29 de abril de 2016

Empatía con manteros.

Me desperté violentamente tras la sacudida de Fredy.
Me hablaban en Olof y lo comprendía todo. Yo también hablaba en esa lengua africana.
Pronto salí de mi sueño o entré en él: Yo era un mantero y tenía que ir a vender a la calle Real coruñesa.
Fui con mi compañero después de coger la mercancía.
Yo tenía sobre todo bolsos.
Le dirigía una mirada afectuosa a todas las jóvenes que pasaban ante mi.
Alguna paró y me preguntó el precio.
Estuve cerca de cuatro horas, en las que sólo logré vender dos bolsos.
Me tenía que volver a casa, pues me tocaba cocinar.
Mi hogar estaba vacío, aún no habían llegado mis compañeros. Así es que me dediqué a investigar. Y efectivamente eramos inmigrantes ilegales. Tal como confirmaba una carta que leí de uno de mis colegas a su familia. “No os preocupeis, saldremos adelante”, decía.

Y entonces salí de mi ensoñación.
Estaba en la calle Real, delante de un mantero.
Me estaba imaginando que era uno de ellos.
Hasta tal punto corría mi imaginación que confundía sueño y realidad.
Yo nunca había sido mantero ni podía imaginar lo que ello implicaba.
Así es que para pedir perdón por mi entromisión y para solidarizarme con el vendedor africano le compré un bolsito en el cual metí todas mis cosas.
No le discutí el precio y le pagué de inmediato.
La sonrisa que me dedicó el inmigrante valió por mucho más del dinero que me había gastado.
Socram, amigo”, le dije.
                                            Kiko Cabanillas.

28 de abril de 2016

Ducha en el tiempo.

Caía el agua con fuerza. Y con poca presión.
Ensimismado me frotaba los ojos.
Me extendí el gel. Y me di champú.
Me quedé medio dormido mientras el agua recogía la espuma.

Y decidí salir del baño para salir a comprar el periódico.
Pero...
Mi baño estaba irreconocible: El toallero, el suelo, todo era distinto.

Me sequé, abrí la puerta y...allí estaba Fredo con su cámara colgando.
Venga Kiko. Ya era hora. Tenemos que ir al Parque Lazienki y a la Plaza Mayor, antes de que se reanuden los bombardeos”.
No entiendo”, dije.

Finalmente al cabo de un breve espacio de tiempo comprendí: Eramos corresponsales de guerra.
En la segunda guerra mundial. Y concretamente en Varsovia. Fredo era fotógrafo y yo corresponsal.
No te preocupes por tu desorientación Kiko. He visto cosas más raras”, me dijo el cámara.

Así pues salimos a la calle. Y cuando llevabamos un rato andando, a la altura del Palacio de la Cultura unos soldados alemanes nos dieron el alto. “Journalist”, les grité.
Primero cayó Fredo, por una ráfaga de la metralleta de uno de ellos.
Empujones e insultos. Cogieron mi carnet de prensa y lo tiraron al suelo.
Me iban a matar.
Me colocaron contra una pared y...

Me retiré todo el champú de los ojos. Cogí mi toalla. Y me dispuse a salir del baño. Fuí a comprar el periódico y ahora estoy escribiendo mi relato.
Kiko Cabanillas.

27 de abril de 2016

-Oír pensamientos-

Mis padres pronto se dieron cuenta que algo excepcional ocurría conmigo, pues anticipaba todos sus comportamientos, así como los de mis hermanos.
Pero donde se hizo evidente mi don fue en el colegio. Donde pronto comencé a destacar, sobre todo en los exámenes orales. Parecía como si leyera las respuestas en la mente de mis profesores.
Y eso es exactamente lo que ocurría.
Tuve unas notas excepcionales, porque también leía en la mente de mis compañeros todas las respuestas de los exámenes escritos. Para lo cual sólo tenía que fijarme detenidamente en el listo de la clase.
Fueron pasando los años. Y yo aprendía disimular mi don.
Conseguí las mejores notas y las novias más apetecibles.

Veinte años después yo trabajaba en la policía. Dirigía los interrogatorios. Nada se me podía ocultar.
Era como si todos los delincuentes estuviesen dispuestos a “cantar” conmigo.
Así pude no sólo descubrir implicaciones en delitos cometidos, sino incluso a prever los mismos.

Pero algo fallaba: Estaba sumido en la más cruel de las soledades.
Así es que decidí investigar: Hospitales, Psicólogos, Policía...
Hasta que al cabo de un año descubrí una mujer que tenía el mismo síndrome. Y además era guapísima y muy simpática.
Pronto contacté con ella y comenzamos a salir.
“Nunca me podrás ser infiel sin que lo sepa”, le dije en una ocasión.
Y así fue como me casé con María con la que descubrí nuevas posibilidades: El Arte entre otras.
Estábamos ampliamente cualificados para desarrollar disciplinas artísticas.
Desde el día que lo descubrí fui policía, amante y escultor. Sin igual.
                                     Kiko Cabanillas.

