30 de septiembre de 2015

-Alfombrilla en el baño-


Cierto es que tenía miedo: Resbalón en la ducha, caída. Y fractura de cuello.
Además como vivo sólo, quedaría agonizante hasta que viniese la doméstica al día siguiente.
Así es que con la mano acariciando el cuello fui al Carrefour, donde tras preguntarle a un dependiente: Nada coherente me dijo...Y, por fin allí estaba: Alfombrilla de baño Tatay 97x 34 cm.
La adquirí. Me fui a casa y la instalé. Y para probarla me di una ducha pisando con fuerza. No resbalaba en absoluto.
Por un momento pensé que no la había comprado y que efectivamente caía en la bañera. Me fracturaba el cuello. Y así permanecía toda la noche en el baño, sin poder moverme.
Finalmente llegó la chica a las 9.00 horas. Me vio desnudo en la bañera y lesionado.
Cual mandril histérico emitió un quejío que me dio la puntilla. Y definitivamente fallecí entre las aguas.
¡Tatay te debo la vida!.

29 de septiembre de 2015

Prensa “on Line”.

 Me acababa de acostumbrar a leer cuatro periódicos diarios por “Internet”.
Así es que como todas las mañanas, a las siete me desperté a leer la prensa “on line”.
Encendí el “modem” y a continuación el ordenador. Fui a desayunar. Y a la vuelta consulté La Voz de Galicia, en primer lugar.
“Lo de la guerra en Siria es una putada”, rezaba la primera plana.
No me lo podía creer..¿Desde cuándo esas palabras en los periódicos?.
Seguí consultando, ahora El País,. Y de repente: “Fracaso independentista en Cataluña. Que les dean”.

Y tal como había imaginado, pronto se descubrió quien era el causante de tales dislates:...La pantalla de mi ordenador se cubrió al completo por la cara demacrada de Leopoldo María Panero, quien dijo: “Hace mucho tiempo que no nos veíamos Kiko. ¿Cómo estás?”.
“Yo muy bien, maldito...¿Y tú?. “Releyendo a Rimbaud”, dijo.
“Verás -dijo-lo de Siria lo digo porque si no fuera paso de petróleo, nada sucedería. El Oro Negro mata”.
“Y...¿ qué te pasa con los catalanes?”, pregunté.
“Hay muchos buenos escritores catalanes...Pero lo cierto es que se creen que viven en una aldea gala. Son muy cultos y tienen más dinero que el resto. Pero...”
En fin, yo comprendo que no quieran ser considerados como los andaluces.

Y entonces desperté. Vi la hora -siete de la mañana- y me levanté. Acto seguido, a modo de moviola, hice todo lo que había soñado. Sólo que esta vez Leopoldo Masría Panero no estaría presente.

28 de septiembre de 2015

"Va saliendo".

"Va saliendo"


Una amplia muestra de inodoros, duchas y lavabos ocupaban la tienda muestrario: Bricor, del Centro Comercial Marineda de A Coruña.
Azorada y nerviosa la dependienta nos atendió, hasta que su malestar la desbordó. Y rompió a llorar. "¿Qué haremos?", se preguntó
"¿Le puedo ayudar en algo?, le pregunté a la jóven.
"La situación es muy violenta. Pero se lo voy a contar porque necesito ayuda.
"El señor López, directivo de esta empresa, se ha bajado los pantalones y está haciendo uso de uno de nuestros wateres", enunció.
"Mírelo, allí está, leyendo el marca y defecando", destacó.
"Si me lo permite voy a hablar con él...", afirmé.
"Buenas tardes señor López. Tengo entendido que está usted pasando por un momento difícil. ¿Le puedo ayudar?", pregunté.
"Si ciertamente es terrible, el Celta así nunca subirá a primera. Es indignante", dijo al tiempo que expelía una ventosidad sonora.
"Comprenderá usted -señalé- que no se puede hacer uso de los inodoros a la venta. Los empleados están muy incómodos".
"Súbase los pantalones y salga inmediatamente de aquí", le dije.
"¿Quién es usted para llamarme la atención?", dijo. "¿Acaso no sabe que soy directivo y accionista de esta empresa", señaló.
Y así seguimos hablando por espacio de unos veinte minutos, al cabo de los cuales yo también me bajé los pantalones y me senté en el inodoro al lado del suyo.
En ese momento unos chavales pasaron por delante de nosotros. Y muertos de risa le preguntaron al señor López: "¿Qué, sale?". "Va saliendo", contestó al señor López.

