Es un jueves por la tarde que tengo
libre: Voy a escribir un relato. Protagonista: Yo.
Tengo para leer encima del escritorio
“Poesía Completa”, de Carlos Barral; “Opiniones de un
payaso”, ya empezada: Satírica y deprimente; “Infieles y
adulterados”: Divertida; y “A cidade dos césares”, de Víctor
F. Freixantes.
En mi memoria el puro que me fumé con
mi hermano Javier: Un delicioso habano. Dejé de fumar hace veinte
años, pero aún a riesgo de caer disfruté mucho. Ayer por la tarde
acudí a la escuela filosófica de la Biblioteca Municipal Los
Rosales, de la que me llevé la revista “Filosofía hoy”.
Estudiamos a Spinoza, quien me recordó mucho a Hobbes.
“Algo tienen en común pero
básicamente difieren mucho”, me dijo el profesor Bruno.
Hoy quise tener una comida especial
tras estar leyendo desde las 5.30 horas, así es que me dirigí a
Carmen y le compré un Rioja baratito, queso y membrilllo.
Carecía de tema para escribir, así
que dije: Pues voy a contar mi mañana y sobremesa.
¡Ya está!.
Bueno que queda corto.
Pues os contaré por qué es tan
importante para mí escribir y leer.
Primero es gratis: ¡Pensionistas
uníos!.
Vivir vidas ajenas con la lectura. Y
construir personajes que harán lo que a ti te dé la real gana.
Mi lectura es casi exclusivamente de
los libros que saco de la biblioteca municipal, con lo cual son
gratis.
No es que sea pobre. Pero vivo de una
pensión por incapacidad y tengo que mandarle la mitad a mi mujer a
Madrid, donde vive una vez se cansó definitivamente de mí. Bueno a
mí a veces también me pasa. Soy un poco neurótico. Tragón y
ensimismao.
Luego saldré a la calle a hacer
ejercicios de marcha, según me ha indicado Nando, que me da clases
de rehabilitación en la Casa del Agua de A Coruña. Entusiasmado
estoy de mis mejoras.
Sí, claro que acabaré escribiendo un
libro. Seguramente de mi adolescencia en Pontevedra
o de mis viajes por países en vías de
desarrollo (India, Nepal, Marruecos, Turquía, Mexico).
Hecho mucho de menos mis viajes: Espero
en integrarme con la población local, llevaba un cuchillo en
bandolera.
Ahora ya no hay riesgos, todo
transcurre con normalidad.
Mi tamaño: 1,90 y 120 kilos sin duda
me protegió.
Dormí en estaciones, comí como los
locales, viajé en bus urbanos y entre ciudades y pueblos.
Un detalle importante: Viajando sólo
era como mejor me integraba.
De todos modos a la India y Nepal fui
con mi hermano Chemi y con cuatro amigos de Salamanca y lo disfruté
una barbaridad. Ah! y a Marruecos con mi ahora ex-mujer.
Ahora estoy separado y doy clases de
español a inmigrantes con la ONG Ecos do Sur, donde también trabajo
de periodista realizando un blog en Internet.
Y escribo relatos todos los días, que
podeis leer en
www.tustextos.com,
firmados por Kikovacanillas.
Y ahora que ya derrapé un rato os dejo
y me voy a dar un paseo (a la biblioteca).
Kiko Cabanillas.