23 de noviembre de 2015

Un trago con algunos de mis muertos.

                                                             Este fue un sueño buscado.
Muy joven, de veintitantos, era David cuando la muerte vino a buscarlo. Era alpinista y claro...En los Alpes franceses se quedó.
Recuerdo de él escenas entrañables del viaje que compartimos alrededor de la India. Era muy culto y aficionado al Arte. Andaba siempre con gente rara (marginales y demás). Su compañero de cordada en su última ascensión era un ex-presidario.
Me tomaría con él una birra “Cobra” fría y un arroz indio con Chapati.

También se me marcho mi madre Paca.
Era inteligente y sensible, como buen Cabanillas.
Le gustaba la buena mesa y el lujo.
Era elegante y de buena familia -lo cual llevaba con gran orgullo-.
Con ella me tomarías un gazpacho y un rodaballo al horno.

Un “Cointreau” es lo que sin duda me tomaría con mi fallecido tío Pepe, que acostumbraba a tomar al final del día, cuando se relajaba en la terraza de su gran casa malageña.
Aprendió alemán en su casa sin ayuda de ningún profesor. Al igual que informática. Era un autodidacta.
Listo como un ajo. Y muy culto en aquello que le interesaba.

Trataba mucho con gente popular.
A mi tío Luis le gustaba el buen comer y el vino de su “A Estrada”.
Tenía muchos amigos.
Era muy querido por el pueblo y sabía distinguir perfectamente entre un buen pescado y otro excelente. Un buen vino país, tinto sería lo adecuado.

Lo quería un puñao. Era mi hermano, aunque en realidad fuese mi primo.
Ante todo un Cabanillas.
Era médico aunque sin MIR. Trabajaba como facultativo sanitario en un circo, lo cual a mi me causaba grandes risas. Cuidó a Pepe hasta el final.
Y se murió -cáncer de pulmón- de un modo elegante y sin miedo.
Con el me bajaría un batido de helado de Crema Catalana. Muy entendido en literatura clásica.
Delicado y sensible. Era un sol.


Por Kikovacanillas.

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