29 de febrero de 2016

El eterno marinero.

                       Vivía en la localidad coruñesa de Muros, con su mujer y sus dos hijas. Era marinero.
Aquella madrugada le pidió su mujer que no saliese a la mar, pues hacía un tiempo condenadamente malo. “Tendré cuidado”, le respondió Jamardo a Eloisa.
Así es que ya con las nasas partió a la pesca de bajura aquél maldito lunes.
El tiempo empeoró y su mujer aterrada pronto sospechó que algo ocurría.

Jamardo no regresó. Ni de la embarcación ni del cuerpo de Jamardo había pistas.
El pueblo se volcó con la mujer y las niñas.
Y la villa marinera sumaba uno más a su repertorio de desaparecidos.
Fueron pasando los días y los meses y los años.
Entonces, a los cuatro años de la muerte de Jamardo, un día que su hija Concha iba practicando winsurf vio una embarcación que se parecía horrores a “Gaivota”: El barco de su padre difunto.
Navegó hasta él. Y cuando llegó cerca pudo apreciar el tremendo parecido de aquel marinero con su ascendente.

“Bos días rapaza cómo che vai”, dijo Jamardo.
Del susto Concha dejo caer la vela y perdió el equilibrio.
Y al volver a ponerse en pié el barco de Jamardo ya no estaba.

Nunca supo si había sido una alucinación o un sueño, pero desde ese día supo con certeza que la vida de Jamardo seguía adelante, aunque de alguna otra forma.

Concha le había contado lo sucedido a Xurxo, el patrón mayor de la cofradía, quien no se extrañó del suceso y dijo que conocía más casos.

Así es que un día partió con su madre en una “zodia” aconsejada por Xurxo en busca del fantasma del marinero.
Y nadie supo lo que les ocurrió ese día pero desde entonces madre e hija perdieron el habla y vivían en absoluta soledad. Sólo se tenían la una a la otra. Ni siquiera Tere, la hermana menor, pudo saber lo que aquél fatídico día les había sucedido.
Sin embargo, no es “fatídico” la palabra adecuada porque aunque sólas conservaban entre ellas una cierta felicidad. Y para siempre la foto de su padre en un colgante al cuello.   

28 de febrero de 2016

La Caída Del Magnate

   Esta es la triste historia de la fulminante debacle de un ascendiente familiar, Javi, quien pasó de        ser  un pudiente empresario gallego a indigente habitual de un comedor social.
Todo sucedería por culpa y consejo de un amigo que tenía negocios en Nicaragua: Felix de la Rúa.
"Será una inversión segura. No hay nada que temer. Y el beneficio anual será del mil por ciento.
Javi tenía dudas pues sabía Felix había traficado con armas para surtir a la contra nicaraguense.

Así, al año de efectuar la inversión, cuando Javi esperaba sus primeros beneficios, Felix le dijo: "Lo siento Javi pero hemos perdido todo lo invertido. Ya sabes que mis negocios son de alta rentabilidad pero sumamente inestables. Mala suerte. Pero tengo la solución: Reinvertir. Pon la misma cantidad que pusiste y recuperarás todo".
"Félix, había invertido el setenta por ciento de mi capital total, no sé si podría conseguirlo otra vez. Bueno venderé mi casa de la playa", señaló Javi.
Y esto mismo ocurrió en cinco ocasiones: Javi quedó arruinado y sin propiedad alguna.
Vivía en un albergue y acudía a diario a un comedor social.
La mujer con la que convivía Javi le abandonó ante la incapacidad de acompañar su ruína.

Y esto es que Javi salía cada mañana de su albergue con una bolsa de plástico en la que iba colocando todo objeto útil y comida que encontrase en los contenedores.
Pero ahora su verdadera preocupación era conseguir contactos en el servicio de alimentación para lograr así que le sirviesen más patatas.
Ya no tenía amigos ni amores.
Y los únicos que le hacían caso eran los policías municipales, quienes le daban ropa y ocasionalmente alguna manta.
Ésta es en fin la historia del magnate gallego quien pasó de los mejores restaurantes a las colas de la más cruel de la indigencia.  

25 de febrero de 2016

-El eterno marinero de Muros.

Vivía en la localidad coruñesa de Muros, con su mujer y sus dos hijas. Era marinero.
Aquella madrugada le pidió su mujer que no saliese a la mar, pues hacía un tiempo condenadamente malo. “Tendré cuidado”, le respondió Jamardo a Eloisa.
Así es que ya con las nasas partió a la pesca de bajura aquél maldito lunes.
El tiempo empeoró y su mujer aterrada pronto sospechó que algo ocurría.

Jamardo no regresó. Ni de la embarcación ni del cuerpo de Jamardo había pistas.
El pueblo se volcó con la mujer y las niñas.
Y la villa marinera sumaba uno más a su repertorio de desaparecidos.
Fueron pasando los días y los meses y los años.
Entonces, a los cuatro años de la muerte de Jamardo, un día que su hija Concha iba practicando winsurf vio una embarcación que se parecía horrores a “Gaivota”: El barco de su padre difunto.
Navegó hasta él. Y cuando llegó cerca pudo apreciar el tremendo parecido de aquel marinero con su ascendente.