26 de abril de 2016

-Amanecí con dos cabezas-

Recuerdo perfectamente ese día: Era martes y yo tenía que ir a la universidad Senior.
Me levanté a las siete horas como siempre. Pero al ir al baño...
Me miré al espejo y...
Debería estar aún dormido: Tenía dos cabezas.
Iguales.
Lleno de congoja decidí desayunar. Pero a que cabeza le daría el café. Supuse que sería igual.
Acto seguido me duché, dándole champú a los dos entes.
Entonces, y tras muchas dudas decidí salir a la calle, a comprar pan.
Pero sólo salir, me vio la vecina y: “Ahhh...”.
Me di media vuelta y me volví a meter en casa.
Ya sé: Me puse un gorro de lana al que abrí con unas tijeras para que entrasen las dos.
Así es que fui a la panadería y de nuevo: “Ahhh...”.
Ni con el gorro podía disimular.
Regresé a casa y me pasé el día leyendo y cocinando.
A la noche podría salir.
“Me voy a tomar una cerveza en Los Mallos”, me dije a mí mismo.
En el autobús fue un auténtico escándalo.
Un grupo de jóvenes se rió mucho: “Tú en matemáticas debes ser un lince”, me dijo uno.
Llegué por fin al pub. Me acomodé en la barra y le pedí al camarero un wiski.
El camarero, aunque lleno de estupefacción me atendió muy bien: Tomaría cinco copas de JB.
Así es que al salir, a unos niños que miraban sorprendidos les dije: “Ajjjj...”.
Y los pobres se fueron corriendo..
De nuevo en casa. Y esta vez borracho.
Abrí el ordenador y teclee en Google: “Dos cabezas. ¿Cómo combatirlo?”.
“Yo te ayudaré”, me dijo Google.
“Siga mis instrucciones: Está usted dormido: Tírese del pelo y encienda una luz”, añadió.
Así hice y efectivamente me desperté. Todo había sido una pesadilla. Fui corriendo al baño y ahí estaba mi única cabeza.
                                                          Kiko Cabanillas.

25 de abril de 2016

Lectura en Lamas.

Al finalizar mis clases de Gallego en casa, cogí el tres que une A Coruña con la ciudad compostelana. Y en media hora había llegado. Intranquilo porque mi padre tenía desconectado el móvil.
Aún así el encuentro fue posible y me fue a esperar a la estación.
Pasaba el fin de semana fuera su mujer y María -la domética- nos había dejado hechas una judias deliciosas. “Estar sin la mujer de vez en cuando no está mal”, le dije a mi padre, quien aseveró mi sentencia.
Según llegamos y ya establecido en su despacho, continué con la lectura de “Middlesex” de Jefrey Eugenides, que narra una historia familiar y la vida de una hermafrodita. A quien el desafío de las leyes genéticas y los condicionantes sociales no podrán vencer.
Intercalé esta novela con un librito delicioso de Cicerón, “Sobre la vejez y la amistad”, que le da catorce mil vueltas a esos libros tan de moda de Autoayuda.
Mi padre se dedicó sobre todo leer los suplementos culturales que traen los periódicos los sábado.
Logra con ello estar al día de novedades editoriales. Yo como soy lector de bibliotecas `prescindo de ponerme los dientes largos. Además mi padre siempre me deja los que me interesan.
Dormí poco el sábado pero bien. Y el domingo tras horas de lectura y un buen paseo, en el que mi padre habló con un paisano vecino que está enfermo del corazón...
Ya estaba de vuelta en el tren con mis cuatro bultos: Abrigo, bolsito, bastón y bolsa.
Al llegar a casa se lo comuniqué a mi padre por whatsApp y dormí once horas seguidas.
                               Kiko Cabanillas.

22 de abril de 2016

Ecos Do Sur Con Los Ecuatorianos.

Hace unos días Ecuador vivió el terremoto más intenso en el país en las últimas décadas. Se ha notado intensamente en la capital, Quito, que está a 169 km. El seísmo se ha notado también en la frontera con Colombia, donde sacudió las ciudades de Cali y Popayán. Hay seis provincias en alerta: Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, Guayas, Santo Domingo y Los Ríos en Ecuador.
El número de afectados, supera las 685.500 personas en una superficie de 100 kilómetros cuadrados, según la información de las autoridades. Más de 500 personas fallecidas. En torno a 370 edificios destruidos y 26 escuelas dañadas. 
 


