep.

Palpo el dinero que me han dado familia y amigos para emprender el viaje.
“Venid todos junto a mí. No os caigais, por alá”.

Y entró más agua. Mucha más agua.

No hubo supervivientes. En el bar de la aldea todos parecían más tristes aunque no había seguridad de que hubiesen muerto. Pero de nuevo volvía a aparecer la sonrisa lasciva en el rostro de los más jóvenes ante las turgentes formas de la protagonista.

“Patera zozobra a dos millas de Ceuta. No hubo supervivientes. Doce hombres, dos mujeres embarazadas y dos niños”.
                                               Kiko Cabanillas.

30 de marzo de 2016

“toc,toc,retoc...”

 Ayer estuvo todo el día lloviendo en A Coruña. Y hoy, abro tímidamente los ojos a las siete de la mañana y “toc,toc,toc..”
Parece no tener fin. Voy a la terraza a ver si el agua se ha colado en el despacho y, efectivamente. Retiro el maldito liquido con una fregona.
Voy al despacho a leer la prensa por Internet. Y no hay descanso: Toc, toc, toc...
“¿Qué hago: voy a la biblioteca con este maldito tiempo?”.
“Claro no me voy a quedar en casa todo el día porque llueva”, razono.
“Te recuerdo que tienes una minusvalía y que tu marcha tórpida empeora mucho cuando el suelo está mojado”, me dice mi duende protector.
Así pues decidido armado con mi bastón salir a la calle.
Voy muy despacio por Manuel Azaña y en treinta minutos llego al parque.
Ya estoy en la biblioteca, donde tengo clases de Filosofía esta tarde.
Camino de regreso con mi bolsa de libros.
Y al cruzar un paso de peatones resbalón y mis ciento veinte kilos caen estrepitosamente al suelo.
Los libros toman vuelo autónomo y se dispersan.

Trato infructuosamente de levantarme.
Miro mi pierna: Un bulto a la altura de la rodilla evidencia que hay una fractura.
Espero que alguien me ayude. Pero con esta lluvia nadie permanece en la calle.
Me arrastro hasta salir de la carretera.

Desesperado tras diez minutos de espera decido arrastrarme calle abajo dirección a mi casa.
He recuperado los libros que no están en tan mal estado.

Y por fin llego a casa. Trepo por las escaleras y veo al portero José, quien me dice: “Vaya tempiño temos e Kiko”. “Pero José es que no ves que me voy arrastrando por el suelo. Ayúdame por favor”.

“Toc, toc, toc...”.

“Bueno dejaré de fantasear y pondré rumbo a la biblioteca de Los Rosales. Si voy despacio no pasará nada”. 
Kiko Cabanillas.

29 de marzo de 2016

Fantasma en “Princesita”.

Tenía que hacer una gestión en Madrid para la ONG Ecos do Sur, así que decidí pasar dos noches en “Princesita”, una pensión muy barata ubicada en la Gran Vía madrileña, ante la imposibilidad de dormir en casa de mi primo Enrique ya que estaba su hija Amaya pasando unos días y no había sitio.
Finalizada la gestión -conseguir una ayuda de la Comunidad Europea- tomé una caña bien tirada, como sólo la saben tirar en Madrid. Y me dirigí en metro a casa de mi primo Enrique.
Era ya tarde, así que tomamos una cerveza y aplazamos nuestro encuentro para el día siguiente. Pues mi trabajo exigía una permanencia de dos noches en Madrid
Cansado y aturdido por las cuatro cervezas que me había tomado, llegué a la “Princesita”, donde la descortesía y la suciedad estaban a la par.
Ya en mi cama, leía “La espada y la palabra”, sobre la vida de Valle Inclán, cuando de repente sentí una presencia en mi cuarto. Más concretamente a los pies de mi cama.
Y efectivamente allí estaba: Desnudo, largo, enjuto, con gesto hosco.
“Hola Kiko”, soy Alfredo, muerto hace ciento cincuenta años”, dijo con marcado acento gallego.

“Pero bueno déjese usted de tonterías y haga el favor de vestirse”, le dije según trataba de empujarle para que se levantase de la cama. Pero...
Mis manos no podían tocarle sino que le atravesaban.

“Mañana a la mañana te encontrarás un billete de cincuenta euros. Tu primo Enrique se emborrachará. Un inmigrante te reconocerá en la calle. Comerás una deliciosa paella de Kikón. Y a la noche tu prima Vicky te comunicará los resultados del análisis de la biopsia: No aparecerán células cancerígenas en su tumor”.

