30 de noviembre de 2015

-12.000 X 20= 240.000 Euros, para Santi-

Mi hermano Javier: “Si tu hijo Santi -Síndrome de Down- te sobrevive 20 años necesitará: 1.000x12=  12.000x20= 240.000 euros”.
Y mi Poesía.
Lo sé de Poesía no se come.
Pero se lleva con dignidad el ayuno.
Y además Santi es magnífico. Y aunque con dudas confío en el mundo: Nadie dejaría que pasase hambre.
Y le gustan las Campurrianas: Sabedlo; porque el día que yo no esté nadie sabrá cuales son sus galletas preferidas.
240.000 euros, ¡Qué barbaridad!, gracias Javi.

Pero yo lo amo mucho más que 240.000 euros. Mucho mucho más. Ya sé: Me prostituiré, robaré, asesinaré, desfalcaré. Y todo ello para que mi hijo Santi pueda seguir comiendo Campurrianas “ad eternum”.

Y cuando me haya muerto encontraré el sistema para seguir cuidándole. Reviviré como cuidadora de niños, como médico, como compañero de clase...

El Amor es inmortal.

240.000 euros, ¡Qué barbaridad!.

Y cuando yo me acabe ¿a quién dará besos en los morros Santi?. ¿Quién le hará el ogro? ¿Quién verá con el Play House Disney?.
Pues sabeis lo que os digo: No me muero nunca antes que él, y no porque él vaya a vivir poco. ¡Qué va!. Sino porque mi Amor hará que yo viva un mínimo de 120 años, la edad justa para cuidar a mi pequeño en sus últimos días.

Y si para ello es necesario vender mi alma al diablo: ¡Tómame Belcebú!.
Mi alma por la compañía de Santi. Mi más dulce condena.

240.000 euros. ¡Qué barbaridad!.

27 de noviembre de 2015

-El día que me convertí en un Imbécil-

                               Como todas las mañanas: Me desperté a las siete y bajé a desayunar.
Como algo muy extraño -pues siempre se levanta más tarde- mi hija Julia bajó de su cuarto -del duplex- y se dispuso a tomar también el primer alimento del día.
“Buenos días princesa”, le dije.
Por toda respuesta tuve un gesto como de asco.
No le di importancia. Me duché y salí a la calle.
Al pasar junto al portero: “Hola José, ¿Cómo che vai?”. Y nada: Gesto de desprecio.
¡Inaudito!.
Salí a la calle y subí al 14.
Al conductor le di mi tarjeta del bus porque no me la leía: Yo no se la paso, lo siento.
Pero no tengo dinero, ¿Y si viene el revisor?...
Llegué a mi ONG Ecos do Sur. Y como siempre saludé: ¡Hola guapas!.
Silencio absoluto por respuesta.
Intenté falar galego con Mila pero...”Perdona estou liada”.
Entonces cogí el teléfono que sonaba y...”Ponme con algún compañero”.

Era trágico. Todos estaban como confabulados.
Ya no era el chico simpático que había sido toda mi vida. Y la gente como que me rehuía.

Ya sé era un montaje...Una broma...

Partiendo de ese supuesto todo fue mejor. Incluso parecía que ya me trataban mejor.
Y a la noche de ese agotador día: Un mendigo me paró y me dijo: “Hay días que son especialmente malos ¿verdad?.”
“Sí respondí, pero tú y yo le vamos a poner remedio”.
Paré un taxi y le pedí que nos llevara al restaurante mexicano “Tamarindo”, de unos amigos
Allí fuimos muy bien recibidos, a pesar del pésimo aspecto de mi compañero.
Comimos hasta hartarnos y bebimos “pisco” y “magaritas”. De postre dos “Cielito lindo”. Y para rematar dos copas de Tequila.

Y con el último trago de licor, el “fatum” murió para siempre. “Chao nena”, le dije a Ines -propietaria y camarera-.