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Muchas gracias.
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Los inmigrantes ecuatorianos que residan en Galicia pueden acudir a Ecos do Sur (881965692) para saber de sus familiares. ong@ecosdosur.org 
 
Kiko Cabanillas.

21 de abril de 2016

Mi profe nueva: Amaya.

Tras mi descubrimiento tenía que avanzar mucho en informática, pues mi vida dependería de ello. Tenía en mente llevar siempre conmigo un portátil y rogar a Dios por tener Internet allí donde fuere.
Bueno os cuento: Había descubierto un sistema para trasladarme allí donde quisiera con tan sólo ejecutar un programa de mi ordenador.
Para dominar el asunto había contratado a mi profe de informática Amaya, que comenzaba hoy a las 10.00 horas. Mi temor: Que se asustara ante mi descubrimiento y que no quisiera cooperar.
Llegó Amaya y en media hora le expliqué todo: Viajaríamos a Sudán del Sur y Ecuador. Dos zonas en grave crisis humanitaria. Una por la más cruenta de las guerras civiles y otra por el reciente terremoto.
“¿Tu escribes, no?, pregunto Amaya, quien me pidió que dejase de fantasear y prestase atención a sus explicaciones.
Vimos el World, Excell, Skype y muchos otros programas, en las dos horas y media que duró la clase.
Efectivamente de nuevo había vuelto a confundir ficción literaria con realidad. Y obviamente me era imposible viajar por Iternet.
De todos modos me gustó mucho la actitud de Amaya, que paciente y afectuosa escuchó todos mis derrapes. Y me dijo lo que estaba dispuesta a enseñarme.
Al poco tiempo viajaría a Ecuador con la Cruz Roja, encontrándome una de las mayores crisis humanitaria habidas. Y también con el tiempo aterrizaría en Sudán del Sur, donde no hay ayuda internacional ni prensa extranjera simplemente porque no interesa, aún habiendo petróleo.
Y es que es de todos conocido que el oro negro llama a la ayuda humanitaria como no lo hace la mayor de las catástrofes.
Sudán sería mi casa por una buena temporada. Me acogerían cariñosamente. Y escribiría un libro sobre ese desastroso país, envuelto en guerras tribales.
En fin, que lo que no pude hacer vía Internet lo hice en la realidad.
                                                          Kiko Cabanillas.


20 de abril de 2016

La guerra es una cuestión política en Sudán del Sur.

Los campos de desplazados y las carreteras son cerrados por los señores de la guerra para provocar muertes por desabastecimiento en las etnias rivales, en la guerra civil de Sudán del Sur.
Lo que lleva a que un tercio de la población verá amenazada su vida durante 2016.
La guerra es un vampiro que necesita sangre.
Al Centro de Desnutridos de Unicef llegan los niños en las peores condiciones. Los hay que no tienen fuerzas ni para llorar. Sus costillas parecen el frágil esqueleto de un barco de madera.
En el colegio las clases no se prolongan más de dos horas porque lo niños están demasiado débiles para atender. Comen hojas de los árboles hervidas, insectos o bayas silvestres para sobrevivir.
Cierran las carreteras al comercio para generar desabastecimiento y atacando a los convoyes humanitarios y hospitales.
Un tercio de sus doce millones de habitantes está en riesgo de sufrir malnutrición severa.
Cada cesto de comida que llega es revisado y requisado por la policía militar.
Los militares tienen orden de disparar a todo el que suba a una embarcación para comerciar.
Cuando la mercancía llega apenas contiene unas cuantas toneladas. Además la peligrosidad y la falta de gasolina eleva su coste. Lo que queda sólo pueden pagarlo los hoteles donde residen extranjeros, donde un sandwich o un plato de arroz alcanza precios de los campos Elíseos de París. Hay petróleo y intereses políticos que hacen de Sudán del Sur un importante enclave islámico, pero la guerra de Sudán no interesa a occidente, porque nada pueden sacar de ella. Ni un maldito telediario reseña la guerra en un país en que los muertos son anónimos porque no interesan a nadie.
Y al mismo tiempo la política local es la responsable de tanto cáos. Etnias rivales quieren el poder a fuerza de sangre y dolor. Lo que sí hacemos es hacerles llegar armas, pues ése sí que es un negocio que nos interesa en occidente.
                                                     Kiko Cabanillas.

19 de abril de 2016

Me atacó el ordenador.