Y dicho lo cual el extraño fantasma desapareció de mi cuarto.

Ni que decir tiene que todo sucedió tal como había previsto el “espido” fantasma gallego.
Me quedaba una noche más en la “Princesita”, así es que bien cargado de wiskie llegué a dormir sobre las cinco de la madrugada.
Me quedé en cama con un libro de Gil de Biedma esperando...

Y por fín llegó: “Buenas noches Kiko”.
“¿Cómo te llamas?”, pregunté.
“Soy Evaristo de Cangas”, señaló.

“Dime...¿Existe el cielo?”, le pregunté.
“El cielo es una invención humana, pero lo que si existe es el más allá”, objetó.
“De todos modos sólo vengo a despedirme, pues no estoy autorizado a hablar contigo.

Y sin más desapareció.

Kiko Cabanillas.

26 de marzo de 2016

-Lucha ante la segunda muerte.

Como bien sabéis padezco una discapacidad absoluta y una minusvalía del 67 % desde que sufrí un accidente automovilístico hace veinte años aproximadamente.
Reconduje mi vida bastante bien: Trabajo en una ONG y escribo.
Pero...
Quién lo iba a decir...
Acostumbraba a andar descalzo por todo el duplex.
Así es que un buen día, cuando me disponía a bajar al piso inferior...Resbalón...Perdída de conocimiento...
“¿Dónde estoy?, le pregunto a mi compañero de habitación”.

“En Toledo, en el centro de parapléjicos”.
“Así es que estoy parapléjico”.

“Tienes visita Kiko”, me anunció una enfermera para dejar pasar a continuación a mis hermanos (Javier y Chemi) y a mi padre”.
“¿Por qué no me dijisteis que me había quedado parapléjico?”

“No te ayudaría en nada saberlo y aún estabas muy delicado”, observó mi padre.
“Yo siempre fui partidario de decírtelo”, destacó Javier.

“Tengo que pasar al baño”, dijo mi padre. “Yo también, voy contigo”, dijo Chemi.

“Mira Javier. Lo primero me cago en dios. Y van dos veces que casi me mata. Pero bueno...¿No es todo poderoso?. Pero bueno...
Acepto su reto. Mi alma se ocupará de mantenerme espiritualmente vivo.

Tengo muchas labores que racionalizar y abordar espiritualmente.
Un favor te voy a pedir: Búscame un profesor de Filosofía, de primaria. Y contratalo para que me venga a dar clases.
Y otra cosa: Habla con los médicos y pídeles que sean claros conmigo, que parecen gallegos.

Y por mí tranquilo: Soy un puto, luchador.

Regresaron mi padre y mi hermano menor, charlamos un rato, nos abrazamos. Bueno, me abrazaron. Y se marcharon.
Kiko Cabanillas

21 de marzo de 2016

"Outlet" social.

Ayer recibí una llamada de mi hermano Bruno, actual director del Centro Comercial Ronda Abierta, en Santiago de Compostela. Me ofrecía a llevar una tienda “Outlet Social” de Inditex, que ofrece este trabajo a discapacitados como yo.
Ante mi horror al tener que dejar a los inmigrantes, finalmente acordamos que yo llevaría la tienda pero que asimismo trabajarían en plantilla cuatro o cinco inmigrantes.
Mi ONG Ecos do sur, de la mano de su nueva directora Susana, señaló que estaría encantada de facilitar empleados.
Esta nueva actividad probablemente implique que tenga que dejar mis clases de español a inmigrantes de la referida ONG, así como la redacción de su web y blog.
Yo ya le insistí a Susana que uno de los trabajadores tiene que ser George, pues tengo una deuda pendiente con él, ya que le ofrecí un trabajo que finalmente no fructificó.
La pobre Susana me dijo que todo iba muy lento, que tuviese calma.
Aún así, a instancias mías, ya redactaron una carta de presentación de la ONG y de los trabajadores, que Bruno hará llegar Inditex, para ver si dan su aprobación.
De todos modos mi “feeling”, tras hablar con Bruno, es que se trata de un asunto bastante seguro.
Por ello me veo en un año conviviendo con George y otro o más trabajadores en Santiago de Compostela, ya que como bien sabéis llevo seis o siete meses separado. Y además me muero de ganas de convivir con el señalado colectivo.
En Ronda Abierta también trabaja mi padre, que es presidente. Y somos propietarios del local del Gadis. Y por lo tanto es un tema bastante seguro el de mi nueva actividad.
                                       Kiko Cabanillas.