“Bos días rapaza cómo che vai”, dijo Jamardo.
Del susto Concha dejo caer la vela y perdió el equilibrio.
Y al volver a ponerse en pié el barco de Jamardo ya no estaba.

Nunca supo si había sido una alucinación o un sueño, pero desde ese día supo con certeza que la vida de Jamardo seguía adelante, aunque de alguna otra forma.

Concha le había contado lo sucedido a Xurxo, el patrón mayor de la cofradía, quien no se extrañó del suceso y dijo que conocía más casos.

Así es que un día partió con su madre en una “zodia” aconsejada por Xurxo en busca del fantasma del marinero.
Y nadie supo lo que les ocurrió ese día pero desde entonces madre e hija perdieron el habla y vivían en absoluta soledad. Sólo se tenían la una a la otra. Ni siquiera Tere, la hermana menor, pudo saber lo que aquél fatídico día les había sucedido.
Sin embargo, no es “fatídico” la palabra adecuada porque aunque solas conservaban entre ellas una cierta felicidad. Y para siempre la foto de su padre en un colgante al cuello.
                                                       Kiko Cabanillas.

-Periodismo de investigación

Con la ayuda de Natalia Monje, jefa de prensa, redacto el blog de la ONGD Ecos do Sur. Soy Kiko Cabanillas: Periodista.
Básicamente se trata de informar de los programas y proyectos que llevamos a cabo en la organización humanitaria.
Pero le hemos dado un giro absoluto al blog proponiendo trabajos de periodismo de investigación.
La idea se le ocurrió a Natalia aprovechando la oportunidad de no estar limitados por la actualidad tal como lo están los medios de comunicación. Tenemos algo de lo que habitualmente los periodistas carecen: Tiempo. Y credibilidad por ser una ONG.
El primer trabajo propuesto por mi será -cuento ya con la autorización de Natalia- el de varios reportajes, con el título genérico: “Inmigración: Situación actual en España”.
Para ello mandaremos un cuestionario a las embajadas de los países de los que son nacionales la mayoría de nuestros inmigrantes. En el mismo preguntaremos sobre Educación, Sanidad, Trabajo, Papeles (residencia etc.).
Estos reportajes vendrán completado con dos entrevistas: Al cónsul o embajador y a un inmigrante irregular. Será un reportaje por embajada.
Mi mayor duda está en saber si las embajadas querrán colaborar.
Aunque como buen periodista seré tremendamente pesado y además el ser de una ONG vende mucho.
La idea cuenta ya con el beneplácito de Natalia quien me ayudará a redactar cartas de inmediato.
De hecho la idea de trabajar en periodismo de investigación fue suya, si bien el primer reportaje fue planteado por mi.
Actualmente hay en España poco periodismo de investigación, si bien habría que destacar el del diario El Mundo y El País.
Si quieres seguirnos en el blog: ecosdosur.blogspot.com.
Y atentamente se despide un periodista: Kiko Cabanillas.

-Réplica

Llevaba ya un mes entrenando con mi entrenador personal: Nando, en la Casa del Agua de A Coruña. Pesas, bici estática y ejercicios de equilibrio, así como tareas cognitivas y estiramientos.
Acababa siempre con la bici estática. Y fue haciendo este ejercicio cuando me dijo: “Kiko te voy a hacer una propuesta que no podrás eludir”.
“Podrás volver a andar sin problemas e incluso correr como antes si sigues mis instrucciones”.
“Bien, Nando, tú dirás”, le contesté sumido en la confusión.
Y el siguiente lunes se presentó con un brasileiro en clase.
Me lo presentó y me dijo: “Xoán vivirá por tí”.
Mientras tu permanezcas en el gimnasio tu alma te abandonará y se insertará en el cuerpo de Xoán. Y tú seguirás siendo el mismo en tu entrenamiento. Pero tendrás, como decirlo, una doble vida.
Así fue como yo comencé a vivir como Xoán: Footing, paseos, visita a museos. En fin todo lo que mi discapacidad no me permitía hacer.
Un día estaba yo viviendo un paseo de Xoán y una sesión de ejercicio en el gimnasio cuando una idea se apoderó de mi: Si me suicidaba como Kiko en el gimnasio viviría exclusivamente como Xoán.
Así que ni corto ni perezoso compré unas cuchillas y un día en la sauna como Kiko, y en el puerto como Xoán, puse término a mi existencia.
Tal como estaba previsto viví en el cuerpo de Xoán una nueva vida.
Y la gente, ante mi muerte, comentaba: Nunca fue el mismo desde que sufrió el accidente automovilístico. Estaba muy deprimido.
Y efectivamente no era el mismo.
Una idea obsesivamente me atormentaba: Qué sería del anterior Xoán. ¿Lo mataría también con mi suicidio?.
Un día visité a Nando y le conté todo lo sucedido.
A partir de ese día fuerzas del mal se enfadaron conmigo por revelar el secreto.
Y muchos devenires sucedieron a partir de entonces. Pero eso es tema de otro relato.
Kiko Cabanillas.


24 de febrero de 2016

-Pacto de Gobierno.