27 de septiembre de 2015

-Nueva ducha-


Me recordó mi padre que el doctor Vaamonde me había recomendado cambiar la antigua bañera por una ducha amplia porque era más seguro.
Para evitar accidentes domésticos la idea era realmente buena. Pero...Más de mil euros la ducha y una obra para retirar la precedente otros mil. Y además yo no permanecería en este piso más de un año.
Me costaba emprender este cambio. Pero mi padre me convenció: Te lo ha recomendado el médico. Yo ya hice el cambio y estoy encantado. Y además será una mejora que cotizará a la hora de vender la casa.
Así pues accedí y vinieron a A Coruña mi padre y mi hermano. Fuimos juntos a Bricor a comprar el nuevo servicio doméstico.
En dos semanas esta finalizada la obra. Y ya por fin me disponía a estrenar la ducha.
Dejé el pijama en la percha. Y me dispuse a ponerme bajo el agua.
Me situé bajo la alcachofa y abrí el agua caliente. La elevada temperatura del agua y la gran anchura del chorro me hicieron caer en un estado de somnolencia.
Me retiré momentaneamente, me enjaboné y me dí champú. Y de nuevo bajo el agua.
Cuando había finalizado salí de la ducha y me sequé. Pero...

El baño no era el mismo. Pronto lo reconocí: Era el baño de la casa de mi padre en Lamas (Santiago).
“¿Bueno qué, te ha gustado?”. “¿Te vas a comprar una ?”, me dijo mi padre.
“Claro , si yo creía que ya la había comprado. Qué despiste”, sentencié.

25 de septiembre de 2015

“Pibón de Teleasistencia”.


Con mi minusvalía del 67 % no tendría problemas para adquirir el grado de Dependencia otorgado por la Xunta de Galicia. Y que ofrece innumerables recursos, entre los que está la Teleasistencia. Consistente en que te colocan en casa un teléfono con altavoces y un aparato que llevas colgado con el que puedes alertar de posibles caídas.
Yo tramité tanto la Dependencia como la Teleasistencia. Y me concedieron ambas. Pero finalmente pedí también la Teleasistencia por el Ayuntamiento porque tardaban menos y además era gratis.
El caso es que como al mes de concedida esta modalidad de ayuda, un buen día me caí por las escaleras de mi duplex. Activé el aparato y una voz me dijo: “¿Algún problema?.””Sí, me he caído y no me puedo mover”, contesté.
“En seguida le mandaremos apoyo”, indicó la voz. “¿Puede usted abrir la puerta?... díganos dónde conseguir la llave. O llevaremos un cerrajero”.
“Sí, tiene la llave la vecina del 5F. Pídansela a ella.
El caso es que cuando yo estaba mínimamente repuesto sentí abrir la puerta y apareció ella:
Metro setenta y cinco. Con una vulgaridad extremadamente sexi. Ojos verdes muy pintados y pecho voluminoso y turgente. Llevaba unos jeans ceñidos que le perfilaban un pubis apetecible, y una camisa de la Cruz Roja. Entró, saludó: ¿Cómo estás Kiko?. Y acto seguido preguntó: “¿Te gusta el sexo oral?”.

24 de septiembre de 2015

“El señor López se tiñe de rojo”.


