30 de marzo de 2016

“toc,toc,retoc...”

 Ayer estuvo todo el día lloviendo en A Coruña. Y hoy, abro tímidamente los ojos a las siete de la mañana y “toc,toc,toc..”
Parece no tener fin. Voy a la terraza a ver si el agua se ha colado en el despacho y, efectivamente. Retiro el maldito liquido con una fregona.
Voy al despacho a leer la prensa por Internet. Y no hay descanso: Toc, toc, toc...
“¿Qué hago: voy a la biblioteca con este maldito tiempo?”.
“Claro no me voy a quedar en casa todo el día porque llueva”, razono.
“Te recuerdo que tienes una minusvalía y que tu marcha tórpida empeora mucho cuando el suelo está mojado”, me dice mi duende protector.
Así pues decidido armado con mi bastón salir a la calle.
Voy muy despacio por Manuel Azaña y en treinta minutos llego al parque.
Ya estoy en la biblioteca, donde tengo clases de Filosofía esta tarde.
Camino de regreso con mi bolsa de libros.
Y al cruzar un paso de peatones resbalón y mis ciento veinte kilos caen estrepitosamente al suelo.
Los libros toman vuelo autónomo y se dispersan.

Trato infructuosamente de levantarme.
Miro mi pierna: Un bulto a la altura de la rodilla evidencia que hay una fractura.
Espero que alguien me ayude. Pero con esta lluvia nadie permanece en la calle.
Me arrastro hasta salir de la carretera.

Desesperado tras diez minutos de espera decido arrastrarme calle abajo dirección a mi casa.
He recuperado los libros que no están en tan mal estado.

Y por fin llego a casa. Trepo por las escaleras y veo al portero José, quien me dice: “Vaya tempiño temos e Kiko”. “Pero José es que no ves que me voy arrastrando por el suelo. Ayúdame por favor”.

“Toc, toc, toc...”.

“Bueno dejaré de fantasear y pondré rumbo a la biblioteca de Los Rosales. Si voy despacio no pasará nada”. 
Kiko Cabanillas.

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