17 de marzo de 2016

Morirse no es tan fácil.

Gracias a mi alumno Fernando había conseguido una pistola en el Portiño, por doscienteos cincuenta euros.
Mi alumno de español portugués se preocupó cuando se la pedí, con la completa seguridad de que me la conseguiría. Me dijo -¿A quién vas a matar?. Mira que te arruinas la vida. -No te preocupes Fernando es sólo para dar un susto.
Pero yo sabía que la primera bala de ese cargador estaba destinada a poner fin a mi vida.
Arrastraba una neurosis postraumática, mi mujer se acababa de separar de mi...
Me fuí a cenar a La Penela para despedirme de Kiko -yo- y bebí casi dos botellas de Ribera del Duero, además de dos copas de aguardiente blanca.
Sabía lo que me esperaba al llegar a casa, así que decidí ir al restaurante Tamarindo a tomarme un “pisco shower”, que fueron tres.
Cuando llegué a casa estaba claramente borracho.
Y encendí el ordenador y abrí el archivo que decía “Por qué”...
“Falta de amor de pareja”, “Neurosis postraumática”, “Sin trabajo”, “Minusvalía”...
Pues sí. Está claro.
Saqué la pistola del armario. Y sentado en el despacho coloqué un cojín sobre la mesa y sobre ella mi cabeza. Quité el seguro tal como me había dicho Fernando, apoyé el caño sobre mi sién y...

...“Kiko, ¿qué haces dormido en el despacho?, me dijo la doméstica María.
Pero...
“Te has vuelto a quedar frito escribiendo. Debes tener cuidado. Un día te caes y tendremos un problema”.
                                        
Encendí el ordenador y el titular del texto recién escrito decía: “Morirse no es tan fácil”.
                                 Kiko Cabanillas.

15 de marzo de 2016

La Poesía me atrapó. De nuevo.

El lunes 14 de marzo, a las 20.30 horas, tenía una cita en el Ágora con la Poesía. Recital de los creadores: Ricardo Domeneck y Rosalía Fernández Rial.
Le había mandado mensajes a varios amigos para ver si me acompañaban, pues me daba un irracional miedo ir sólo.
Rosalía nacida en Carballo en 1988, comenzó a recitar andando pausadamente por el escenario con un micro a través del cual nos hacía llegar con voz sugerente y cadenciosa sus bellísimas poesías.
Filóloga por la Universidad de Santiago, acordeonista, teatreira y escritora, Rosalía fué la culpable de que me desnudase, provocando el escádalo entre el público.
Entonces Ricardo Domeneck, que nació en Bebedouro (Sao Paulo) 1977, quien vive y trabaja en Berlín, presentó un recital con performance apoyándose en el vídeo.
Y yo en el momento de acabar Ricardo me dirigí -desnudo- al escenario. Fui recibido por los dos poetas con suma naturalidad. Y, ya con el micrófono cedido por Ricardo, recité versos propios, con los cuales logré desbloquear la situación. Y lo que habían sido protestas ante el escándalo de mi desnudo, se convirtieron en aplausos.

Ciertamente tenía que haber venido acompañado, porque así no habría fantaseado como lo hice. Obviamente no hubo desnudo ni recital propio. Lo que si hubo fué respeto y admiración por las composiciones poéticas de las dos “R”.
                                      Kiko Cabanillas.

El doctor Pernas.

Despistado, hiperactivo, desbordando humanidad.
Así es el doctor Pernas. El mismo que la semana pasada le abrió la puerta de su casa a la policía municipal que venía a informarle que había un mendigo durmiendo en su coche.
“No se preocupen es Manolo, está con mi permiso”.
Y es que a veces no le llegan a José Pernas la más de docena de pisos que tiene en A Coruña para los sin techo.
Desde su ONG Renacer les facilita a las clases más bajas comida y ropa.
Además su local de Renacer está siempre lleno de inmigrantes que asisten a las clases de español que ofrece la ONG Ecos do Sur.
El doctor Perrnas es un “outsider”, iconoclasta. La eficiencia con la que atiende a los socialmente desestructurados es digna de elogio.
Yo, que llevo ya más de veinte años trabajando con el colectivo inmigrante en A Coruña, tengo en él un modelo a seguir. Y un amigo.
Pero don José Pernas se lo ruego piense algo en sí mismo. Cuide el vestir. Coma bien todos los días. Atienda a su aspecto. Pero sobre todo continúe con su impresionante labor humanitaria.
Es usted mi padre. Yo soy el pastor de su rebaño.
Y a la Administración aviso: Facilitarle ayudas al doctor Pernas no es sólo una labor justa y necesaria, sino que sobre todo es facilitar un trabajo que deberían hacer ustedes desde Asuntos Sociales.
Pero José está siempre muy ocupado para demandar estas ayudas
¡Multiplíquese usted!. Y haga que sean varios los individuos que lo darán todo por el prójimo. Siempre que éste sea un marginal desatendido y necesitado.