26 de noviembre de 2015

-Cajero 4-b-

                     Hay que asegurarse de que todo el mundo ha pasado ya a efectuar sus operaciones.
Cuando la intimidad está asegurada, me introduzco en mi nueva casa. Me aseguro de que los cartones estén bien colocados. Y dejo el "brick" de vino en el altar.
Me tumbo, repaso mi ropa. Tengo más en mi bolsa, así que si es necesario me cambio. Pero la verdad es que está toda igual de sucia
Extraigo del bolsillo de mi roído abrigo el librito de “Estefanía”.
“Espero que no vuelvan esos hijoputas”, reflexiona mientras se va quedando dormido.
Y es que la semana pasada, cuatro niñatos con el pelo en punta y decorados con “cruces gamadas” le dieron una solemne paliza,
Ya entornando los ojos mira finalmente la lucecita del monitor y recuerda la luz del puerto que se veía desde su cuarto del piso en el que vivía en A Coruña con su familia. Buenos tiempos. Aún no habían empezado el alcohol y el juego.
“Quien si quiero que venga es ese chico Evangelista. Me trae libros y leche caliente”.
“El que también echo de menos es a Kiko, que insiste en traerme libros de la Promoción Poética de los 50 y también algo de comida. Comida para el espíritu, dice alzando los libros. Y unas barritas de chocolate para el frío”.
Como habeis podido deducir vivo en un cajero 4-B. Me han echado del "Refugio" por beber. “Y cómo no voy a beber con la vida que llevo”.
“Beberé hasta que un buen día...”.
Amigos, Mujeres, Trabajo, Salud, Juventud, no caben en mi mundo.
Y antes de cerrar los ojos imagino: Un mundo sin pobreza, sin alcohólicos, sin mendigos, sin enfermos, sin tanta tanta mierda...
Y por la mañana me dará el desayuno Kiko y acto seguido vendrá el encargado del banco a advertirme que van a abrir y que debo buscarme otro sitio, pues a los clientes les incomoda mi presencia.
Soy molesto, sucio, incómodo. Pero amigos sigo siendo persona.
Tengo deseos, hambre y sed, ilusiones -aunque pocas-, esperanzas -aunque cada vez menos-, sueños. Y sobretodo mucha hambre. "Cada días tarda más Kiko en traerme el desayuno".

25 de noviembre de 2015

-Mi nuevo Fax-

   Todo comenzaría el día tres de octubre de 2015 cuando me senté en el watter del cuarto de baño del piso inferior de mi duplex: Ví que en el rollo de papel higiénico que reposas sobre la calefacción había algo escrito. “Buenos días Kiko...Estaremos en contacto”.
No sé porque pensé instintivamente en los tiempos en que llegaban a la redacción todas las noticias por Fax, no como ahora por e-mail.
Bueno, pero me que dé estupefacto. ¿Quién podía haber escrito eso?.
Les pregunte a mi mujer y mi hija. Y Julia respondió entre bromas: “Ha sido Santi”(Síndrome de Down).
Pero justo cuando conseguí que bajaran a ver lo escrito desapareció como por arte de magia

“¿Ya tan temprano bebiendo?”, dijo Ana a modo de broma.
Pero el caso es que las noticias siguieron viniendo con antelación a las de los periódicos, la rádio y la televisión.
Así predije los atentados islamistas en París y el derribo del avión ruso.

Pero me dí cuenta de algo terrible: Imprimía mi papel higiénico antes de que los hechos hubieran ocurrido. ¿No suponía eso una dramática predestinación?.

Con ayuda de mi primo profesor Kikón, profesor de Derecho e intelectual, juntamos en su casa a varios genios populares, y entre todos analizamos la situación.

La conclusión fue la siguiente: “No estábamos predestinados, sino que simplemente el Fax se adelantaba al tiempo, no lo condicionaba, lo preveía”.

Y a todo esto yo seguía recibiendo los Fax higiénicos allá donde estuviere, no sólo en casa.
Supe con antelación de la película “Una pastelería en Tokio”. Y asimismo sabía con antelación de novedades editoriales.

No tardé en darme cuenta de que debería sacar provecho a mi nuevo Fax, así es que edité una revista “Rúa” de cultura y arte, en la que tenía primicias en cada número. Si bien debido a su limitada edición la magia no transcendía demasiado.

24 de noviembre de 2015

"Sin billete en el bus".

No llevaba la tarjeta del bus, pues la había dejado en otra cazadora. Y suelto sólo llevaba para el café que me tomaba todos los días a las 11.00 horas. Así es que decidí colarme en el bus.
Llego el 14 y subí. Hice como si tuviera el bono en la mano y lo pasé por el lector. Ni cuenta se dio el conductor de mi farsa.
Acto seguido me dirigí hacia el final del transporte urbano.
Y cuando llegamos a la plaza del Pájaro todo cambió. Subió un revisor, con cara de pocos amigos.
“Buenos días” le dijo al conductor.
“Su billete, por favor”, le espetó a un pasajero.
“Bien, gracias”.
“Billete..”. “Billete...”
Y cuando llegó a un adolescente...Éste le dijo: “No tengo billete. Me he colado”.
Entonces el revisor abrió la bolsa que llevaba adherida a su cuerpo y extrajo una ametralladora.
La cargó y le dijo al conductor: “Para, que éste se baja”.
El conductor obedeció, paró y abrió la puerta. Lo echó del autobús y cuando estaba en la calle le disparó una ráfaga que le abrió varios boquetes en la frente.