Volvía yo de la calle esa mañana de comprar el pan, cuando al abrir la puerta oí unas voces.
Alarmado y alterado pregunté: “Quién anda ahí”.
Y como toda respuesta tuve un fuerte puñetazo en la cara.
“Pasa inútil”, decía un joven cuya camiseta rezaba “Escaner”.
“¡Cómo es que a estas alturas aún no hayas aprendido a usarme!”, señaló el susodicho.
Me paso a empujones al despacho, donde estaba el señor “Monitor”, quien me dijo: “Mira que eres burro. No sabes hacer nada”. “Eso es mentira -objeté ofendido-, se mandar correos”.
Entonces pasó un ratón a mi lado y me dijo: “Te voy a hacer la vida imposible”.
Bajé a la cocina, lleno de indignación y allí estaban “Teclado”, con su parche en el ojo; “Skipe”, muy estilizado; “Ipad”, enorme barbudo. Y dos tías buenas: “Impresora” y “Escaner”.
Todos ellos estaban jugando a las cartas.
Pues si...
Ya que me habéis invadido la casa me podíais hacer el favor de ocultaros, antes de que venga mi mujer, y hacer que todos y cada uno de vosotros funcione perfectamente.
Y desde ese día me he convertido en un “As” de la informática,
Incluso mi padre y mi hermano me piden consejo.
Y no es que los duendes hayan intervenido constantemente, sino que me han enseñado a hacerlo todo correctamente.
Por lo tanto mi inutilidad manifiesta ha pasado a ser algo del pasado.
Y sobretodo yo puedo seguir escribiendo cada mañana con la absoluta seguridad de que todo lo que redacto podrá ser subido a mi blog literario y a las web en las que participo.
                                                   Kiko Cabanillas.

18 de abril de 2016

Universitario sin techo.

Aumentan los licenciados sin hogar en Galicia. De las 1.258 personas sin hogar que atendió la Cruz Roja durante el 2015, 1031 son hombres y 227 mujeres.
La mayoría responde a un hombre de entre 35 y 49 años, de nacionalidad española, que duerme en la calle o en albergue.
Asimismo, cada vez hay más personas con estudios universitarios que se ven obligadas a dormir en la calle. Ya que desde el inicio dela crisis el número de personas que se han quedado sin hogar ha aumentado.
Destaca el Ayuntamiento de A Coruña, que realiza recorridos en horario nocturno para conocer a las personas que pasan la noche en la calle. También está Padre Rubinos que ofrece servicios de alojamiento nocturno, comedor, aseo y ropero.
La Cruz Roja también trabaja al respecto
Por otra parte Santiago desarrolla un plan de atención a personas sin techo que incluye una mesa de trabajo con trece entidades sociales. Además Ferrol está ultimando un centro de inclusión social, además de la puesta en marcha del programa SOS social.

15 de abril de 2016

El viaje sin fín.

Me desperté como siempre a las siete de la mañana, desayuné, fui al baño y leí la prensa en Internet. Luego cogí un taxi y me dirigí a Santiago de Compostela, donde iba a trabajar en la empresa familiar con mi hermano pequeño y mi padre.
Compré el billete -para las 10.00 horas- y me subí al autobús.
Al cabo de cuarenta minutos llegué a lo que suponía que era Santiago.
¡Qué barbaridad si es idéntica a la estación de La Coruña. Debieron hacerlas en serie.
Pero cual es mi sorpresa cuando al salir: Estaba de nuevo en La Coruña.
Miré el reloj y eran las10.00 horas menos cuarto. No había pasado el tiempo.
Volví a comprar un billete a Santiago y retorné al autobús.
Todo se repitió.
Llegué de nuevo a La Coruña a las 10.00 menos cuarto.
Comenzaba a volverme loco.
Compré de nuevo el billete a la ciudad compostelana Subí. Y de nuevo, 10.00 horas menos cuarto.

Entonces sonó el despertador a las siete de la mañana.
Todo había sido una pesadilla.
Desayuné, leí la prensa y me fui en taxi a la estación de buses.
Compré un billete a Santiago y en cuarenta minutos llegué.
Bajé del bus, cogí un taxi: “A Rúa do Curraliño, por favor”.
“No conozco esa calle”, me contestó el taxista.
“Está donde estaba el hospital general, con vistas a la catedral”, señalé.
“Supongo que será una broma -dijo el conductor- está usted en La Coruña, caballero”.
Miré el reloj y eran las diez menos cuarto.
                                          Kiko Cabanillas.


14 de abril de 2016

Visita del hijo de David.