Don José Pernas buen trabajo y un abrazo.
                                                                    Kiko Cabanillas.

14 de marzo de 2016

La invasión de la foto

Estaba sólo en casa el domingo pasado, así es que decidí invertir mi libre en aprender a descargar fotos desde mi máquina digital al ordenador.
Cogí la cámara del armario, la encendí y las conecté al disco duro. Le dí sal OK y todas las fotos que previamente había hecho pasaron al ordenador.
Entonces pulsé “Mozila Thunderbird” y cree un correo electrónico. Le di al “Adjunto”. Y busqué la foto. Operación que me llevo mucho tiempo hasta descubrir cómo se busca la foto. “Imagen” y doble click en la foto deseada. Y “Enviar” sin más.
Finalmente hice la prueba de imprimir la foto.
Le dí a “Imprimir” y...
Efectivamente comenzó a salir impresa la foto, pero..
¡No paraba de salir papel!.
Ya habían salido como dos folios seguidos.
Y tres y cuatro y cinco.
Entonces cogí un folio y leí: “No me toque los cojones”.
Parecía como si el ordenador estuviera enfadado conmigo.
Decidí abandonar el despacho un rato para ver si pasaba. Pero cuando volví todo era peor.
El suelo estaba cubierto de hojas impresas.
Ya sé: Desconecte la corriente. Y como por arte de magia la impresora la impresora siguió funcionando. Incluso cuando se acabaron los folios.
Reponía las hojas. Y de algún modo tenía una alternativa a la electricidad.
“Esto es magia”, me dije a mí mismo.
La hecatombe siguió su curso. Fui a buscar a José el portero para ver si me ayudaba. Pero no estaba.
Cuando llegué al despacho casi no podía entrar. La puerta de la terraza se había roto y los folios salían a la calle. Era una auténtica invasión.
Llamé a María la doméstica y cuando llegó le expliqué lo que había ocurrido en el piso superior del piso: En el despacho.
Subió conmigo y: ¡Todo estaba normal!.
“Debiches soñar meu fillo”.
Kiko Cabanillas

11 de marzo de 2016

-¡Qué hay de nuevo viejo!.

-”Bueno sabrás que estoy muerto...¿No te sorprendes de verme?”.
-”Verás David, me acabo de beber una botella de wiski. Y nada me sorprende.”
-”Espera, voy a tirar la basura y damos una vuelta”.
-”Mejor subimos a tu casa, que estas bolinga perdido”.

-“16-B”.
Subimos a mi duplex.
-“Sabes David: Conocí a tu esposa en la boda de Paco. Estuvo muy cariñosa conmigo por el libro que te escribí.”
-“Oye...”.
-“¿Y porque coño te me apareces a mí y no a ella?.

-“Bueno Kiko dejaté de chorradas. Sólo tengo veinte minutos para estar contigo.
-“Bueno dime quieres que te haga algún favor en la tierra.

(A todo esto aclaro que David se mató escalando en los Alpes hará cinco o seis años).

-”No -respondió- sólo quería verte.

-”¿Quieres algún libro?, ¿Algo de comer o beber?.

-“Sí ponme un vino tinto si tienes y algo de picar”.

-Bueno David, donde no querrás volver es a los Alpes, donde te dejaste la vida.
-¿Qué te pareció mi libro“David y Kiko en la India?.
-Me gustó mucho. Lo leí hace poco.
-Venga David te quedan diez minutos...¿Quieres algo en especial?, ¿Algún recado?.

-No, no te preocupes. ¿Sigues viendo a los enanos y a Gildo?.

-Algo. Los vi en la boda de Paco, quien lloró como un niño cuando se casó. Por cierto yo me acabo de separar de hecho...¿Sabias?.
-Sí yo todo lo veo.

-Bueno y tu...¿Dónde coño estás: En el cielo o en el infierno?.
-No existen el cielo y el infierno. Estoy en otro barrio.
-Bueno entonces paso de ser bueno ¿no?.