A esto yo permanecía entre el estupor y el pánico al final del bus.
De nuevo el revisor continuó su chequeo. Ya con la metralleta en bandolera.
Todos tenían billete. Y al llegar a mí...

¡Perdone pero no sé dónde he puesto el bono bus!.
No coló.
Me asió de los pelos y con la metralleta apuntándome me conminó a bajar del bus.
Ya en tierra rogué a dios que no me diera una muerta ta absurda.

Pero...disparó...Y...

Éste fue un capítulo de ensoñación que sufrí el día que decidí colarme en el bus.
Ni que decir tiene que no hubo metralleta ni muerto, pero la imaginación es libre. Y más todavía cuando está sometida a presión.

23 de noviembre de 2015

Un trago con algunos de mis muertos.

                                                             Este fue un sueño buscado.
Muy joven, de veintitantos, era David cuando la muerte vino a buscarlo. Era alpinista y claro...En los Alpes franceses se quedó.
Recuerdo de él escenas entrañables del viaje que compartimos alrededor de la India. Era muy culto y aficionado al Arte. Andaba siempre con gente rara (marginales y demás). Su compañero de cordada en su última ascensión era un ex-presidario.
Me tomaría con él una birra “Cobra” fría y un arroz indio con Chapati.

También se me marcho mi madre Paca.
Era inteligente y sensible, como buen Cabanillas.
Le gustaba la buena mesa y el lujo.
Era elegante y de buena familia -lo cual llevaba con gran orgullo-.
Con ella me tomarías un gazpacho y un rodaballo al horno.

Un “Cointreau” es lo que sin duda me tomaría con mi fallecido tío Pepe, que acostumbraba a tomar al final del día, cuando se relajaba en la terraza de su gran casa malageña.
Aprendió alemán en su casa sin ayuda de ningún profesor. Al igual que informática. Era un autodidacta.
Listo como un ajo. Y muy culto en aquello que le interesaba.

Trataba mucho con gente popular.
A mi tío Luis le gustaba el buen comer y el vino de su “A Estrada”.
Tenía muchos amigos.
Era muy querido por el pueblo y sabía distinguir perfectamente entre un buen pescado y otro excelente. Un buen vino país, tinto sería lo adecuado.

Lo quería un puñao. Era mi hermano, aunque en realidad fuese mi primo.
Ante todo un Cabanillas.
Era médico aunque sin MIR. Trabajaba como facultativo sanitario en un circo, lo cual a mi me causaba grandes risas. Cuidó a Pepe hasta el final.
Y se murió -cáncer de pulmón- de un modo elegante y sin miedo.
Con el me bajaría un batido de helado de Crema Catalana. Muy entendido en literatura clásica.
Delicado y sensible. Era un sol.


Por Kikovacanillas.

20 de noviembre de 2015

-El día que me convertí en perro-

Me desperté, como todos los días a las siete de las mañana. Me picaba un costado, así es que me          rasqué. Pero...Con una pata.
Debo estar soñando, que es todo este pelo...
Salí del cuarto cuya puerta estaba entornada.
Al salir me encontré a mi hija Julia, quien me acarició. Hola guapo!.
Corrí, a cuatro patas para verme en el cristal del despacho. Efectivamente era un perro. Y es más era Xeito, el perro de la familia.
Bajé a desayunar comida de perro. Y asqueado le pedí a Ana que me diese unas galleta..
“Por cierto Julia ¿has visto a Kiko?: Ha debido salir a correr”.
Pero pasó el tiempo y el “pater familia” no aparecía.
Y yo no sabía como hacer para que se dieran cuenta de quién era realmente.
Como gesto desesperado me puse sal lado de mis libros de poesías y con la pata pasé unas páginas.
“Claro Xeito, quieres leer”, me dijo Julia entre bromas.
Pasó toda la mañana y Kiko no aparecía...

Mi inquietud ahora era saber en qué se había convertido Xeito. Porque así quizás desvelaría el entuerto.
Y cuál fue mi sorpresa cuando observé que nuestro periquito se rascaba como Xeito.
Lo saqué de su jaula, con grandes dificultades.
Y una vez liberado por sus movimientos descubrí que efectivamente era nuestro perro.

Pero cómo podía deshacer el entuerto. Si no podía hablar.
Y así fueron pasando los días sin que nada variase.
La policía estaba alertada. Y los vecinos también.
Kiko no aparecía y no aparecería jamás.
Yo no pude sino habituarme a mi nueva vida. Y lo peor de todo es que tenía una amiga medio “meiga” que seguro que podría ayudarme.

Un día vio a casa. Y yo la miré directamente a los ojos. Traté de comunicarle lo que acontecía.
Y ella dijo: “Dejarme un momento a solas con Xeito”.
Fueron muchas las palabras que dijo. Y salió un momento a coger al periquito.
Y cuando por fin abrió la puerta allí estábamos todos: Kiko, Xeito y el periquito.