Como sabéis David fue un amigo mío de Salamanca que viajó conmigo a la India un verano en el que ambos éramos veinteañeros. Moriría al año siguiente practicando alpinismo en los Alpes franceses.
Y en esto que, cuando acababa de cumplir los sesenta años, un buen día llegó a mi casa de A Cruña su hijo, también David, quien guardaba un enorme parecido físico con su padre.
A pesar de vivir en Francia con su madre hablaba correctamente el español, si bien con marcado acento gabacho.
Venía a hablar y conocer al autor del libro “David y Kiko en la India”.
Pasa David, y cuéntame.... Háblame de ti: Formación, trabajo, novias, todo lo que quieras.
“Sólo quiero decirte antes de nada que tu libro demuestra un amplio conocimiento de mi padre. Y eso que según me han dicho no erais amigos muy próximos”, me dijo..
“Te diré: Teníamos aficiones comunes: Yo también practicaba la escalada deportiva y los dos éramos amantes del Arte y la Cultura", contesté..
A continuación el joven David me contó su vida, que guardaba grandes semejanzas con la de su padre: Andando siempre con marginales, con la Sociología en su mano. Culto y deportista. El joven David era una fotocopia del padre.
Para la charla había comprado una botella de Martini, que ya nos habíamos bajado.
“David ¿te gusta la comida mejicana?.
Me dijo que si y lo llevé al restaurante “Tamarindo”.
Y después...
David lo que vamos a hacer ahora no quiero que se lo cuentes a nadie jamás.
Fuimos al paseo de los gatos.
Llegamos en coche. Aparcamos.
Y tras iniciar el paseo, unos cincuenta metros le dije: “David ¿No conoces a esa persona?”.
“Dios mío si es...”. “Papá”.
Los dejé solos casi una hora. Al cabo de la cual le expliqué al joven invitado que esto jamás volvería a suceder pues David debía marcharse...
Y ¿cómo sucedió?. No sé la respuesta. Simplemente sentí una fuerza que me arrastró al lugar. Supongo que sería obra de David, quien también me indicó que no abría mas apariciones.
                                                      Kiko Cabanillas.

13 de abril de 2016

Mi gente: Mis cuartos.

Regresaba de tomar el vermú en el bar leonés de cerca de la Plaza de Pontevedra de A Coruña.
Había tomado queso y cuatro bebidas alcohólicas, así es que volvía realmente animado.
Por el camino me iba quejando de mi vida en solitario, pues beber sólo es una de las experiencias más tristes que hay.
Así fue como fantaseando, me imaginé que personas queridas me esperaban en casa.
Comencé a hablar con ellos con mi subconsciente. Con serias dificultades para distinguir ficción y realidad.
Finalmente llegué al divino hogar. Y al ir a abrir la puerta sentí voces en el interior, que enmudecieron al oírme entrar.
“¿Quién anda ahí?”, grité.
Y al no oír a nadie miré en primer lugar en el salón.

Con una risa nerviosa me recibió mi prima Vicky, cuyos ojos azules siempre me maravillaron.
“No te voy a preguntar qué haces aquí. Me alegro mucho de verte. ¿Qué tal estas?”.
“Aún tienes más sorpresas”, dijo mi prima.

Efectivamente entre a la cocina y allí estaba mi fallecida madre, haciendo un gazpacho.
“Hola Kiko. Te voy a dejar algo de comida hecha. Ya que no tienes nada te he traído de todo un poco”, señaló. Acabo de cocinar y me voy.

En mi cuarto estaban tumbados sobre mi cama y sobre la de mi mujer: Mis primos malagueños: Enrique y Carlos -también fallecido-.
“Bien queridos...Os voy a invitar a comer a la Penela, con Vicky. Un buen pescado. Y algo de marisco si no es muy caro”, destaqué.

Finalmente en el cuarto de Julia estaba mi hermano Javier, al que comuniqué que estaba participando en concursos literarios gracias a un listado que me había conseguido Ana, mi profesora de Gallego. Pues fue Javier quien mejor me instruyó para que comenzase a escribir en distintas web
Asimismo le sugerí que viniese a comer con mis primos. Y el me contestó que en su caso sólo estaba autorizado para permanecer en mi casa media hora...Pero que a mis primos -que si tenían permiso divino- les haría muy felices.

Y de nuevo estaba sólo en mi salón ante el ordenador, escribiendo sin pausa e imaginando historias que me sacasen de mi solitaria existencia.
                                       Kiko Cabanillas



12 de abril de 2016

Yo nací camello.

Siempre recordaré el primer día. Tenía trece años. Y habían adosado a mi cuerpo varias bolsas con polvo blanco. Tenía que desplazarme en bus urbano a un punto ubicado en los alrededores de la plaza de España. Lo llevaba todo en un croquis.
No hubo ningún problema.
“Hombre, uno nuevo”, dijo Eusebio.
“Tranquilo que aquí somos todos de fiar”.
“Sí mi hermano Paco me ha hablado muy bien de tí.
Cortaron mi carga y después abrieron un paquete y con una navaja probaron la mercancía.
“Fantástica”, dijo Eusebio. “Como siempre heroína de primera.