Hirsuto y embutido en un traje de lino de color canela. Poco empático y engreído.
Así era el señor López, quien se había presentado en el despacho de la empresa familiar: “Patrimonial Raíces”, para hablarnos de un asunto económico.
Reunido con él en la sala principal de la entidad inmobiliaria, tomó la palabra y dijo: “Seré directo y claro: Soy Belcebú -dijo al tiempo que se teñía de rojo-...Y estoy aquí para ofrecerle un negocio que no podrá rechazar: El “business” será un éxito absoluto. Y a cambio usted me vende su alma. Así de sencillo”.
“Estoy azorado y muy violento”, contesté.
“No sé si se trata de una broma, pero..”.
“Acompáñeme a la salida”, dije al tiempo que intentaba levantarme.
Pero no me fue posible.
“Usted se irá cuando yo lo estime”, señaló el señor López.
Y fue en ese momento en el que me di cuenta de que me faltaba una pierna.
“No se preocupe, le restituiré su apéndice motor”, declaró.
En un mar de dudas y lamentos de dije: “Bien...¿Desea algo más el señor López?.
“No”, me contestó.
Y desde ese día, alquilamos todos los locales y pisos, con un éxito absoluto.
Ni que decir tiene que jamás me atreví a contarles a mi padre y hermanos el porqué de que la empresa fuera tan bien.
Tan sólo señalar que mi piel adquirió por momentos una tonalidad bermeja. 

23 de septiembre de 2015

-Encuentro con Joao-


Paseando por el Centro Comercial Los Rosales con la profesora de español Ana María...¡Joao, cuánto tiempo!.
“Mira este es Kiko, el profesor que me enseñó a hablar español”, le dijo a su mujer, quien contestó: “Sí me has hablado mucho de él”.
Entonces les presenté a Ana María: “También profesora en Ecos do Sur...”.
Y es que Joao era un alumno infalible. Fue a clase absolutamente todos los días, durante los poco más de tres años que le enseñé nuestro idioma.
Además, le ayudé a integrarse mostrándole cuáles son nuestros usos y costumbres. Él, a cambio, me hablaba de la cultura de Cabo Verde.
Pero cuando me quedé realmente enamorado de Joao, fue el día en que se me presentó en clase con un “taper” de “Cachupa caboverdiana”: Judias blancas (Feillons) con cerdo. Muchas fueron las veces que le pregunté por costumbres gastronómicas de su país, interesándome por saber si se adaptaba bien a la comida gallega.
Joao leía poesía española con mucho sentimiento. Y no sabéis la belleza que desprendía en mano de J.Agustín Goytisolo, Gil de Biedma o Ángel González. La Promoción Poética de los Cincuenta era su preferida.
Joao era marinero en Cabo Verde, pero fue una de las víctimas de la actualización naval en su país: Las pequeñas embarcaciones desaparecían al ritmo de entrada de los grandes buques.
Pero le quedó una pensión de la que vivían él y su mujer, a quien trajo de África gracias a una reagrupación familiar. Quedaron en su tierra los dos hijos de ambos. 
"Chao Joao, nos vemos".

22 de septiembre de 2015

-Comboniano-


Me falló la fe. Estuve varios años visitando a los Misioneros Combonianos de Madrid e incluso participé en unas convivencias. Gracias a mi intercesión casaron a mi hermano Javier.
Fue entonces cuando comencé a viajar por el Tercer Mundo: India, Nepal. Ya conocía Turquía, donde asistí a un cólera soberbio que asoló la Capadocia.
Desde Calcuta, donde trabajé de voluntario de la Madre Teresa de Calcuta, les envié una postal a los Combonianos que decía: Que Dios esté con vosotros. Me faltó por añadir: Que yo con Dios no estoy. Y muchas serían las objeciones a su creación que yo tenía: Un 40 % de los niños de Calcuta no llegaban a los cinco años debido a la galopante mortalidad infantil. La lepra asolaba sus calles. Pero yo aposté por el hombre. No por Dios. Por el débil y el enfermo. Poco podía hacer: Los afeitaba y mal-hablaba con ellos en inglés.
Me infectaron de “amebiasis” y perdería 40 kilos a causa de la fase “hística” de dicha enfermedad.
Me cagaba encima, con sangre y pus.
Pero me valió la pena para reflexionar. Y no estoy en absoluto arrepentido de haber trabajado en “Kali-Kata”.
Mis numerosos problemas y depresiones del momento quedaron en una minucia.
Era un ser privilegiado. Me curaron en el Departamento de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal de Madrid (el doctor Rogelio López Velez). Y desde entonces ya siempre camino hacia delante, sin mirar atrás.
Enfermo me enamoré de Ana, la que hoy es separada madre de mis hijos. Y hoy, veinte años después, siento por temporadas no haberme hecho Misionero Comboniano. Y morir joven.