19 de noviembre de 2015

-Sumidero-

        Por indicación de mi mujer, y siguiendo las instrucciones del fontanero que había venido a casa a montar la ducha, me dispuse a sacar los pelos que atoraban el baño.
Tal como me había indicado el técnico cogí un destornillador de tres puntas. Y desatornillé la tapa. No sin gran esfuerzo retiré la pieza y la coloqué a mi diestra. Quedó al descubierto la que extraje con sumo cuidado, hasta dejar al descubierto un profundo hueco.
Todo estaba cubierto de pelo, tal como había pronosticado Ana. Retiré el cabello y lo tiré por el water.
Coloqué las extraídas junto a la tapa y justo en ese momento solté la goma, que protegía el artefacto, al interior. Sin pensarlo dos veces introduje la mano por el hueco tanteando en busca del objeto perdido. Pero...Nada.
Fue entonces cuando sentí que una mano me agarraba el antebrazo presionando con fuerza.
Intenté retirar mi extremidad pero...¡Imposible!. Estaba atrapado.
No había nadie en casa, aún así grité por si me oía la vecina.
Y en ese momento surgió la voz, que dijo: “¿Quien te ha dado permiso para entrar en mi hogar?”.
No podía creerlo, alguien hablaba desde el interior del sumidero.
“Perdona, no lo volveré a hacer. Pero suéltame”, dije.
“Que así sea”, dijo la voz de ultratumba.
Ya libre respiré aliviado...
Y en ese momento llegaba Ana de las calle.
“¿Has retirado el pelo del baño?.”, me preguntó
“ Sí pero que sea la última vez”.
“¿Y eso?...”.
No te lo creerías si te contara lo que me pasó, pero jamás en mi vida vuelvo a meter la mano en un sumidero.
“En fin Kiko. Tú y tus cosas”. Y por cierto hay que comprar otra goma de protección. Pero yo no la instalo.

18 de noviembre de 2015

-Bricor. Atrapado-

              Me acompañaron mi hermano Javier y mi padre -del mismo nombre- al centro comercial “Espacio Coruña” a comprar una ducha, con la que pensaba sustituir la bañera, que por mi minusvalía me resultaba incómoda para ducharme.
Nos atendió la encantadora Antía, quien nos recomendó un suelo antideslizante, que compramos sin duda alguna. Como estaban muy liados de pedidos tardarían dos meses en instalarla.
El precio era elevado -250 euros mensuales, durante un año- pero me lo podía permitir. Y mi padre me pagaba la mitad.
Así es que un buen día, por la fecha acordada llegaron dos obreros a casa. Y en tres días -con trabajos previos de albañilería para retirar la bañera- me instalaron la ducha. Al cabo de dos días vinieron los fontaneros y finalmente trajeron la mampara.
Ya tenía ducha nueva. Y me disponía a estrenarla. Así es que hice unas flexiones y abdominales para sudar un poco y me introduje en la ducha.
Cerré la mampara -¡en buena hora!- y abrí el agua caliente. Cerré para enjabonarme y un chorro abundante me retiró el champú que sobraba.
La toalla estaba fuera, así es que intenté abrir la mampara. Entonces...
Estaba atascada. Y no abría.
¡Calma!. No hay que ponerse nervioso.
De nuevo, comedidamente, traté de abrir, pero me fue imposible.
Así estuve intentándolo como media hora. Finalmente perdí los nervios y traté de romper la mampara. Con el trágico resultado de golpearme la cara con la susodicha.
Ya sé por arriba. Pero debido a mis 117 kilos no podía subir.
Bueno, ¡esta situación es absurda!.
Ya sé a las 10.00 horas llega María -la doméstica- y ella me sacará.
Sin embargo...Ya debían ser las 10.00 horas y no llegaba.
¡Ah, claro hoy es miércoles, justo el único día de la semana que no viene!.
Ya llevaba más de tres horas en un ambiente muy húmedo, por lo que había comenzado a enfriarme.
Entre estornudos comencé a rezar...
Pero no me sabía el padrenuestro entero. Y además yo no era creyente.
Tuve que dormir en la bañera, muerto de hambre.

Y cuando al día siguiente llegó María, el ruido de la puerta me despertó y...
Todo había sido una pesadilla. Una terrible pesadilla. 

17 de noviembre de 2015

-La huida del kamikaze-

París se tiño de rojo aquel viernes de Noviembre de 2015. Fueron 129 víctimas mortales en venganza por la participación de Francia en la guerra de Siria.
Raúl era uno de los kamikazes en cargados de hacer estallar su carga entre el público asistente a un partido de fútbol. Para ello había sido debidamente adoctrinado.
La única pieza que no encajaba en el puzzle fatídico era Carla: Su novia gallega, hermosa como una madonna.