“Pues sí señor Albero Garzón ha sido usted elegido como el menos malo, para llevar a cabo nuestro propósito que no es otro sino el de darle el gobierno de la nación.
Mire usted la evolución ética y moral de sus predecesores: PSOE y PP.
Los socialistas comenzaron sin corbata y cargados de principios y con el paso del tiempo vestidos de Armani y con escándalos como los del ERE.
Y el PP, partido conservador supuestamente más serio y riguroso, acaba sumido en todo un serial de escándalos políticos y económicos sin parangón.
Y ustedes...
Caerán también, pero serán los que más tarden en caer. Y cuando caigan aquí estaré yo: El ángel maldito para recordarles de dónde viene su poder y el acuerdo que suscribieron en su momento conmigo”.

Los resultados de las elecciones fueron insospechados para todos los analistas. Incluso se repitió el recuento de votos. Pero indudablemente había ganado IU.
E increiblemente comenzaría con este oscuro pacto la temporada de mayor eficiencia y comportamiento moral habido en España.
Asimismo, si algo dudaba Garzón es el porqué de que un poder supuestamente “malo” había facilitado su investidura. Lo que jamás logró superar nuestro presidente fue el hecho de que
había sido un fraude su llegada al poder.
“Sí es cierto -le dijo el daimon- pero era el mejor de los males. Y como te dije has tenido tiempo u ocasión para remediarlo”.
Los analistas estudiaban el ascenso de un grupo político que llegó al poder contra todo pronóstico, quizá gracias al voto de castigo, y que sin embargo había logrado el período más largo de estabilidad políticas y económica de España en lo que ya comenzó a llamarse la “Segunda Transición”.
Ahora quedaba por ver qué pediría el diablo a cambio.
                                                        Kiko Cabanillas.

17 de febrero de 2016

-Soñé que soñé que flotaba.

De repente me desperté. Pero...
Estaba como a un metro de la cama. En el aire.
Flotaba libremente y me podía mover como nadando.
Debía estar soñando.
Así pues seguiría con el sueño. Me dirigí a la terraza. La abrí no sin claras dificultades. Y salí de casa. Veía los coches pasar debajo de mi.
Me disputaba el cielo con las gaviotas.
Ante el viento y la lluvia decidí entrar en casa de nuevo. Me dirigí al baño.
Accioné la ducha y el agua salía con normalidad. Era yo el único que había sido librado de la atracción gravitatoria.
Vivía sólo desde hace unos meses, así que no temí que me pudieran descubrir.
Tenía que aprovechar esta oportunidad, así que con grandes dificultades hice mi mochila con un par de mudas y un libro de Gil de Biedma.
¿Despedirme?
No, no lo entenderían.
Viaje sin retorno, probablemente sería.
Llamé por teléfono a mis hijos, a los que pude ver por mi Ipad, sin alertar a mi mujer de lo que ocurría.
Y, salté por la ventana.
Seguí la ruta del 14 y del 12A... Fuí hasta Santiago. Estuve descansando en la catedral.
Pero no voy a decir dónde más estuve. Tan sólo os haré sabe que las coordenadas espacio temporales no son algo rígido.
Viví en el pasado.
Lo peor fue que no pude interactuar. Incluso en tiempos de la Santa Inquisición temí por mi vida.
Toda mi aventura duró aproximadamente un año, pues conseguí que un chamán brasileiro me retornase a mi antigua vida gravitatoria.
Ahora ya no floto. Y muchos días lo lamento.
                                                   Kiko Cabanillas.


16 de febrero de 2016

-Yo maté a Jimmy

Todo sucedió en un enfrentamiento acordado entre los “Riazor Blues” y el “Frente Atlético”, en el curso de un partido en el que se enfrentaban los dos equipos de ambos grupos radicales.
Jimmy formaba parte del “Riazor Blues”, quien encontró la muerte a la vera del Manzanares. Yo no quería matarlo, pero me dí cuenta de que había sido yo al oir que tenía el bazo reventado. Le golpeé ahí con unos nudillos americanos.
Hablaron de cuatro autores, pero el golpe fatal se lo dí yo.
La culpa fue de las drogas que habíamos consumido para la pelea.
Íbamos muy animados.
Y además yo también ayudé a tirarlo al río.
Seis años de internamiento y dos de libertad vigilada le han caído a los que me ayudaron a arrojarlo al agua. Pero el bazo se lo reventé yo.
Yo soy el máximo responsable del fallecimiento.
Pero no me dan pena los coautores. Que muerdan barrote, aunque será en un centro de internamiento para menores, debido a su edad.
Y yo sé quien fue el testigo el testigo protegido que ha cantado. Acababa de fumarme unos petas con él. Y el sabía de mi culpabilidad, pero me protegió.
Lo que si es seguro es que mi vida va a cambiar.
Ya no más fútbol.
Ya no más droga.
Ya no más violencia.
Lo que más me preocupa en este momento es que me hayan amenazado los “Riazor Blues”:
“Sabemos que has sido tú. Y lo vas a pagar”, me dijeron en una nota que dejaron en mi buzón.
Y yo, de momento me voy a vivir a Madrid, donde buscaré curro en lo mío: Carretillero. Lo demás ya se verá.
Lo que es cierto es que desde ese fatídico día el miedo y la violencia viven en mí.
                                                    Kiko Cabanillas.