Desde ese día fui el portador de heroína a distintos puntos de A Coruña y Arteixo.
Hasta que me atraparon.
Comisaría y encarcelado.
En prisión hice muchos contactos. Y algún amigo.

Al salir, tenía que evitar siempre a la policía, pero todo fue como la seda.
Tuve a mi cargo jóvenes traficantes.
Me casé con una gitana de El Portiño.
Y mis hijos con diez años ya sabían traficar. Hacían de correos. Y ocasionalmente llevaban mercancía.
Lo que acabó conmigo fue la propia heroína. Comencé a chutarme para ver si era realmente buena. Pero acabé terriblemente enganchado.
Ahora tengo el Sida. Y todo en mi vida gira entorno a esa maldita substancia.
                                           Kiko Cabanillas

11 de abril de 2016

En el Carrefour para que coman mis hijos

Elvira cogió un carrito sólo llegar, tras depositar en el la moneda de cincuenta céntimos, saludó al segurata y se dispuso a comprar todo lo que le hacía falta.
Empezó por textil, donde compró calcetines para Eduardo y zapatillas para Fede.
Luego se dirigió hacia alimentación donde lo primero fue comprar leche entera. Acto seguido adquirió unas gambas congeladas para hacer una paella. Arroz y pollo a continuación.
Galletas para el desayuno.
Y para ella un buen Rioja. Pasta fresca y un buen pescado fresco.
Cuando ya tuvo todo comprado se dirigió a las cajas y...

...De nuevo sólo le llegaba para mortadela y pan. Pero había valido la pena la fantasía de la compra efectuada. No hubo leche, ni arroz, ni pollo, ni gambas. Todo había sido un sueño.
Ya en casa les comunicó la Edu y Fede que en media hora estaría la cena lista.

Puso una hermosa mesa, con mantelitos individuales y agua para beber -¡Quien pudiera darles leche-. Y les comunicó a Edu y Fede que la cena estaba lista.

“Otra vez mortadela”, se quejó Edu.
Y es que desde que había fallecido Edu padre ya no había ingresos en casa.

Sólo una pequeña ayuda por la minusvalía de Fede y el paro que ya se había agotado.
Además de las ocasionales ayudas de Carmen.
Amiga sin igual, que llevaba a los niños al parque los domingos mientras Elvira se dedicaba a escribir, Carmen también le daba dinero a su amiga ocasionalmente.
Hoy sería un relato sobre la compra en Carreffour.
                                           por Kiko Cabanillas

9 de abril de 2016

Sara, Matilde y Natalia.

Llevaba escrito en mi mano con boli: Sara, Matilde y Natalia
Sara: Para pedirle un listado de jóvenes intelectuales gallegos.
Trabaja en La Voz de Galicia de A Coruña. Trabajó conmigo en Santa Uxía de Ribeira.
Nuestras relaciones no eran buenas (ni malas). Pero con el tiempo demostró ser una buena amiga: Me hizo un artículo de un libro. Y ahora me está ayudando para el foro de cultura que estoy organizando en la compostelana Área Central.
La idea básicamente consiste en pagarles a intelectuales y artistas para que vengan a dar charlas en el citado centro comercial. Y una noche de hotel.
Los portadores del cerebro gris de Galicia (y de España) son unos responsables sociales y por lo tanto estarán dispuestos sin duda alguna. Además una noche de hotel (tres estrellas propondré).

Y Matilde y Natalia porque son las dos nuevas abogadas de la ONG Ecos do Sur, a las que por inciativa de Natalia (otra) voy a hacer una entrevista.
“Trabajos anteriores. Trabajo en Ecos do Sur: Proyectos y servicios. Objetivos. Por qué inmigración. Cómo es la situación de los inmigrantes en España y en Galicia. Formación. Qué vas a aprender en Ecos do Sur”.
Importante es que he aprendido a descargar fotos de mi cámara digital en el ordenador. Y luego mandárselas a Natalia adjuntas al texto del comunicado de prensa. 

8 de abril de 2016

Yo fui un tomate.

Estaba en el Carrefour de A Coruña, ubicado en Los Rosales, cuando al pasar por la sección de tomate, miré fijamente y...