“Danos nombres o no saldrás de aquí con vida”, le espetó el policía parisino al tiempo que le propinaba una patada en los testículos.


Con sus padres iba todos los domingos a la mezquita. Él era musulmán como sus ascendentes pero parisino de nacimiento y con mucha familia en Madrid -de ahí su nombre-.
Especialmente su padre le había introducido en el Estado Islámico. Y siempre le decía que cuando llegase el momento del martirio no tenía nada que temer porque pasaría a mejor vida.
Un auténtico “come cocos” ejercían sobre el en su casa y sus amigos, quienes se mostraban orgullosos de que Raúl hubiese sido elegido por el Estado Islámico para un reciente atentado, del cual obviamente no sabían nada. Que no tuviese antecedentes policiales jugaba a favor de la nueva encomienda.

Le habían colocado una manta muy fina sobre la boca. Estaba atado a una silla. Y vertían agua con una palangana sobre su boca, impidiéndole respirar. Cuando estaba a punto de fallecer por asfixia le retiraban el agua.
¡Dinos quienes son tus jefes!.

Todo había comenzado cuando movido por su padre y amigos se ofreció para irse a Siria para defender allí al Estado Islámico.
Finalmente se echó atrás, lo cual enojó sumamente a sus tutores. Quienes no dudaron en encomendarle la referida nueva tarea.

Y es que cuando se vio libre de sus vigilantes entró al estadio por una puerta y en vez de inmolarse salió por la entrada contraria. La imagen de su novia presidía toda la operación. Ello unido al hecho de que morirían decenas de inocentes. Ningún dios podía querer eso...Justo al abandonar el estadio la policía le detuvo al percibir un sospechoso bulto bajo su camisa. Efectivamente eran los explosivos.

La batalla había acabado mal. Muy mal, aunque su padre no estaría de acuerdo y le diría que era un orgullo ser mártir de la causa musulmana.
“Carla, ayúdame”, trató de decir al tiempo que se obstruían definitivamente sus vías respiratorias.
                                                      por kikovacanillas
   

16 de noviembre de 2015

“Mi otra vida con el Estado Islámico”.

          Era viernes 13 de Noviembre del 2015. Y a la noche escuché en la televisión que París sufrió un atentado islámico que había provocado 150 víctimas mortales, que luego fueron 129.
La autoría recocida fue del Estado Islámico, que trataba de vengarse de la participación de Francia y Bélgica en la guerra de Siria.
En un principio se habló de un español fallecido. Pero luego pasó a hablarse de cuatro. Y finalmente sólo de uno.

El caso es que yo había estado a punto de viajar por aquellas fechas a París, para asistir a una exposición de Van Gogh en el Louvre, pero al final desistí.
El atentado había sido triple: Tres kamikazes en el Estadio de Francia, en la Sala de Conciertos Bataclán, y finalmente en varios bares y restaurantes.

Cuando estaba bajo el efecto desconcertante de las noticias de París, sonó el timbre de la puerta.
Con buena presencia y un corte de pelo continental, nada en su aspecto me hizo desconfiar. Así pues lo deje pasar y le pregunté: “¿Con quien hablo?”.
“Soy Belcebú y vengo a hacerte una oferta que no podrán rechazar. Bueno a imponerte”, me dijo.
“Perdona pero no estoy para bromas”, señalé al tiempo que cerré la puerta.
“Tu madre quiere hablar contigo kiko”, gritó.
Volví a abrir la puerta y le dije que esa broma carecía de sentido. Y que mi madre había muerto hacia cuatro años.
"Sí, lo sé. ¿Quieres hablar con ella?...Bueno luego".

Verás Kiko tengo el poder de rebobinar vuestras vidas. Y lo que puedo hacer es enviarte a París. Hay en este momento tres españoles muertos que aparecerán en breve. Pero luego se verá que se trataba de un error. Mi oferta es la siguiente: Véndeme tu alma y yo haré que tu seas uno de esos españoles resucitados. Niégate y sólo resucitarán dos.

Por cierto no existe dios. Tan sólo el espíritu, pero no está capitaneado por ninguna figura religiosa, ni Alá, ni Yahvé ni Dios.

Además que sepas que si me vendes tu alma podrás pedirme todo lo que desees en esta vida y te será concedido, dentro de límites razonables, y sin que intervengan terceras personas.

Acto seguido sometí a mi invitado a pruebas que atestiguasen que efectivamente venía del más allá. Y pasó las pruebas con sobresaliente.
Para concluir tan sólo diré que me convertí en un auténtico sabio y que tanto yo como mi familia vivimos rodeados de riqueza y conocimiento.
Yo además conseguí darle la vuelta a la tortilla: Logré que mi ONG contase en sus filas con el “daimon”, aún sin saberlo.
“Bueno y ahora ¿puedo hablar con mi madre?. 