21 de septiembre de 2015

-Mi vida en el Tercer Mundo-

Mi primera experiencia entre los más pobres sería en Turquía. Fue el verano de primero de carrera (Periodismo).
Yo por aquél entonces aún fumaba porros. Y fue en este país en el que encontré el mejor “hachís” que jamás había probado.
Pero sería en un desplazamiento en autobús en el que experimentaría la crudeza del Tercer Mundo: Un cólera asolaba la Capadocia. Y por lo tanto el autobús no pararía.
Sus gentes, su pobreza, su espiritualidad. Turquía fue el primer eslabón de una larga escalera.
Y dos años después fui en verano, con un hermano y varios amigos, a la India y al Nepal.
Olor, sabor. India te mordía el alma.
Le dimos la vuelta en tren al país (inter-rail) y acabamos en Calcuta, donde trabajamos de voluntarios de la Madre Teresa.. Fui barbero de enfermos de cólera, peste y tifus. Enfermé por haber bebido agua en mal estado. Y tardaría un año y cuarenta kilos en deshacerme de la infección.
Finalmente fuimos a Nepal, donde hicimos un “treking” por el Himalaya.
Mi siguiente país tercermundista sería Marruecos, donde fui con mi actual mujer Ana.
Convivimos en una cabaña del desierto del Sahara con unos bereber en el que fue si duda el más bello de mis romances.
La luz, la arena, los tés...
Y finalmente también viví en una zona en desarrollo en Méjico: La Selva Lacandona, donde tenían enfermedades propias de los países atrasados, como el cólera.
De Méjico aparte del carácter de sus gentes (uno de los más violentos del mundo) recuerdo con verdadera pasión sus platos y sus margaritas. Y hoy ya viejo y gordo asisto todo lo que puedo a restaurantes marroquíes, indios y mejicanos.

20 de septiembre de 2015

“Inmigrante a la deriva”.

Agarrarse fuerte. “Este madero es mi vida”, dijo para sí mismo una vida africana.
“Siempre hay supervivientes. Y yo seré uno de ellos”, reflexionó.
“Menos mal que viajo sólo. No podría ver a mi mujer y a mis hijos en esta situación”, razonó.
Pero las fuerzas flaquean. Y recuerda: “Pagué todo el dinero que ganaríamos en un año para embarcar en esta patera”. Y entonces le resbala el madero y queda flotando sin ninguna ayuda.
“El olor de mis hijos. El sabor de mi mujer. La cocina de mi casa: La cachupa caboverdiana. Todo se acabó”, musitó.
“Hay niños a la deriva cerca de mi, pero no puedo hacer nada por ellos”, analizó.
“Llegar sólo, buscar trabajo y pedir el reagrupamiento familiar. Traer a todos”, pensó.
“Pero... se me acaban las fuerzas. Y nada podré hacer”, se dijo.
“Todos confiaban en mí. Pero yo nunca me fié del patrón de la patera. El cual abandonó la embarcación nada más partir”, recordó.
“No puede ser. Me hundo”, sentenció.
“Mi mujer, mis hijos, el abuelo. Adiós queridos. No puedo más”, concluyó.

18 de septiembre de 2015

“Las plantillas y el “pisco””.