15 de febrero de 2016

-La que fue mi mujer.

Estaba tumbado en el sofá del salón de mi duplex coruñés cuando...
Una morena de pechos turgentes y amplia sonrisa me dice: “Hola cariño”.
“¿Quién eres tú?, ¿por dónde has entrado?”, dije.
“Soy tu mujer, Salomé. Y no he entrado por ningún lado. Vivo aquí”. Y me dio un tierno beso.
“Verás Kiko, has tenido un accidente de tráfico. Y como consecuencia del mismo un traumatismo craneal (TCE), del que te estás recuperando.
Debido al TCE sufres: Ausencias, lagunas, obsesiones y desorientaciones espacio temporales.

Al cabo de un rato: No es que recordase, sino que me conformé. Nuevas situación, nuevas pareja. Pero sus pechos turgentes fueron determinantes a la hora de decidir abrazar la nueva vida.

Al día siguiente ya había recobrado la memoria y efectivamente estaba casado con Salomé. Y ciertamente sus pechos siempre me habían fascinado.
Lo comenté al neurólogo y me dijo que ese tipo de ausencias eran muy comunes en casos como el mío. Así como pérdidas de memoria reciente.
“Pues sí, no es la primera vez que bajo en ascensor desde mi piso 16 al bajo. Y al llegar no me acuerdo a dónde iba”, señalé.
“¿Hay algún método o terapia para mejorar esta pérdida?”, pregunté.
“Sí las hay, pero yo particularmente creo que lo mejor es dejar pasar el tiempo. Y por sí mismo se recuperará”. De todos modos estos déficit son todavía muy recientes -pues antes casi no había supervivencias de TCE- y por lo tanto no hay terapias refutadas.
Así es que decidí dejar pasar el tiempo y mientras utilizar estos desajustes literariamente, ya que tenían indudablemente una importante carga poética.
Y asimismo me concentré en la suerte que había tenido de vivir una segunda vida, en la que todo era descubrimiento. Y en que estos eran siempre sumamente gratificantes.
                                          Kiko Cabanillas.

14 de febrero de 2016

-Fantasía.

Era la primera vez que iba a ir a Lamas, a ver a mi padre, desde que me había separado. Y era también la primera ocasión que me animaba a ir conduciendo yo mi propio coche -un Diane 6-.
Mi médico de cabecera, Pablo Vaamonde, me había animado a adquirir el vehículo.
Así es que ni corto ni perezoso me dirigí a la aldea compostelana.
Conduje despacio y con especial cuidado en no confundirme, pues hasta ahora siempre había ido de copiloto con Ana, mi ex-mujer.
Muy concentrado hasta que por fin vi la iglesia...Había llegado.

Ya frente a la puerta de acceso a la finca hice sonar el claxon. Como nadie contestaba bajé y llamé al timbre dela puerta.
Tampoco contestaron.

Finalmente sale un desconocido y pregunta: “¿Qué desean?”.
“Vengo a ver a don Javier, que es mi padre”.

“Don Javier no vive aquí desde hace diez años. Nos vendió la casa. Y ahora creo que ha fallecido”.

“No puede ser si estuve aquí con él el mes pasado...En fin, ¿Me permitiría pasar un momento?”.
“Claro un hijo de don Javier es siempre bienvenido”.
Entré y observé que habían instalado una barbacoa en el jardín. Idea que yo ya había sugerido a mi padre en varias ocasiones. Otra novedad era la piscina cubierta. Lo demás seguía igual. También tenían varios perros como mi padre, aunque lógicamente eran distintos.

Sin saber cómo me desperté en A Coruña. Poco a poco caí en la cuenta de que lo que en realidad sucedió es que me había perdido yendo a Lamas. Y que había inventado una historia para justificar mi error. No había nuevos dueños, como pude comprobar llamando por teléfono a mi padre, con el que me disculpé por no haber acudido a la cita.
“El próximo fin de semana no fallaré”, le dije. Y así fue.
Kiko Cabanillas.

12 de febrero de 2016

-El tren que alimentaba.