13 de noviembre de 2015

-Entro en el Nirvana-

                “Kiko no te preocupes eres perfectamente capaz de coger un avión. Es sencillísimo: Localizas el cartel que reza “Madrid” y lo sigues. Llévate una bolsa y así no tienes que facturar. Hace ya más de veinte años que tuviste el accidente. Y estás plenamente recuperado”, me dijo por teléfono mi hermano Javier.
“Sí pero también desde hace veinte años tengo una minusvalía cognitiva y de movilidad. La teoría es muy fácil: En fin, me atreveré”, respondí.
Así pues llegué en autobús al aeropuerto de A Coruña -pues desde mi accidente no conduzco, y mi religión me impide los taxis-...Estaba lloviendo.
Iba, según el consejo, con una bolsa por todo equipaje. Entré y me fijé en los carteles: A Coruña-Madrid, sale en veinte minutos.
No hubo ningún problema.
Me acomodé y estaba volando destino a la capital
Pasé un fin de semana maravilloso en casa de mi primo Enrique. Y pude asistir al congreso de ONGs, lo cual era el verdadero motivo de mi viaje.
Llegó el domingo y, aunque mi primo me quiso acompañar, fui sólo al aeropuerto.

Cómo cambiaba todo. De entrada había que dirigirse a “Salidas”, edificio que era idéntico al de “Llegadas”. Una vez dentro todo eran carteles luminosos e indicaciones digitales.
Cuando me dí cuenta estaba rehuyendo las indicaciones por puro pánico. Paseaba la vista por ellas sin intención alguna de leerlos.
Me comí las uñas: Los dedos también.

Y de repente vi un duende de gorrito rojo que me decía: Por aquí Kiko. Ven por aquí, abriendo una pequeña puerta que comunicaba con las pistas de aterrizaje.
Ese es tu avión. Y este cochecito te llevará hasta él.

“¿Sabes cómo se llama esta puerta?”, me preguntó el duende.

“Nirvana”, se respondió a sí mismo.

Como os podéis imaginar ni el duende, ni el Nirvana...Y el servicio de atención psicológica del aeropuerto fue muy eficaz. Ni que decir tiene que perdí mi vuelo...y temporalmente mi salud mental.

11 de noviembre de 2015

-Hablar a una planta-

Llegué a A Coruña ayer, después de pasar un fin de semana en Madrid, con mi mujer y mis hijos. Espléndido.
Antes de subir me tomé un par de cervezas, para entonarme, que acabaron tres “bocks”.
Y cuando llegué al piso dieciseis en el que vivo, fueron apareciendo todos mis amigos: Los duendes, los muertos, los enemigos, los inmigrantes...
Así es que entré en la casa. Y allí estaba ella... Haciendo su justa función clorofílica.
Verás “lechuga” -así la llamo- vengo triste por haber tenido que dejar a mi hijo Santi en la capital.
Estaba tan guapo como siempre o más. Sigue prácticamente sin hablar el muy cabrón y ya va a hacer trece años. Comprendo su postura existencial. Pero no hay que ser tan radical.
Pues si “lechuga” he pasado seis días si escribir y lo hecho muchísimo de menos.
Y a ti...¿Te ha regado bien María?.
En fin que el retorno del separado siempre es fuerte. Mi ex estaba preciosa. Y fuí a cenar a un mexicano con mi “hija-mujer ya” a un restaurante mexicano: “Méjico Lindo”, donde pude comprobar horrorizado como el camarero le echaba los tejos a Julia.
Verás “lechuga” no es que me importe que se quieran ligar a la joven, lo que me disgusta es la “futilidad existencial”. No hace nada la estaba paseando en carrito por el paseo marítimo.
Me refugiaré como siempre en la lectura. Ella nunca me falla.
Y cómo no platicaremos largo y tendido tú (lechuga) y yo.
Hoy, según acabe en el médico: Me lesioné una costilla en una caída que tuve antes de irme a Madrid, comenzaré a trabajar en Ecos do Sur. Mi nueva familia son los inmigrantes.
Además tiene la inmensa ventaja de que todos ellos están mucho más jodidos que yo. Lo cual alivia.
Y ahora sin coña: Los quiero muchísimo: Son mi gente.