Debido a mi marcha tórpida como consecuencia del traumatismo craneal sufrido, me decidí a comprar unas plantillas en una Ortopedia.
Así pues me dirigí a Exclusivas Iglesias (Centros Ortopédicos) en la coruñesa Avenida Finisterre. Y allí, tras una espera de diez días, por fin me hice con mis plantillas.
Pero al caminar se me salía el pie izquierdo del zapato. Lo cual resultaba pesadísimo.
Fui a hacer la referida compra con mi vecina y amiga Ana María. Y después decidimos ir al restaurante mejicano “Tamarindo”.
Casi cojeando del pie derecho entré, no lo dudé y me pedí un “pisco”, bebida alcohólica peruana. Y cual fue mi sorpresa cuando al salir del restaurante ya no se me salía el pie.
Caminando como Tarzán fui todo el camino de vuelta a casa -veinte minutos- sin la más mínima molestia.
El pisco me había salvado. Y sin duda voy a ir a Exclusivas Iglesias para recomendarles que promuevan entre sus clientes el “pisco”, ya que si alguna molestia tienen desaparecerá como por arte de magia.
Además al día siguiente descubrí, asesorado por mi padre, que no había retirado las plantillas que ya tenían los zapatos. Por lo cual iba con doble plantilla, lo cual provocaba que se me saliera el pié.
En todo caso si no es por el “pisco” seguiría cojo y jodido

17 de septiembre de 2015

Frontera a la Libertad

“Claro que te doy la mano, papá. Sólo estaba pensando”, reflexionó.
“En mis amigos, en mi casa. En mi madre”.
“No perderé más cosas. Me lo has dicho mil veces”.
“Pero tan sólo déjame recordar”..., matizó.
“Los recuerdos son lo único que nos queda”.
“Hemos pagado mucho dinero por cruzar la frontera con Hungría. Y pronto llegaremos a Alemania. Lo sé”, se dijo.
“Las bombas pusieron fin a mamá. Cayó junto al abuelo”, recordó.
“Nuestros hermanos se han convertido en fanáticos”. “Y en Siria no queda nada -analizó-. Sólo un líder endiosado y sin apoyos.
“Sé que hay intereses internacionales en la guerra. Los mayores dicen que si no fuese un país de paso del petróleo de Irán otro gallo cantaría”, caviló.
“Sé que tienes miedo papá”. “¿Pero que más nos puede pasar?”, musitó.
“No, no me volverán a robar. Y tú encontrarás trabajo en Alemania. Si no es de lo tuyo: Ingeniero, algún otro para ir tirando.
“Yo además para el año voy a ser mayor de edad y podré contribuir”, se dijo.
“Y por favor recuerda siempre a mamá en el jardín, recogiendo rosas. Tal como yo la recuerdo”, rogó.
“Te quiero papá. Te quiero”, dijo.
                                                                                                         por kikovacanillas
                
                                                                      

16 de septiembre de 2015

Acoso en el Facebook


Por fin accedí a los ruegos de mis compañeros y entre en Facebook.
Bueno, mejor dicho, un compañero, Patxi, vino a casa a activar el programa citado.
Como siempre me levanté a las siete de la mañana. Y me dije: “¡Vamos a estrenar el Facebook!”.
Así es que entré, según me había indicado Patxi. “Iniciar sesión en Facebook”, pulsé.
Cual fue mi sorpresa cuando toda la pantalla estaba cubierta por un muñeco rojo y con un tridente.

“Ya has entrado Imbécil”, me dijo.

“Esto debe ser un sueño”, recapacité.

“Será posible que a estas alturas sigas anclado en el MS-DOS. Sí es cierto que ya sabes manejar el WORLD, pero no conocer el Facebook es un pecado mortal”.

Di un largo paseo matutino por el paseo marítimo y...“Bueno, me voy a hacer una pizza. Y cuando acabe de comer ya habrá terminado esta pesadilla”, reflexioné.

“Come, come, gordo”. “Yo sólo ingiero bits”.

Llamé a Patxi para que viera al demonio. Le costó bastante venir, pues no se lo creía.
Pero cuando por fin vino el demonio se escondió. Y todo funcionó del modo habitual.
“¿Estás bebiendo mucho?”, preguntó Patxi señalando la botella de JB casi vacía de la cocina.
“No te lo juro que no”, sentencié.

