“Soy un ejecutivo. Y esto es normal.
Debo tranquilizarme”.
Añade más agua.
La temperatura comienza a
incrementarse.
“Quien me diera a mí tener un
trabajo en el que pagasen la Seguridad Social”.
Caen las primeras gotas de sudor
“Avelino tampoco tenía asistencia
sanitaria por la Seguridad Social. Ambos teníamos un seguro privado.
En su caso le costó la vida porque no quisieron ponerle una válvula
que le hubiese salvado la vida”.
Trabajamos bajo mucha presión. Y mi
mujer me acaba de abandonar. Y se llevó a mis hijos. A Madrid. Yo me
quedé en A Coruña.
“Mi querido Sani, tengo ganas de
verte: Tu Síndrome de Down, tu sonrisa. Tus abrazos”.
“Sí ya sé que beneficios “por
tanto por ciento” son un buen sistema para mí. Siempre que me mate
a trabajar”.
El sudor me dificulta la visión.
“Sí ya sé que debería dejar la
coca. Todos la consumen en mi trabajo”.
“Yo tan sólo quiero volver a pasear
con Santi hasta el kiosco de helados. Y comprarle el más grande.
“Me estoy pasando con el calor y
luego me baja la tensión. Y ando todo el día como “flipao””.
“Bien dejaré el wisky y el “perico”,
aunque esto ya lo he dicho muchas veces”.
“Si pudiera cerrar el “business”
con Fernando...”.
“Me retiraría y recuperaría a mi
familia. Y estaríamos forraos”.
“Un poco más de agua y acabo”.
Y en la Casa del Agua se despertó en
una camilla.
“Se ha pasado usted en la sauna. Como
máximo hay que estar media hora. ¿Qué tal se encuentra ahora?”.
Kiko Cabanillas.
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