10 de noviembre de 2015

-Caída vía tren-

Iba de finde a ver a mis hijos a Madrid, así es que cogí un tren que, desde las 22.30 horas hasta las 8,05 horas, me tendría inmerso en un contexto metálico y ruidoso en el cual sin duda alguna miles de ideas pariría mi alma. Como siempre llevaba mi libretita de cuero y un boli dispuesto a registrar todo cuanto pudiere surgir.
Como ya sabeís soy un recién separado y estoy por ello francamente inestable.
"Tren destino Pontevedra, Vigo, A Coruña, número 158, embarquen por vía 7", rezaba el cartel.
Me dirigí a mi compartimento, pero antes de subir nació en mi un relato, así que cogí el boli y la libreta y me dispuse a escribir. Anoté la idea central, y cuando ya me iba a disponer a guardar la libreta y el boli, un movimiento en falso hizo que mis notas cayeran a la vía.
¡No, mi relato!, dije al tiempo que saltaba a los railes. Cogí la libreta y cuando me disponía a subir me dí cuenta de que no era en absoluto fácil el ascenso.
 ¡Dame la mano!, me dijo un señor. Me asió con fuerza. Y...cayó de cabeza a la vía.
Acto seguido el individuo salió aupándose con las dos manos. Yo no podía hacerlo por mis 117 kilos.
¡Señor que viene un tren, salga de ahí!, me increpó un pasajero.
Me quedé petrificado. No veía por que vía circulaba el tren. Y por lo tanto no sabía donde me debería poner para evitarlo.
¡Piiii....!. Mis hijos...Mi ex...Mis hermanos...Mis inmigrantes.
Y el tren pasó subitamente por la vía de al lado. Acto seguido vino un ordenanza con una escalerilla. Y pude salir de ese infierno.

9 de noviembre de 2015

-Separado en Madrid-

Mi primer fin de semana de padre separado en Madrid transcurrió con total normalidad.
A Coruña quedó atrás y tuve el privilegio de acudir con mi hija Julia -de 18 años- a “Bodas de sangre”, de Lorca, en el teatro independiente Karpa. Una maravillosa cena en un restaurante mejicano con mi hija en la que el camarero, cuando fui al baño, le entregó a Julia una tarjeta con su teléfono.
Y yo comprendí que la niña con la que paseaba por el Paseo Marítimo de A Coruña ya había muerto para dar paso a una fantástica mujer.
La magia del tren, esta vez ya en coche cama, y el vermú de barril, fueron también parte de la magia de este viaje.
Y para concluir el viaje fuimos mi mujer, Santi y yo, a la cuesta del Mollano, donde compré tres libros por veinte euro: Poesía japonesa, uno de Alfonso Reyes y Poesia surrealista francesa.
Aunque me trato de maravilla, sentí unos inconmensurables celos de mi suegro, quien de la noche al día se ha quedado a vivir con toda mi familia. Y sobre todo con Santi, a quien para colmo le paga toda la comida. Aún si fuera un “ijoputa” me lo pondría más fácil. Pero que va se preocupó el buen hombre de que tuviese en la mesa un plato de Migas Extremeñas, que me gustan más que mi vida.
No pude ver a mi primo-hermano Enrique porque se le está muriendo el suegro. Y tuvo que atender tanto a su suegro como a su mujer, quien naturalmente estaba muy baja de ánimo.

4 de noviembre de 2015

“Informática para todos/as”.

En el primer fin semana de octubre decidí viajar a Madrid a celebrar mi cumpleaños en compañía de mi mujer -separada- y mis hijos -Santi y Julia-. Saldría el viernes por la mañana y volvería el domingo a la noche.
Mi mujer me dijo que no me preocupase porque me haría llegar los billetes por “mail”.
¡Que no me preocupase...! ¿Cómo coño se sacan unos billetes que te envían por “mail”?.
Ya sé, se subraya todo y luego se abre el Open Office y se da el Copiar y Pegar. Yo creo que la teoría es esa.
Así es que el jueves por la tarde, cuando me comunicó mi mujer por mensaje en el móvil que ya me había enviado los billetes, de ida y vuelta, para el viernes y el domingo, me dispuse a imprimirlos.
Encendí el ordenador. Y de repente un cartel: “Enciende el altavoz besugo”.
Hice caso al misterioso mensaje y encendí los altavoces...
“Bien ganso -dijo la voz del altavoz- te daré instrucciones: Localiza el mensaje de los billetes y subrayaló todo. Copialó. Ahora minimiza y abre el Open Office. Abre texto”.
“Ya estamos acabando -prosiguió-, pero espera que me voy a tomar un café. Mientras no toques nada”.
Al cabo de diez minutos... “Colócate en el texto de Open Office y Pega -botón izquierda-. Ya te ha quedado el texto en un documento Open Office, que puedes imprimir cuando quieras”.
“¿Te resultó muy complicado?”, me dijo el duende.
“No, me resultó muy sencillo, siguiendo tus instrucciones. Pero ahora tengo una dependencia informática sólo de mi mujer sino de un duende. ¿Cómo explico yo esto a mi familia y amigos?.
Oye y también ¿me puedes ayudar a redactar?. Sería fabuloso y nadie conocería mi secreto”.
“Ni lo sueñes. El Arte de escribir lo has de buscar dentro de tí. Yo te ayudaré en operaciones cotidianas y absurdas desde el punto de vista espiritual”, sentenció.