Patxi se fue y volvió el daimon.
El me dijo: “Esta es una relación personal e intransferible. No impliques a nadie mas”.
Entonces bebí, bebí y bebí.

15 de septiembre de 2015

La Peor Caída.

Fue el lunes por la mañana, cuando bajé en ascensor desde mi piso al portal. Me disponía acceder a la calle, resbalé en las escaleras... Y estrepitosamente caí al suelo.
Constaté que no podía moverme pues a buen seguro me había fracturado una pierna, con un bulto a la altura de la rodilla que denotaba que algún hueso se había roto.
Entonces decidí gritar para pedir auxilio. Y así hice.
¡Salvado hay gente cerca!.
Pero parecían no oirme.
Grité de nuevo y...nada.
En ese momento una pareja de vecinos abría la puerta del portal. Y saltando por encima de mí salieron a la calle.
No podía ser...Me habían visto de sobra. Pero...fueron varios los vecinos que actuaron de igual forma. Incluso un repartidor me sugirió que quitase de en medio.
Llegó la noche y nada varió.
Lleno de congoja y frío, además de muy dolorido, me dispuse a enfrentar la oscuridad.
Dormí lo que pude -muy poco-. Y a la mañana siguiente la indiferencia de los vecinos continuó.
"Darme algo de comer", grité desesperado.
Y el portero, Jose, me espetó: "Podrías dejar de dar el coñazo".

Entonces, de modo inmediato, me levanté sin ningún dolor y accedí a la calle. Con toda normalidad fuí a comprar el periódico y a tomar café.

...Pero había sido un sueño. Y en realidad seguía viviendo la buñuelesca situación de verme caído, fracturado e ignorado. 

14 de septiembre de 2015

Alcohólico de Letras.


Mis alumnos de secundaria son mi vida. Hoy les explicaré la Generación Poética del 27. Y les haré leer "La Voz a tí debida" de Salinas.

...Trago de JB con mucho hielo...

Influencia de Juan Ramón Jimenez y de las vanguardias.
Búsqueda de nuevas formas de expresión y temas.
Exaltaron la lírica popular y los romances.

...Sorbo e inclusión en los paraísos artificiales...

Subrayan el verso libre y bucean en la imagen y la metáfora.
Inmersos en un proceso de rehumanización. Los que se quedaron en el país asolado por la guerra civil viven un humanismo angustiado. Y los que se fueron: La nostalgia de España.

...Bebo pues me acerco a los autores...

Les presentaré a Jorge Guillén ("La destrucción o el amor"), a Rafael Alberti ("Marinero en tierra") a Federico García Lorca ("Romancero gitano"), y a Cernuda ("Los placeres prohibidos").

.....En el trastero -escondida- cojo otra boterlla de JB, para festejar el final de la clase...Al lado de la cama. "Me voy a relajar antes de dormir".
Mañana tengo que comprar JB. Nota en la nevera. Tengo analizada bien la clase de mañana, una copa para celebrarlo y a dormir.

Y para despedirme y entrar en los sueños oníricos, de los que algún día no regresaré: "Si mi voz muriera en tierra" de Rafael Alberti:

"Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera (...)

Emocionado vacío la botella a morro. 

11 de septiembre de 2015

Predicción.


Sonó el despertador a las siete de las mañana. Desayuné, me duché y me vestí. Entonces llamé al taxi, que me llevaría al aeropuerto destino a Madrid.
Hacía una mañana soleada en A Coruña. El taxi llegó en veinte minutos.
El conductor iba oyendo la rádio. Y en ella decían que hubo un accidente aéreo en un avión destino a Madrid, partiendo de A Coruña. Había fallecido toda la tripulación.
Entonces miré la hora. Y cual fué mi sorpresa cuando observé que eran las cinco de la tarde. No podía ser...
Las noticias del accidente siguieron. Y el taxista dijo: "Terrible accidente. Menos mal que hubo gente avisada".
Llegamos al aeropuerto. Y al bajar y coger la maleta observé el reloj: Eran las ocho y media de la mañana. De nuevo había vuelto a cambiar la hora.
Entré al aeropuerto coruñés. Y vi que mi vuelo salía en veinte minutos.
"¿Qué hago?", me pregunté. Si todo sucede según las noticias este vuelo se estrellará. No lo puedo coger.
Me fuí del aeropuerto y volví a casa.
En las noticias del medio día pude observar que efectivamente el vuelo referido había sufrido un accidente. Y no hubo supervivientes.
Respiré aliviado. Y agradecí a los duendes el salto en el tiempo que me predijo el fatal desenlace. 