Como todos los meses me disponía a coger un tren en A Coruña para ir a ver a mi separada familia a Madrid. Ya billete en mano, esperaba que lo anunciasen, aunque ya el cartel luminoso lo indicaba.
Y justo cuando lo anunciaron yo me dirigí a la entrada, con una puerta de plástico que se abría al pasar por un lector el billete
Reconozco que no soy muy hábil en lo de los lectores electrónicos, así es que pasé el billete con cierto temor...”Hola Kiko, cómete un sandwich de queso que no has almorzado”, dijo el duende del lector.
Pasmado me quedé y miré alrededor. La gente se limitó a mirar cómo retiraba el bocadillo.
Y yo alucinado al ver cómo la máquina sabía mi nombre, pero sobre todo al observar que la gente no estaba sorprendida del suceso.
Así es que con toda normalidad me dispuse a comer el sadwich y a dirigirme al vagón que me correspondía.
“Las nuevas tecnologías...”, señaló un pasajero al que le conté lo sucedido.
El tren arrancó y cuando estábamos en León hubo un brusco frenazo y un paisano cargado de cajas de hojaldres entró en el vagón y dijo: “Mantecados de Astorga”.
Yo recordaba que esto era lo habitual en el tren antes, pero hacía unos cuantos años que no lo veía.
“Bueno es que lo he pedido yo por el móvil”, dijo mi vecino.
“No puedo pasar por aquí sin dejar de comer unos cuantos”.
El revisor vino todo irritado y le dijo al goloso pasajero que le iba a retirar el móvil: Qué se ha creído usted, tendremos veinte minutos de retraso”.
Yo sin poder evitarlo hacia tiempo que me había puesto a escribir. Y es que estos sucedidos tenían mucha poesía.
Llegué a Madrid y le conté a mi mujer los percances sucedidos. Ella se limitó a contestarme: “Ciertamente te sienta muy mal escribir”.
Pero yo os prometo y juro que todo esto sucedió tal como yo he redactado.
O así lo creo. Porque ciertamente los meteóricos viajes en tren de hoy en día son insulsos y aburridos. Y sobre todo ya no venden mantecados de Astorga.
                                Kiko Cabanillas.

11 de febrero de 2016

Zapatillas “Fly-Stop”.

Carlos mi entrenador personal, de la Casa del Agua coruñesa, me recomendó autoritariamente que debía comprar otras zapatillas porque las mías estaban muy viejas y dadas de sí, con lo cual mis fallos de motricidad se acentuaban. Me dijo que preguntara por Carlos.
Así es que el jueves que no podía ir a Santiago a trabajar en la empresa familiar porque Chemi -mi hermano- tenía médicos, me dirigí a la tienda de atletismo “Runners”.
Fui estupendamente atendido, aunque Carlos estaba de vacaciones.

Después de explicarle que tengo fallos de movilidad por un traumatismo craneal sufrido hace ya veinte años. Y que por lo tanto necesitaba unas zapatillas que fueran muy estables...
“De todos modos si te manda Nando te daré unas “Fly-Stop”, que son para clientes muy especiales.

Te parecerá una tontería pero estas zapatillas, que vienen del Amazonas, tienen unas instrucciones muy sencillas: Cuando quieras apurar sin cansarte diles: “Fly” Y para detenerse: “Stop”.
Pruébalas en casa antes de venir al gimnasio. Y si usas plantillas, porque ya veo que tienes los pies planos, no dejes de colocárselas.

Entre risas abandoné la tienda y me dirigí a casa. Sólo llegar me puse las zapatillas, al pie de las escaleras de mi duplex. Entre risas dije: “Fly”. Y justo entonces mis piernas se movieron como por arte de magia. Al llegar arriba dijé: “Stop” y recuperé mi estado normal.
A partir de ese día anduve muchísimo, siempre ayudado por el nuevo invento locomotor.
Iba a María Pita a comer. Me recorría el paseo marítimo completo. Y no estaba ni mínimamente cansado.

Ese lunes tenía clase con Nando y le dije: “He disfrutado mucho de las nuevas zapatillas, pero no creo que sean lo que yo necesito. Yo tengo que esforzarme para recuperarme. Y ésto es justo lo contrario”.

“En fin, tienes razón. Sólo quería que las probases para recordar como se anda sin problemas. Era algo muy temporal para que te animases en la rehabilitación”, me dijo Nando.
“De todo modos quedátelas y úsalas ocasionalmente, cuando estés muy machacado en ocasiones de especial debilidad”.

Así lo haré, gracias.
                                                        Kiko Cabanillas.

10 de febrero de 2016

-Sin Llaves.

Era domingo. Me desperté sobre las siete, como siempre. Desayuné. Ducha. Leí la prensa en Internet. Y rápidamente salí a comprar pan.
...tan rápidamente que me olvidé las llaves en casa...
Gracias a Dios me había llevado el móvil.
Llamé a cerrajeros 24 horas, gracias al Internet de la moderna telefonía.
Y al cabo de una hora se personaron en el lugar.
Abrieron en cuestión de minutos. Y yo pude coger mis llaves.
Gracias, pasaré a pagarles mañana lunes, por favor me dicen su dirección.
“Tenemos la costumbre de cobrar al momento”, replicó el técnico ofendido.
“Pues sintiéndolo mucho no llevo dinero encima”, mañana les pago sin falta.
Al irse pensé que podía haber sacado dinero con la tarjeta... Pero no sé por qué no tenía intención de pagarles.
Llegó el lunes y me pasé la mañana escribiendo en casa sin salir, ni siquiera para pagarles.
Llamaron por teléfono y dijeron: “Si no paga usted hoy mañana se arrepentirá”.
Y así fue.
Salí a trabajar y al volver a casa...
Era increíble: La puerta había sido cerrada con un travesaño que cruzaba horizontalmente. Además la llave no funcionaba...
¿Cómo era posible?.
Cierto era que me había hecho el remolón para pagar, pero...No tenía sentido.
Llamé a “Cerrajeros 24 horas” y pedí hablar con el jefe.
“Yo soy el jefe”, contestó. “Lo que tiene que hacer es pagar. Y le liberaremos la puerta”.
Finalmente fui a pagar. Y ellos cumplieron su palabra: Retiraron el travesaño y desbloquearon la cerradura.
A partir de ese día siempre fui puntual al pagar mis deudas.

