21 de octubre de 2018

Hacia el norte.

Me había enamorado de Salma. Y había ido con ella a Marruecos a ver a su familia.
Asimismo, recorreríamos el país hasta el sur.
Finalmente visitamos Marrakech, con el mercado más bonito que he visto en mi vida.

Fue de un día para otro el que me enamorase de Salma.

De repente era mi princesa. Yo seguí dándole clases de español  por Skype, pero un buen día no pude evitar decirle que la quería.

El sentimiento era correspondido.

Mi dilema consistía en que un profesor nunca debe enamorarse de una alumna.

Pero había sido inevitable: Su sonrisa me cautivó.

Yo ya sabía que estaba enferma del corazón: Tenía una válvula, pero estimaba que estaba todo controlado.

Y sucedió de repente: Estábamos al sur de Marruecos y no se despertó.

Sólo de nuevo.

Fui a su casa marroqui e informé a su familia de su fallecimiento.

De nuevo estaba sólo y quise viajar como antaño, en autobús. Llegaría a Tarifa y cruzaría el estrecho.

Y cuando alguien me preguntaba a dónde iba yo, con grandes dificultades para hablar le decía: "Hacia el norte".

Y fue en el norte donde conocí a Salma, yamila, vasuxa, (bonita, cariñosa) y dónde me enamoré de ella, de su sonrisa, de su timidez. De su forma de dejar quererse.

Leopoldo..