Al final fue todo más fácil. Imprimí los billetes desde Archivo. Y ya está. Y tu duende vete a marear a tu puta madre.

-Asegurando mi vida.

Estaba haciendo un trabajo de presupuestos para asegurar los locales comerciales y pisos de le empresa inmobiliaria familiar, cuando de repente, tras cuarenta minutos de trabajo leo: -”Si su mujer le abandona nos hacemos cargo. Y de los niños también”.
-“Bueno de los niños no haría falta -pensé- pues se han ido con la madre”.
Pero...”Qué hago hablando de un tema tan personal con un ordenador”, reflexioné.
-“No te preocupes Santi está yendo a uno de los mejores centros educativos que hay en España para Síndrome de Down. Y Julia triunfará en su carrera de Derecho”.
-”Tienes razón. Y además yo tengo libertad y tiempo para escribir”, maticé.
-Pero, ¿qué hago?...
-Estoy hablando con un ordenador.
-“Sí, estas conversando conmigo”, dijo. “Pero no me digas que no te gustó cuando Julia te dijo que había salido de copas por Malasaña. Y que había ido al Reina Sofía”.
Julia está en un piso con tres amigos y pasará probablemente los mejores años de su vida. Además se está formando en Derecho...
-“Bueno plástico. Y tu que opinas de que estudie también Periodismo, en una doble titulación”, pregunté.
Acto seguido la pantalla se cubrió con esta respuesta: -“Periodismo es una carrera muy fácil. Y Julia tiene capacidad más que de sobra para estudiar las dos, pero...También está estudiando la carrera de la vida. Y debe tener tiempo para ir a museos, cines y teatros. Así como para aprender idiomas y viajar. Que ponga en orden sus deseos y si tiene tiempo que estudie Periodismo. Pero no como prioridad”, me dijo el Samsung.
-“Coincido plenamente contigo. Y así se lo haré ver a mi hija”, afirmé.
Y en ese momento miré la hora. Y eran las cuatro de la mañana, cuando me dí cuenta de que llevaba treinta minutos absorto mirando al ordenador...Y me había imaginado que éste me hablaba. Pero en realidad era un soliloquio conmigo mismo. Y sobre todo mucho cansancio.
Bueno, lo pactado; escribo para la familia, leo poesía y me voy a trabajar a Ecos do Sur, donde esperan ansiosos mi habitual comunicado para colgar en el blog.


2 de noviembre de 2015

-El cuarto mágico-

                   Lamas (Santiago de Compostela). Puente de Octubre de todos los Santos.
Llamo a mi padre y me autoinvito a pasar unos días en el cuarto de invitados de la planta baja de su hermosísima casona gallega. El primer día que llego -en tren desde La Coruña- me instalan con total comodidad y paso el día leyendo con mi pater familia en la sala de lectura ubicada en un cuarto adyacente al comedor. Hay dos sillones para leer: Uno con un flexo maravilloso -el de mi padre- y otros con una lámpara rústica y suficiente.
Casi dos horas de lectura, visionado de la televisión. Y a dormir a las 23.00 horas.
Me despierto y en un duermevela trato de encontrar el despertador. Fracaso.
No sé donde estoy ni que hora es. Al tocar la cama continua a la mía descubro que no estoy en casa de La Coruña.
Según me voy despertando, caigo: Estoy en Lamas.
Toco la pared en busca del interruptor...Nada.
Me levanto y recorro con la mano la pared granulosa en busca de la luz.
Así palpo más de diez metros. Pero...No salí de la habitación. ¿O sí?.
Sospecho que estoy en el pasillo pues siento al tacto los cuadros que éste alberga.
En esto, encuentro un manubrio y se abre una puerta. Paso dentro.
Muebles. Sospecho que estoy en el “Cuarto mágico”; donde, según María -la doméstica-, ocurren episodios fantásticos promovidos por las meigas.
Dejo atrás el mobiliario y entro en un espacio vacío.
Hay una cama. Toco un cuerpo.
Una luz velada se enciende...”¿Quién es usted?”, me pregunta un hombre de grandes bigotes
“Soy el hijo del propietario de esta casa”, contesto.
“Yo soy el propietario y no tengo hijos”, replica.
“Vuelva usted por donde ha venido o llamo a la policía”, me amenaza.
“Y así fué”. "Regresé".