9 de febrero de 2016

-Encerrado en la Biblioteca.

Todo esto sucedió el lunes de carnaval.
Estaba yo ya muy tarde en la Biblioteca Municipal de Los Rosales sumergido en la sección de poesía...
“Cerramos”, dijo una voz femenina.
“Voy”, contesté. Pero...
En plena búsqueda de jóvenes poetas hispanoamericanos.
Se apagaron las luces y dejé mis consultas y me dispuse a salir.
Ya no quedaba nadie y...La puerta estaba cerrada con llave.
¡Me habían dejado encerrado!.
Además mañana era festivo.
Acudí al teléfono pero no daba señal.
Pasé una hora de verdaderos nervios. Sin embargo...
Estaba encerrado en una biblioteca: Verdadero sueño.

En un primer momento me dirigí a la sección de cultura: Promoción Poética de los Cincuenta.
Caí bajo la lírica de Gil de Biedma, Goytisolo, Ángel González...De la Poesía Social al Intimismo.
Ya lo había leído todo pero volví a leer la que consideraba la mejor poesías contemporánea española.
Cuando me dí cuenta ya eran las dos de la mañana.
Entonces comencé con la narrativa: “La librería ambulante”, de Christopher Morley: Una mujer deja su vida anodina y aburrida en una granja para seguir a un vendedor ambulante de libros. Le compra el carromato y comienza una nueva vida. Finalmente se enamora de su vendedor, quien le vende todo el negocio porque se quiere dedicar a escribir.

A continuación, a las seis de la mañana, retomé la Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea 1914-1957, de José Olivio Jimenez. Me extasié con Neruda, Carlos Pellicer, Jorge Gillén y Octavio Paz.
Sólo había algo que eché realmente de menos: Mi botella de JB.

A las ocho de la mañana llegó la limpiadora, quien trabajaba en festivo gracias a dios. Y abrió para limpiar el suelo de la biblioteca..
Reconozco que dudé un momento si salir o continuar con mi romance.
Finalmente abandoné el lugar y nunca lamenté lo sucedido.
                                                             Kiko Vacanillas.

8 de febrero de 2016

-Español para inmigrantes.

Hace ya más de veinte años que soy profesor de español para inmigrantes.
Comencé con Sor Elvira: Monja de Cáritas que trabaja con el citado colectivo desde el concello pontevedrés de Marín.
Ella me facilitaba libros de primaria que yo usaba de libros de texto.
Al trasladarme a vivir a A Coruña quise dar continuidad a mi trabajo y así descubrí la ONG Ecos do Sur. Donde tan bien me fue -no sólo fui profesor sino también trabajé como periodista- que ejercí de presidente durante cuatro años. Pero continué en todo momento como maestro de español.
Comenzamos dando clase en la Glorieta de la Paz para pasar a continuación a un local sito en una paralela a Ronda de Outeiro, a la altura de Sagrada Familia.
Yo a mis alumnos más avanzados les hacía leer poesía en clase. Y asímismo trabajaba con ellos la empatía y el apoyo picológico.
Todos los días en clase leemos los titulares de La Voz de Galicia, lo cual nos da pié a nuevo vocabulario y también sirve para que estén al día de todo lo que ocurre.
Mis alumnos son del nivel avanzado. Y algunos provienen de antiguas colonias inglesas por lo cual hablan correctamente inglés -por lo que les doy la clase en inglés- o portugués -de Cabo Verde-. También hablo potugués, que aprendí con mi novia brasileira.
Por otra parte, les hago leer cuentos infantiles y lecciones sencillas de gramática.
Uno de los alumnos más asiduos -le di clase durante tres años- era Joao, de Cabo Verde, quien actualmente trabaja de marinero.
Hoy mismo cuando acabe de redactar este texto voy a darle clase a George, africano que domina el inglés y a quien le doy la clase en este idioma. Todo ello si se encuentra bien de la malaria que padece y que en ocasiones le dificulta el aprendizaje.
Pero lo que quiero dejar más claro es que soy yo el más retribuído por estas enseñanzas. Pues aunque no cobre son muchas las gratificaciones que tengo. Hace dos años, sin ir más lejos, se me presentó Joao con un taper de “Cachupa caboverdiana”, manjar típico de su país cocinado con “feijons”, especie de judias pintas y con carne de cerdo.
Joao... ¡Te quiero!.
                                               Kiko Cabanillas.



7 de febrero de 2016

-El “caballo”: Una alternativa espiritual.