Tú sabrás. Eres tú el único que se va a juzgar. Pero ten en cuenta que toda una eternidad cargando con un marrón es mucho.

Y se fue sin despedirse.
                                                         Kiko Cabanillas.

10 de marzo de 2016

Mismidad.

Es un jueves por la tarde que tengo libre: Voy a escribir un relato. Protagonista: Yo.
Tengo para leer encima del escritorio “Poesía Completa”, de Carlos Barral; “Opiniones de un payaso”, ya empezada: Satírica y deprimente; “Infieles y adulterados”: Divertida; y “A cidade dos césares”, de Víctor F. Freixantes.
En mi memoria el puro que me fumé con mi hermano Javier: Un delicioso habano. Dejé de fumar hace veinte años, pero aún a riesgo de caer disfruté mucho. Ayer por la tarde acudí a la escuela filosófica de la Biblioteca Municipal Los Rosales, de la que me llevé la revista “Filosofía hoy”. Estudiamos a Spinoza, quien me recordó mucho a Hobbes.
“Algo tienen en común pero básicamente difieren mucho”, me dijo el profesor Bruno.
Hoy quise tener una comida especial tras estar leyendo desde las 5.30 horas, así es que me dirigí a Carmen y le compré un Rioja baratito, queso y membrilllo.
Carecía de tema para escribir, así que dije: Pues voy a contar mi mañana y sobremesa.
¡Ya está!.
Bueno que queda corto.
Pues os contaré por qué es tan importante para mí escribir y leer.
Primero es gratis: ¡Pensionistas uníos!.
Vivir vidas ajenas con la lectura. Y construir personajes que harán lo que a ti te dé la real gana.
Mi lectura es casi exclusivamente de los libros que saco de la biblioteca municipal, con lo cual son gratis.
No es que sea pobre. Pero vivo de una pensión por incapacidad y tengo que mandarle la mitad a mi mujer a Madrid, donde vive una vez se cansó definitivamente de mí. Bueno a mí a veces también me pasa. Soy un poco neurótico. Tragón y ensimismao.
Luego saldré a la calle a hacer ejercicios de marcha, según me ha indicado Nando, que me da clases de rehabilitación en la Casa del Agua de A Coruña. Entusiasmado estoy de mis mejoras.

Sí, claro que acabaré escribiendo un libro. Seguramente de mi adolescencia en Pontevedra
o de mis viajes por países en vías de desarrollo (India, Nepal, Marruecos, Turquía, Mexico).
Hecho mucho de menos mis viajes: Espero en integrarme con la población local, llevaba un cuchillo en bandolera.
Ahora ya no hay riesgos, todo transcurre con normalidad.
Mi tamaño: 1,90 y 120 kilos sin duda me protegió.
Dormí en estaciones, comí como los locales, viajé en bus urbanos y entre ciudades y pueblos.
Un detalle importante: Viajando sólo era como mejor me integraba.
De todos modos a la India y Nepal fui con mi hermano Chemi y con cuatro amigos de Salamanca y lo disfruté una barbaridad. Ah! y a Marruecos con mi ahora ex-mujer.
Ahora estoy separado y doy clases de español a inmigrantes con la ONG Ecos do Sur, donde también trabajo de periodista realizando un blog en Internet.
Y escribo relatos todos los días, que podeis leer en www.tustextos.com, firmados por Kikovacanillas.
Y ahora que ya derrapé un rato os dejo y me voy a dar un paseo (a la biblioteca).
                                Kiko Cabanillas.

9 de marzo de 2016

Bajo presión.

“Soy un ejecutivo. Y esto es normal. Debo tranquilizarme”.
Añade más agua.
La temperatura comienza a incrementarse.
“Quien me diera a mí tener un trabajo en el que pagasen la Seguridad Social”.
Caen las primeras gotas de sudor
“Avelino tampoco tenía asistencia sanitaria por la Seguridad Social. Ambos teníamos un seguro privado. En su caso le costó la vida porque no quisieron ponerle una válvula que le hubiese salvado la vida”.
Trabajamos bajo mucha presión. Y mi mujer me acaba de abandonar. Y se llevó a mis hijos. A Madrid. Yo me quedé en A Coruña.

“Mi querido Sani, tengo ganas de verte: Tu Síndrome de Down, tu sonrisa. Tus abrazos”.

“Sí ya sé que beneficios “por tanto por ciento” son un buen sistema para mí. Siempre que me mate a trabajar”.
El sudor me dificulta la visión.
“Sí ya sé que debería dejar la coca. Todos la consumen en mi trabajo”.