Sentí la humedad, el contacto con otros, el aroma fresco...
Parecía increíble pero me había convertido... Sí en un tomate.
Estaba encerrado en una lata. Costaba un euro veinte. Y poco más adelante estaba la pasta.
Pero era un tomate con conciencia de tal.
Me acompañaban en mi existir siete compañeros, que, todo hay que decirlo, no eran lo que se dice muy habladores. Y además su contacto me producía una especie de grima.
Todos competían por ser la mejor ensalada tiempo adelante, pero esto me lo dijo Reinaldo, quien era el único que conversaba.
Mi vida: mis actuaciones estaban muy limitadas. Pero oía a la perfección los absurdos discursos de los clientes. ¡Qué caro!, decía una señora con sobrepeso, reincorporándome a mi sitio.
Un niño, explorador como todos, tiró a un compañero al suelo. Pero mi amiga lata ni siquiera lloró.

Entonces cuando la cola terminó, la voz de una empleada dijo: Caja ocho, por favor. Y yo abandonando mis ensoñaciones me dirigí con mi carro a la caja indicada.
Y es que es algo superior a mis fuerzas la cola de un hipermercado.
Y eso que llevo mi libreta y un boli, para apuntar algún relato que se me pueda ocurrir.

Dejé el carro, recuperé la moneda, y ahora estoy escribiendo sobre aquello en lo que un buen día de abril trasformó mi esencia y me hizo incorporarme a la naturaleza de otro ser: El señor Solis.
                                             Kiko Cabanillas.

7 de abril de 2016

Mi alma por un doble.

Pues sí, vendí mi alma por un doble: Idéntico a mí, que realizaría todos mis trabajos sociales mientras yo me quedaría en casa tranquilamente leyendo.
No estoy autorizado a deciros cómo comercié con mi espíritu, pero lo que sí os puedo contar es que un día llego a mi casa un individuo idéntico a mi: “Hola soy tu doble”.
Lo primero en lo que insistió es en que le hiciese una agenda, para saber a que temas se tenía que dedicar, aclarándome, eso sí, que el tenía acceso a mi cerebro y que yo tendría acceso al suyo.
Así es que tras hacer una sabrosa pasta al pesto de cena, nos fuimos a dormir, y él la mañana siguiente la pasaría trabajando con mi padre y mis hermanos en el Ágora cultural que estaba creando en el centro comercial compostelano Área Central.
Según me contó a su vuelta -bueno a todo esto: yo vivía sólo, pues acababa de estrenar una separación-, estuvo con Manuel Rivas y el escritor le cayó muy bien. Sin embargo yo no me arrepentía de no haberlo conocido pues estaba inmerso en la literatura y en la asociabilidad.
Me estaba leyendo la obra completa de William Shakespeare, lo cual me reportó innumerables satisfacciones.
Y el caso es que nuestro buen amigo: el doble, se enamoró perdidamente de una trabajadora del centro. Lo cual era muy violento para mí, pues como ya dije estábamos interconectados.
Finalmente, esa noche llegó a casa y me dijo: “Lo siento pero tengo que matarte: Y sacó una pistola. Mi amor por Eva no se materializará hasta que tu no hayas desaparecido”. Y disparó: “Bang”.
Con tan mala suerte que sólo me hirió en el abdomen. Vinieron unos vecinos al oír el ruido y me llevaron al hospital. “¿Llamamos a la policía?”, me preguntaron. “No. No hará falta”.
Y ciertamente no hizo falta, pues mi doble se suicidó introduciendo la pistola en la boca y disparando.
Yo, aún reconociendo que era su doble establecí una relación amorosa con Eva, quien ya había oído del suicidio de nuestro doble, pero que ante las evidencias de nuestra similitud no pudo evitar caer en mis brazos.

                                              Kiko Cabanillas

6 de abril de 2016

La India Huele a Vida.

                                         Color, olor, sabor, miradas...India cautiva sólo pisarla.
Hace treinta años -siendo yo un jóven veinteañero- fuí un verano a la India con mi hermano menor y con cuatro amigos de Salamanca: dos gemelos judocas, un jugador de rugby -como mi hermano y yo- y un alpinista -como yo-.
El alpinista se me quedaría años más tarde en Los Alpes: Vease “David y Kiko en la India”.
Aterrizamos en Bombay: Gran ciudad/pobreza/ saries y ricksaus.
Arroz muy especiado y chapaties -pan indio-.
Realizamos un interrail alrededor de la India.
Sur de la India: Playas de anuncio, naturaleza...
Trenes de la India: Centros sociales realmente interesantes donde el tiempo parece detenerse -comían/cocinaban en los vagones-.

Y por fín Calcuta: Fuimos Voluntarios de la Madre Teresa.
“Kali Kata” es la India al 100%.
Mendicidad, pobreza, enfermedad.
Y MUCHO ESPÍRITU.
Tienen las miradas más hermosas que he visto yo en mi vida.