Cuando están puestos: Otro mundo. Ausentes. En paz. “Voy bien quizá alucinando. No quisiera tener que parar...”.
Dentro de los maravillosos reportajes que hice de “free lance” tras el accidente que por poco me costó la vida y que me dejó de recuerdo una minusvalía, redacté e hice fotos para “El paisaje yonkie de Galicia”: Recorrí los picaderos de Galicia e hice entrevistas con drogadictos y técnicos en desintoxicación.
Era ya un problema que no me era ajeno; Los hermanos de Carlos: Jacobo y Jose habían caído en Pontevedra, donde también llevé un día a su casa a Rafa tumbado en unos bajos con una jeringuilla “chuta” a su vera.
Asimismo, Luis “El patoso” (incapaz de la mínima destreza deportiva) abrazó el caballo. Luego llegaría el Sida. Y la decisión de tirarse por la ventana de su cuarto para poner fin al infierno.
Y el último caso que conocí muy de cerca es el del portugués Fernando, a quien traté desde la ONG Ecos do Sur. Superaba los cincuenta. Y había dejado la heroína por el alcohol. Tenía Sida y había estado preso.
Hagamos una reflexión sobre el caballo: ¿Qué les da la heroína?. ¿Qué buscan tan desesperadamente?:
El espíritu. El caballo es espíritu por vía parenteral
Rápido y nítido ascenso al Nirvana.
Y si llevas una mierda de vida pues con más motivo.
Colectivos sociales marginados. Presos. Putas. Desequilibrados. Todos venid a mí: Yo, que tengo nombre de bestia galopante, os daré trotre, os daré galope. Correréis como centellas. Y sólo pensareis en el próximo pico.
                                                          Kiko Cabanillas.



5 de febrero de 2016

-Alcohólico de “Carrefour”-

Todo comenzó el día en empecé a comprar mi botella de “JB” en el “Carrefour”, básicamente porque no podía mantener el gasto de copas de güisqui sueltas en el bar de Modesto.
Y digo que comenzó porque pasé de consumir dos o tres copas de güisquis a la semana a una botella o dos por semana. Dependiendo de si escribía poesía (dos) o narrativa (una).
El caso es que al poco tiempo estaba absolutamente enganchado a un nuevo hábito. Además, no por ello dejaba de beber en la calle: Pues no había renunciado por completo a mis copas con Modesto.
Y el tiempo corría en mi contra. Alguna semana llegaba incluso a tres botellass, copas sueltas aparte.
Es muy típico lo del escritor que bebe, pero en ello caí sin poder evitarlo.
Pronto abandoné todas mis ocupaciones: Trabajo en la ONG, clases en la Senior, así como las clases de español a inmigrantes.
Comencé a descuidarme en el vestir. Y en el bar de vinos próximo a Modesto hice nuevas amistades, de borrachos como yo.
Fue mi padre el primero que se dio cuenta. Y me propuso acudir a “Alcohólicos anónimos”.
Hice un par de amagos de dejarlo, pero...Si no bebía no escribía. Y retorné.
Lo que no abandoné fueron mis clases de Filosofía, en especial las dedicadas al “Malditismo de Rimbaud” en la Bilioteca Municipal de Los Rosales. Por el sencillo motivo de que allí podía justificar intelectualmente mi clara enfermedad.
Pero nada era justificable.
Empecé a publicar. Y a viajar para las presentaciones de mis libros de poesía.
Y en este ámbito como que estaba justificado que bebiese. Todos lo hacían.
Pero cuando ya gozaba de reconocimiento y vendía todos mis libros no por ello dejé de comprar botellas de JB en el Centro Comercial Los Rosales.
                                     Kiko Cabanillas

4 de febrero de 2016

-El sabor que atrajo sabores-

Llevaba varios sin comer carne, así que decidí ir a “Paco” a comprarme un buen filete.
Lo llevé a casa. Y a las 14.00 lo cociné, poco hecho por dentro, como a mí me gusta.
Puse la mesa. Y en el plato el filete acompañado por una ensalada de tomate.
Partí el primer trozo y...
Eran fechas próximas al Carnaval, fecha en la que se preparan filloas en Galicia.
Mi padre en la cocina de la madrileña calle General Moscardó esquina Hernani. Mandilón y despliegue de ingredientes: Harina, huevos, bacon..
Las que más nos gustaban eran las que hacía especialmente gordas.
Y mi ascedente no es que fuera mal cocinero, sino que cautivaba por su buen hacer y por su ritual.
Asimismo, en el chalet de Becerril de la Sierra...

Ingiero un trozo de mi filete de Paco y bebo un trago de Don Simón.

    ...mi padre tenía una parrilla donde preparaba churrasco, que lo aprendió a hacer en la Argentina, entre libros y más libros y más libros de la editoria Losada.

...Deliciosa la carne de Paco.

Y mi madre, quien llevaba el día día de la cocina, hacía un gazpacho fantástico por ser andaluza, si bien sus ensaladillas rusas y sus canelones no le iban a la zaga.

Mastico rememorando los sabores maternos.

Y ahí estaba mi primo Kikón, con los maravillosos platos de pasta que nos hacía a Chemi y a mí los fines de semana, cuando estábamos en el internado Monfort, en Loeches (Madrid).

Y con el último trozo de carne me vienen a la mente sabores de restaurantes mejiocanos, con sus margaritas; indios, con sus picantes. Y gallegos: Combarro, con sus mariscos y su albariño.
                                                  Kiko Cabanillas.