“Yo tan sólo quiero volver a pasear con Santi hasta el kiosco de helados. Y comprarle el más grande.
“Me estoy pasando con el calor y luego me baja la tensión. Y ando todo el día como “flipao””.
“Bien dejaré el wisky y el “perico”, aunque esto ya lo he dicho muchas veces”.

“Si pudiera cerrar el “business” con Fernando...”.
“Me retiraría y recuperaría a mi familia. Y estaríamos forraos”.

“Un poco más de agua y acabo”.

Y en la Casa del Agua se despertó en una camilla.
“Se ha pasado usted en la sauna. Como máximo hay que estar media hora. ¿Qué tal se encuentra ahora?”.
                                               Kiko Cabanillas.

8 de marzo de 2016

“Queréis bajaros de una puta vez”.

                                                         El autobús urbano “14” iba bastante lleno.
El chófer concentrado y oyendo la conversación de una pareja sentada en primera fila.
“Yo también te quiero”, decía ella.
E inmediatamente detrás el típico ejecutivo venido a menos, que no tiene dinero para taxis.
En la parada de la calle Honduras no se bajó nadie y subieron tres personas Y ya iban cuatro paradas sin que bajase nadie.
“Bueno...”.
Inmediatamente detrás del ejecutivo iba una señora con una bolsa de pescado, que desprendía un olor intenso.
Y ya estábamos de nuevo en Ronda de Outeiro, seguía sin bajar nadie, con lo cual el autobús comenzaba a desbordar gente.
A la altura de Sagrada Familia subió un grupo de obreros, sucios y mal hablados.
Unos colegiales se peleaban en los asientos traseros.

Y yo, con mi bastón, suspiraba porque alguien me dejase alguno de los sitios reservados para minusválidos.
Los colegiales fumaban a escondidas.
Y una señora con unas perlas tamaño aceituna protestaba. Ni caso le hacían.
El chófer estaba cansado de esta fauna. ¿Por qué no habría cogido el trabajo en el súper?.

Miró por el espejo retrovisor a la señora del pescado. Y le pareció olerla. Nauseabundo.

En ese momento volvió a dar un trago a la petaca.
“Espero que jamás me hagan un control de alcoholemia”, se dijo.
Yo miraba por la ventanilla buscando alivio a la densa atmósfera del autobús.

Y de repente el conductor hizo un movimiento de fastidio porque se le había acabado el cógnac.
Miró con odio a un señor que iba sentado apaciblemente en su sillón. Luego amplió su odio a los niños y al ejecutivo. A los enamorados...
Palpó el suelo con el pié. Dirigió una mirada al techo.
Y finalmente en otra parada en la que no bajaba nadie y subían tres personas abandonó el asiento. Y dirigiéndose a los usuarios dijo: “Es que no va a bajar nadie. Queréis bajaros de una puta vez”.

7 de marzo de 2016

“Retiro da Costiña” me abrazo en la muerte.

                                                      Cáncer terminal. Cuatro meses de vida.
Debía aprovechar antes de que comenzasen los dolores y los efectos de la morfina para aplacarlos.
Me habían hablado de un restaurante: “Retiro da Costiña”, fascinante, según mi cualificado informante.
Así es que decidí acudir con mi hermano Javier. Y su hija Arantxa.
Entramos por la parte baja del restaurante, donde disfrutamos de un vino joven y un pincho de boquerones que nos introdujo en el fascinante mundo culinario del paraíso en el que estábamos.
El local del municipio de Santa Comba tenía el sabor y la presentación dignas del mejor restaurante de New York. Cocina de vanguardia.
Continuamos con el Ribera del Duero recomendado, para pasar por asesoría de Javier a un rioja con más cuerpo.
Fueron catorce bocados exquisitos de nueva cocina. Al principio de cada cual la camarera o el “sumiller” nos daban las pertinentes explicaciones sobre componentes y técnica de elaboración.
Los últimos tres platos eran dulces, con una melodía de sabores fascinante.
Y tras los postres pasamos a la sala de fumar, donde también bajo recomendación nos fumamos dos habanos y Arantxa tomó un gin tonic, con una ginebra muy especial. Yo, ¡como no!, pedí un trago de aguardiente que disfruté con un café elaborado con un soplete delante nuestro.
Fuí invitado por Javier, quien siempre gasta con su familia y amigos sin el menor complejo o contratiempo. Ahora bien le pedí que me dejase poner una generosa propina.
Me iba a morir, pero ese día permanecí en el cielo antes de tiempo.
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6 de marzo de 2016

Haciendo Salchichas.