10 de septiembre de 2015

Pantera

Estaba yo durmiendo en mi casa de A Coruña, en el mismo cuarto que mi mujer Ana: Camas separadas.
Caí en un profundo sueño, en el que imaginaba que mantenía relaciones sexuales con una pantera, en la que se había covertido mi parienta.
Acrobáticas y salvajes fueron las distintas posturas que adoptamos. No exentas de todo cariño.
La pantera hembra me acoplaba a su cuerpo y me empujaba la espalda con el fín de incitarme a la copulación.
También practicamos el 69, resultando el mismo tan delicioso como excitante.
Ya de mañana me desperté entre sudores. Y al comprender que todo había sido un sueño, me sentí aliviado de haber cometido bestialismo.
Entonces se despertó Ana y le dí los buenos días.
"En fín, me dije, fué un sueño maravilloso". Y no pude sino mirar fijamente a Ana, quien entre lascivas miradas me dijo: "Aaaarjjj".
Fué entonces cuando me fije que tenía unos fuertes arañazos, como de garra, en la espalda.
"Tigresa, te adoro", dije yo dándole un beso con lengua.

9 de septiembre de 2015

"Olvidé la rebeca".

Recordemos que yo había descubierto que todo lo que escribía sucedía en la realidad de modo inmediato. Por lo cual me dediqué a viajar a países en guerra y socorrer a las víctimas.
Entonces, estaba pasando diez días de descanso en mi casa de A Coruña, de vuelta de Afganistán. Y contraje un resfriado, que me tuvo entre la cama y el ordenador todo el día.
Aburrido. Y sin nada que hacer. Me dediqué a escribir un relato erótico poniendo como protagonista a una compañera de Ecos do Sur. Nada sucedería fuera de las teclas, pues yo no podía salir.
Pero me desviví narrando un encuentro de lo más pornográfico y dulce.
Yo sabía que para que sucediera era condición usar nombres y apellidos. Y estar yo presente. Por lo tanto este romance quedaría en mera literatura.

Pero cual fué mi respuesta cuando al día siguiente me llamó Antía y me dijo: "Onte estiviches fantástico".
No podía ser.
"Deixeme a rebeca na túa casa. ¿Podo pasar hoxe a recollerla?", me preguntó.

Y sabeis lo que hice de inmediato: Me puse a redactar otro tórrido episodio sexual, que comenzaba cuando ella vuelve a casa de su pareja ocasional a buscar una prenda que se olvidó la noche anterior.

Pero nunca sucedería que la realidad y la ficción sucedieran al mismo tiempo. Lástima, pues si esto sucediera podría cambiar el mundo a mi antojo con tan sólo escribir. Y reaparecían las anteriores exigencias: Nombres y estar yo presente.

El demiurgo me había concedido un descanso: El amor de Antía.

8 de septiembre de 2015

Día, se repite.