Y para acabar el viaje: Nepal, Katmandú.
Donde las mujeres llevan un atractivo punto rojo en la frente.
El Himalaya es el cielo.
Alturas inaprehensibles, niños cargando pesos tremendos con un cesto del que tiran con un paño unido a su frente.

Y de Nepal a Nueva Delhi y de allí a España.

Yo me traje de recuerdo una amebiasis hística, que me adelgazó cuarenta kilos (no os preocupeis ya por entonces pasaba de los cien).
Pero lo más importante que me traje de la India fue un vital espíritu que me mantendría en el Nirvana casi dos años. Luego poco a poco moriría la Poesía. O casi. 
Kiko Cabanillas.

4 de abril de 2016

Vuelta al Pasado

Me dirigía a Madrid aquella mañana, así es que fui a la parada de taxis de al lado de casa.
Ya en el coche oí en la radio: “El Partido Comunista de España fue legalizado ayer, después de estar cerca de cuarenta años proscrito, con su inscripción en el Registro de Asociaciones Políticass del Ministerio de Gobernación”.
Muy extrañado le pregunté al taxista si se trataba de una conmemoración o algo así.
“No se trata de que ya era hora”, señaló.
“En los medios de la Oposición democrática la legalización del PCE ha sido acogida con general satisfacción...”, continuaba la radio.
No podía ser esto que oía en la radio había sucedido en España en 1977 si no recordaba mal.
Santiago Carrillo declaró a Europa Press que “se trata de un acto que da credibilidad y fortaleza al proceso hacia la democracia...”.
Asimismo...”la legalización del PCE va a agilizar los trámites para la vuelta de Dolores Ibarruri “La Pasionaria” a España”.
No cabía duda, había vuelto al 1977 tal como me confirmó un “As” que estaba en el asiento trasero del taxi.
Y en esto llegamos al aeropuerto.
“¿Qué le debo?”, pregunté todavía confuso al conductor.
“Doscientas tres pesetas”, dijo el taxista.
“Vaya sólo tengo euros”, señalé.

“¿Que es lo que tiene...?”.
 
 
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Este texto fue publicado por Kikovacanillas 04 d

1 de abril de 2016

El último viaje en taxi.

Era viernes por la noche. Estaba sólo en A Coruña -separado- en casa y me disponía a ir al cine.
Miré la cartelera y no vi nada que me atrajese. ¡Oh, cómo echaba de menos los cineclubs de Madrid!.
En fín, decidí ir a “Marineda” y ver si me animaba a alguna. Además podría cenar algo.
Cogí pues un taxi y me dirigí al citado centro comercial.
Cuando fui a pagar observé con horror que sólo tenía veinte euros. Pagué once con veinte.
Con algo de calderilla. Me decidí por “El libro de la selva” que me aportaría el estado espiritual idóneo para escribir al llegar de vuelta a casa.
Ya había acabado la película y ahora...¿Cómo coño volvía a casa, con seis euros cincuenta?.
Miré en mi móvil cuando llegaba el próximo bus: Cuarenta minutos.
Indignado con la compañía de buses me metí en un taxi.
-Cuando lleguemos si es tan amable me espera un momento que saco dinero en el cajero de al lado de casa. Es que me acabo de dar cuenta de que no llevo suficiente.
-Eso se mira antes caballero. No se preocupe, yo espero.

Así pues llegamos a Ronda de Outeiro 421...Y me bajé del coche. Fui al cajero y...: “-Sentimos comunicarle que no le podemos atender. Acuda al más próximo·.
Dudé si explicárselo al taxista, pero finalmente me metí en casa. Arriba habría dinero.

Pero no. No había.
Fui a la terraza para observar al taxista.
Eran ya las doce y media. No podía aguantar mucho.
La una y allí seguía impertérrito.

La verdad es que comenzó a darme pena. Tendría familia y le haría mucha falta el dinero. Pero el coche seguía en marcha. ¡Apágalo calamidad, que te arruinas!.

La una y media. ”Ésto es de locos. Ya sé: saldré por la puerta del garaje e iré a otro cajero sin que me vea el taxista. Luego le pagaré”.
Así pues salí de casa dispuesto a poner fin al culebrón. Fui al cajero de Manuel Azaña y saqué cincuenta euros, que pensaba darle en su totalidad al taxista.

Me dirigí al vehículo. El conductor estaba recostado sobre el volante. Pobrecillo se ha dormido.
Le toqué un hombro y cayó al asiento del copiloto.
No había duda: Estaba muerto.

Llamé con el móvil al 092, y vino rápiadamente la policía municipal.
Les acompañé al cuatelillo para dar parte.
En ningún caso les dije que me había intentado escaquear de pagar. Igual era delito. 
                                                   Kiko Cabanillas.