Todo comenzó en la casa de mi hermano Javier en el compostelano concello de Arzúa.
Iba yo con mi bastón saliendo de la casa, cuando de repente: Traspiés y en mi caída logré apoyar un pie y así conseguí mantenerme firme.
Pero el pánico quedó inserto en mi para todo el día.
Y por la tarde fuimos al centro comercial As Cancelas. Todo sucedió bajando en las escaleras mecánicas.
Justo antes de poner un pié en el citado método de transporte tuve una visión: Caía bajando y cuando mi cuerpo llegaba al final mi carne se insertaba en el suelo y al llegar al límite era absorbida por el mecanismo, que ,tras incorporar toda mi pierna derecha , la retornaba en forma de salchichas.
Atroz. Primero una pierna, como en cámara lenta, luego la otra: Más salchichas.
Mi torso: Nuevas salchichas frescas.
Y cuando le tocó el tuno a mi cabeza retorné a la realidad y aún asustado, le dije a mi hermano:
"Lo siento pero no puedo bajar por las escaleras mecánicas".
Así es que fuí al ascensor.
Y cual no sería la fatalidad cuando el ascensor no abría la puerta. Estaba atrapado. Una señora se puso histérica. Y el oxígeno escaseaba. Una anciana perdió el conocimiento.
De repente se me fueron las fuerzas y caí.
Justo en el momento de tocar el suelo con la cabeza desperté: Y repentinamente descubrí que había sido otra ensoñación.
Finalmente le dije a Javier que había que ir por las escaleras, donde milagrosamente todo el descenso transcurrió con normalidad y ningún sueño se apoderó más de mi. 
                                               por kikovacanillas

4 de marzo de 2016

-Pederastia en la Iglesia.

“Sí, tu eres mi mejor monaguillo. Y quieres tenerme contento. Aquí nadie nos molestará”.
“Pero padre ¿que es lo que vamos a hacer?”.
“Es muy sencillo. Tu te vas a recostar aquí. Y yo me voy a meter dentro de tí, como el espíritu santo. Esto lo hago por ti, pero es muy importante que no se lo cuentes a nadie”.
“Así, así...”
“Padre me hace daño”.
“El dolor es parte de la felicidad. Es el camino”.
“Yo no sé si esto está bien”, señaló el joven Pedro.
“Sé lo que estamos haciendo. Y estaría mejor si usted o yo fuésemos mujer”.
“Bueno acabé. Limpiaté, que aún tienes que bendecirme con la lengua. Yo también me limpio para que no te de asco”.
Y el forzado jóven le practicó una felación al señor cura, quien entre jadeos le dijo que mañana domingo contaba con él en la eucaristía.


Y es que en los pueblos los curas son la autoridad mayor. Y con la bendición de los padres pueden conseguir todo de los jóvenes. Incluso sexo. Y si los padres no se enteran pues mejor.
La confianza será ciega.
Y los curas son animales sexuados. Y como tal tienen necesidades.
Recuerdo a la perfección el reportaje que hice para Interviú: “La hija del cura”, en un pueblo de Toledo. Los parámetros se repetían: Confianza ciega en el representante de la Iglesia.

El sexo, las perversiones y la pedofilia viven dentro del hombre, quien vive dentro de la Iglesia. Y en consecuencia los bajos instintos son acogidos por la santa madre Iglesia.

                                                    Kiko Cabanillas








3 de marzo de 2016

-Clases en O Carballo.

Mi hermano Suso tiene tres casas ubicadas en el concello compostelano de O Carballo.
Una de ellas es su vivienda habitual, donde vive con su mujer, que es pintora y ocasionalmente con sus hijas, que estudian en Madrid. Viaja mucho por trabajo.
El caso es que dos de estas casas las va a dedicar a turismo rural, si consigue desbloquerar el infierno de permisos en el que está sumido.
El otro día estuvo reunido Suso con el alcalde del citado ayuntamiento y tras hablar de su negocio le ofreció la posibilidad de que yo impartiese clases de alfabetización en una de sus casas.
Me presentó como un periodista dedicado a la enseñanza con el colectivo inmigrante desde hace veinte años y presidente de la ONG Ecos do Sur, por un período de cuatro años.
El alcalde se mostró muy interesado y dijo que incluso se podría conseguir presupuesto para ello.
Sin embargo desestimó el encuentro que Suso le había pedido con el concejal de cultura: “Yo me ocuparé personalmente del asunto”, dijo.
La idea es que imparta clases dos días a la semana, lo cual me permitirá seguir con mis clases de español a inmigrantes y escribiendo en el blog de Ecos do Sur, así como en mi blog literario.
El siguiente paso es controlar los buses desde Santiago, pues no conduzco desde que tuve el fatídico accidente.
En cuanto a los libros: Los conseguiré en Ecos do Sur, pidiéndoselos a Alfredo para hacer fotocopias o bien en la FNAC. Esperemos que me los pague el ayuntamiento. Si no los pagaré yo encantado.