3 de febrero de 2016

-Piraña-

En una calle próxima a la Plaza de Galicia compostelana está ubicada la clínica del estomatólogo y dentista Luis García Varela. Allí me dirigí después de releer de noche “En Busca del tiermpo perdido”, de Marcel Proust. Hasta altas horas de la madrugada.
Llegué pues a las 11.00, hora a la que había sido citado. Me iban a hacer un implante: A colocar los tornillos para el mismo.
Así pues con el sabor de la magdalena de Proust en la boca me recliné en el sillón y abrí la boca.
“Te vamos a anestesiar, Kiko”. Y fueron varios los pinchazos para dormirme la zona intervenida.
Sin duda por lo poco que había descansado y también por la anestesia me quedé profundamente dormido. Eso sí, diligentemente con la boca abierta.
Luis trabajó concienzudamente durante cuarenta minutos. Y cuando hubo finalizado me despertó.
Vino Rosa, la enfermera, y colocándome un espejo en frente me dijo mira: Era pavoroso: Los dientes en una doble hilera parecían los de una piraña: Pequeños y puntiagudos.
Grité pero nadie pareció oírme,
Como si nada hubiese pasado Rosa se despidió de mí.
En el ascensor me miré de nuevo en el espejo. Y efectivamente: Una piraña voráz.

Fue entonces cuando me desperté.
Frente a mí estaba Luis Garía Varela, quien me dijo: ¡Menudo sueño tenías!.
Entonces llegó Rosa con su espejo: Todo dentro de la normalidad.
Me explicó que me habían puesto el tornillo de titanio para un implante.
Y que me avisarían cuando pasase un tiempo prudencial para evitar rechazos.

El implante fue de maravilla. Llevo más de un año con él.
Y culpo a Marcel Proust de haberme producido una puntual pesadilla. Y haberme trasladado al país en el que los sueños y la realidad se dan la mano amorosamente. Kiko Cabanillas.

2 de febrero de 2016

-Y Sandor surcará los mares de nuevo.

Un parche cubriendo su ojo izquierdo. Rostro impertérrito y mueca en la boca.
Surcó los mares desde los quince años, con el viejo Sandor, quien encontró las muerte en una batalla contra corsarios.
Ahora era su turno y él lo sabía,
Si algo caracterizaba al joven Sandor es que violaba a mujeres, hombres, perros y loros cuando conquistaba la bandera ajenas.
Pero ahora estaba irreconocible: Sandor se había enamorado. Y cultivaba zanahorias.
No salía de su casa. Había abandonado el ron y sólo bebía leche.
Pero yo, “Kiko el canalla” no estoy dispuesto a permitir tal tropelía...
Recuerdo Sandor tus promesas de darle la vuelta al mudo: Saqueando y violando.
Ten paciencia. Llegarás a viejo. Y entonces podrás disfrutar de todos los tesoros que habrás acumulado.
En resumidas cuentas Sandor no se te permite que nos abandones. Tu lírica debe fluir. Y debe ser compartida.
Olvida el cultivo de zanahorias. Empresa para mujeres -menos para “Sara la devoradora”- y para enfermos.
Acaso no recuerdas cuando bebías ron en los cráneos de tus enemigos.
No ves acaso que cientos de mujeres sueñan con la posibilidad de ser violadas por ti.
Tu lirismo sostenido.
Tu amor por las mujeres.
Tus críticas complacientes.
Sandor me prometiste dar la vuelta al mundo. No me dejes tirado en el Lérez.
                                                 Kiko Vacanillas.

1 de febrero de 2016

-Un sólo caso o la muerte.

Estaba yo redactando en mi despacho, habida cuenta de que tenía poderes para trasladarme allí donde indicara en mis escritos cuando...
Tras leer mucho sobre el último terremoto en Nepal, comencé a escribir al respecto al objeto de ser trasladado a la zona. Y así fue.
Estaba entre cascotes vestido con un mono de la Cruz Roja.
Entonces escuche sus llantos: Provenían de debajo de unas piedras que conformaban lo que sin duda fue una cornisa.
Entonces me dirigí al lugar y me dispuse a retirar cascotes para acceder a la niña.
Tras dos horas de trabajo lo conseguí.
La niña estaba magullada pero en perfecto estado de salud.
La abracé y con ella me dirigí al puesto de la Cruz Roja.
Allí la dejé.

Debería dar por concluido mi viaje. Así lo sentía, pero...
Sin poder parar ni un minuto seguí ayudando al rescate de personas.
Pero sabía que debería conformarme con el rescate de la niña y volver a escribir para regresar.

Y entonces fue cuando cayó sobre mí aquel muro. Quedé aprisionado y con un fuerte golpe en la cabeza.
Gracias a dios que tenía un cuaderno conmigo y un boli.
Rápidamente redacté: “Y entonces se despertó en A Coruña”.
Y sin más así fue.
Estaba en mi casa de A Coruña desde donde pude seguir por Internet las noticias sobre el terremoto de Nepal.
Sin duda mi otro yo había fallecido, pues estaba aprisionado y con un fuerte golpe en la cabeza.
Nunca más volvería a incumplir el pacto acordado: Tras finalizar la situación requerida volvería de inmediato a mi hogar.