Comenzaba la semana: Lunes: Fuí a mi ONG y después a la biblioteca. Comí lasagna cocinada por mi mujer. Y a la tarde tuve clases de Filosofía.
Un día pleno y cotidiano.
Llegó el martes. De nuevo se despertó Santi a las siete de la mañana, por lo cual le dí el desayuno. Me duché y fuí a Ecos do Sur. Compré leche antes de partir.
Al llegar Saray me volvió a decir: "Que hay jefe".
"No, si este comunicado ya lo he hecho ayer", le dije a Natalia.
"Te confundes", me contestó.
Y de nuevo me pidió Patxi ir al banco.
Las mismas bromas, las mismas tareas.
Bajé a tomar café y de nuevo me produjo acidez.
Compré antiácidos "Rennie" en la farmacia.
"¿Pero has perdido el que te vendí ayer?", preguntó extrañado el farmaceútico.
Y al día siguiente igual. Todo se repetía inexorablemente. "¿De nuevo lasagna?", dije. "Pero...¿Qué dices?".
Ya tenía en casa cinco paquetes de leche: Uno por cada fatídico día.
Aturdido y estresado incorporé un nuevo elemento a mi vida. Me compré una botella de aguardiente blanca y la bebí en su totalidad.
De repente desperté entre arcadas.
Me había quedado dormido en el sofá del salón.
Y aliviado y feliz lo comprendí todo: Había sido un sueño etílico.
Estaba fuera de mi neurosis cíclica y repititiva.

7 de septiembre de 2015

En Siria con mi portatil.


El primer relato con el que descubrí mi poder fue sobre un acontecimiento cotidiano vecinal en mi bloque.
Tal como había escrito, mi portero me saludó: "Qué hay neno, todo bien".
Pero el caso es que desde ese momento todo sucedió tal como había redactado: Me encontraría a mi alumno portugués Fernando, se rompería la llave del portal y habría que llamar a un cerrajero.
Muchas fueron las pruebas que hice desde etonces. Y pronto conocería los límites de mi inmenso poder: Todo se repitiría si constaban en el relato nombres y apellidos de los protagonistas. Debería suceder en el mismo lugar desde el que yo escribía.
Así es que me compré un portatil y decidí viajar a Siria.
Tomé clases de árabe y estudié los caracteres de sus nombres y apellidos.
Una vez que estuve aleccionado aterricé en Damasco y allí comenzó mi tarea. Ayudé a reunir familias, a atender sanitariamente a enfermos, a conseguir pasar fronteras...Y todo ello con fantásticos resultados, tal como redactaba con mi portatil que sucedería.
El único problema es que temí por mi vida, pues estaba condenado a vivir en lugares de extrema peligrosidad. Y yo no estaba incluído en la mágia de mis relatos. 

6 de septiembre de 2015

SEPARACIÓN

Y fué entonces cuando abrieron la puerta de casa...

Seguiré haciendo deporte en la coruñesa Casa del Agua (bicicleta y máquinas de musculación). Permaneceré en la Biblioteca Municipal de Los Rosales (donde me acabo de repasar la obra de Miguel Delibes). Y mis Inmigrantes: Clases de español y Página web. Los aguardientes de Ana María. Los mail y charlas telefónicas con mi primo Enrique. Mis relatos y poesías en www.tustextos.com, y en ideasdeunperiodista.blogspot.com. Mis piscos en el restaurante mejicano Tamarindo. Mis pizzas con Ana María en Cambalache. Pediré la tarjeta de auxilio a Minusválidos en La Cruz Roja. Así como la Dependencia. Visitaré semanalmente el mercado (el de la Plaza de Lugo y el de San Agustín). Cocinaré. Me leeré de nuevo (por quinta vez) La Montaña Mágica de Thomas Mann. Me haré trescientos batidos de plátano y engulliré miles de vermús en "Sabores a Tope". Tendrá su sitio en mi casa una botella de JB, en el sitio de las medicinas, junto al Diazepán, Zyprexa y el bastón. Gastaré comedidamente mi pensión (por discapacidad), más de la mitad de la cual será enviada para mis hijos mensualmente. Contaré con 1.000 euros mensuales de Patrimonial Raíces (la empresa familiar), a la que iré todos los jueves -en Santiago-. Y practicaré sexo con la Ale-manita.
Como especialmente negativo: Mi convivencia con mis hijos, las limitaciones por mi minusvalía. Y mi tendencia a la obesidad. Hoy empiezo el régimen, que me veré obligado a abandonar porque me deprime. O me alegra comer más bien.
Este texto fue publicado por Kikovacanillas 06 de septiembre de 2015