Entusiasmado estoy con la idea y el favor. Respecto a mi hermano Suso tan sólo diré que fue la única persona que reconocí cuando me desperté del coma. Y que a pesar de que fue un “pijo” de manual siempre he podido contar con él para todo tipo de favores, que hace desinteresadamente y
del modo más altruista. La edad lo mejoró como al buen vino.
                                              Kiko Cabanillas.

2 de marzo de 2016

La Universidad para mayores.

En la “Senior” de La Coruña estudiamos una carrera de cuatro años: Con variadas asignaturas, desde “Sociología”, “Psicología”, “Arte”, hasta “Penales”, los mayores de 65 años y los minusválidos.
Cerca de “Naútica”, en Los Rosales, damos clase en el Instituto femenino.
Yo ya estoy en cuarto año: Con “Ciencias para los Ciudadnos de Hoxe”, “Penales” y “Gallego”.
Mi amigo Jose Luis firma por mi cuando no puedo ir. No dan notas, sólo es obligatoria la asistencia.
Este año realizamos un viaje a Berlín de despedida de carrera, sólo que yo no voy por mi musvalía: No quiero ser un estorbo. Además los mayores tienen mucha marcha, como dice mi ex-mujer.
Recuerdo con especial cariño mis clases de “Sociología” del año pasado.
También me resulta muy interesante “Ciudadanos” de este año.
Y para mi es realmente importante mantenerme activo intelectualmente por mi minusvalía cognitiva, habiendo experimentado mejoras día a día.
Lo único que falla es lograr un romance entre compañeras de clase, ya que la mayoría son ya abuelas.
Sin embargo, y ya en serio, la conversación y los temas de interés de mis compañeros son infinitamente superiores a los de estudiantes más jóvenes.
Asimismo, os contaré que yo a raíz de mi accidente y sus consecuencias he envejecido diez años, no sólo físicamente sino sobretodo intelectualmente y animicamente.
¡Abuelos y Minusválidos animaros a acudir a la Senior de A Coruña!.
                                                   Kiko Cabanillas.

1 de marzo de 2016

-El culo de George.

Estaba yo en mi casa tratando de pasarle una foto a mi primo Enrique por Internet...
Seguía las instrucciones que tenía anotadas en un folio ubicado en la funda de mi cámara. Y todo parecía sencillo...
Si bien es conocida mi inutilidad en cuanto a informática se refiere.
La foto que quería hacerle llegar era de mi alumnos africano George en clases de español.
Así pues uní el cable a la cámara y al disco duro y...
Un inmenso culo ocupó toda la pantalla con un cartel que decía: “Culo de George”.
Estupefacto me quedé y justo cuando más concentrado estaba en la imagen: ¡Plof! Y un nauseabundo olor invadió el despacho
No había duda George había emitido una ventosidad.
George está gordo como un ceporro y era bien sabido que tenía que tener un culo inmenso.
Y así era, la imagen seguía fija en la pantalla y de vez en cuando ¡Plof!,

El asunto es que estábamos pendientes de una llamada de mi hermano Javier porque George iba a trabajar a su casa para cuidar a su suegra Maruja.

Y así fue: Maruja parecía encantada con el. Pero había algo que le disgustaba de George y no me quería decir que era.
Así es que un día decidí ir a casa de Javier para descubrir el secreto.
Y estando yo con Maruja ya a punto de volverme a A Coruña, salió George del cuarto un momento para vaciar el orinal y en ese momento me dijo Maruja, con la vista dirigida hacia el deaparecido George: "¡Plof!".
Todo quedó comprendido: George padecía una aerofagia compulsiva tal como me había indicado el duende de mi ordenador, pero no sería motivo suficiente para desestimarlo como cuidador, tarea que desempeñaba con máxima eficiencia.
                                                            Kiko Cabanillas.