10 de marzo de 2016

Mismidad.

Es un jueves por la tarde que tengo libre: Voy a escribir un relato. Protagonista: Yo.
Tengo para leer encima del escritorio “Poesía Completa”, de Carlos Barral; “Opiniones de un payaso”, ya empezada: Satírica y deprimente; “Infieles y adulterados”: Divertida; y “A cidade dos césares”, de Víctor F. Freixantes.
En mi memoria el puro que me fumé con mi hermano Javier: Un delicioso habano. Dejé de fumar hace veinte años, pero aún a riesgo de caer disfruté mucho. Ayer por la tarde acudí a la escuela filosófica de la Biblioteca Municipal Los Rosales, de la que me llevé la revista “Filosofía hoy”. Estudiamos a Spinoza, quien me recordó mucho a Hobbes.
“Algo tienen en común pero básicamente difieren mucho”, me dijo el profesor Bruno.
Hoy quise tener una comida especial tras estar leyendo desde las 5.30 horas, así es que me dirigí a Carmen y le compré un Rioja baratito, queso y membrilllo.
Carecía de tema para escribir, así que dije: Pues voy a contar mi mañana y sobremesa.
¡Ya está!.
Bueno que queda corto.
Pues os contaré por qué es tan importante para mí escribir y leer.
Primero es gratis: ¡Pensionistas uníos!.
Vivir vidas ajenas con la lectura. Y construir personajes que harán lo que a ti te dé la real gana.
Mi lectura es casi exclusivamente de los libros que saco de la biblioteca municipal, con lo cual son gratis.
No es que sea pobre. Pero vivo de una pensión por incapacidad y tengo que mandarle la mitad a mi mujer a Madrid, donde vive una vez se cansó definitivamente de mí. Bueno a mí a veces también me pasa. Soy un poco neurótico. Tragón y ensimismao.
Luego saldré a la calle a hacer ejercicios de marcha, según me ha indicado Nando, que me da clases de rehabilitación en la Casa del Agua de A Coruña. Entusiasmado estoy de mis mejoras.

Sí, claro que acabaré escribiendo un libro. Seguramente de mi adolescencia en Pontevedra
o de mis viajes por países en vías de desarrollo (India, Nepal, Marruecos, Turquía, Mexico).
Hecho mucho de menos mis viajes: Espero en integrarme con la población local, llevaba un cuchillo en bandolera.
Ahora ya no hay riesgos, todo transcurre con normalidad.
Mi tamaño: 1,90 y 120 kilos sin duda me protegió.
Dormí en estaciones, comí como los locales, viajé en bus urbanos y entre ciudades y pueblos.
Un detalle importante: Viajando sólo era como mejor me integraba.
De todos modos a la India y Nepal fui con mi hermano Chemi y con cuatro amigos de Salamanca y lo disfruté una barbaridad. Ah! y a Marruecos con mi ahora ex-mujer.
Ahora estoy separado y doy clases de español a inmigrantes con la ONG Ecos do Sur, donde también trabajo de periodista realizando un blog en Internet.
Y escribo relatos todos los días, que podeis leer en www.tustextos.com, firmados por Kikovacanillas.
Y ahora que ya derrapé un rato os dejo y me voy a dar un paseo (a la biblioteca).
                                Kiko Cabanillas.

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