30 de junio de 2016

-El enviado de Dios.

Como ya sabéis yo había contactado con David por “mail” e incluso por “Skipe”. Detalle: David había fallecido hará unos cinco años en un accidente de alpinismo en los Alpes franceses.
El caso es que un buen día me llamó vía Skipe y al atender su llamada me dijo:
“No sólo te doy permiso para que conectes con mi mujer y a mi hijo, sino que además quiero que hagas lo mismo con mis amigos del Más Allá”.
A continuación me indicó que para tener tiempo libre me conseguiría un premio de la ONCE de 3.000 euros mensuales.
Y así fue. Al cabo de dos semanas recibí el citado galardón.
Antes de nada le pedí a David la dirección de su casa y el teléfono.
Llamé a su viuda y le anuncié que iría a verla.
“Los amigos de David son nuestros amigos, dijo refiriéndose al mozo que -con gran parecido a su padre- estaba también sentado en el sofá.
Le anuncié a la buena mujer mi poder. Y lo que me había llevado a su casa.
Entre risas nerviosas accedió encantada.
Conectamos el Skipe y...
“Soy yo mi vida. Y estoy bien”, dijo David.
Momento en el cual Fransuas se desvaneció. Pero en cinco minutos estaba ya bien y continuó hablando con mi difunto amigo.
Yo, para darles intimidad, me fui al cuarto de sal lado.
Charlaron por espacio de una hora aproximadamente.
Y ya cuando finalizaron me dijo la hermosa viuda: “David quiere hablar contigo”.
“Dime, David”, señalé.
“Quiero darte las gracias por haberme dado la posibilidad de hablar con mi familia. Y te voy a pedir que hagas lo mismo con mis amigos celestiales. Ya te daré instrucciones. Y repito: Gracias”.
Kiko Cabanillas.

29 de junio de 2016

Entre ellas.

La homosexualidad siempre me resultó interesante, como alternativa existencial. Pese a ello soy “hetero”.
Todos los maricas que se han cruzado en mi vida han acabado siendo buenos amigos míos.
Muchos sufrieron de las intolerancia y la incomprensión para salir del armario.
Pero he aquí el culmen: El lesbianismo.
Dos mujeres que se quieren, se adoran, se desean.
Chocan frontalmente con aquellos que las califican de “guarras”. Lo cual hace su amor más intenso.
Vi ayer una película en la tele sobre dos lesvianas que viven un intenso romance. Una es pintora y la otra profesora.
Todo es normal en su vida en pareja: Se distribuyen las tareas domésticas, comparten amigos. Y sobre todo hacen continuamente el amor sin cortapisas.
También he leído hace poco que las mayores discriminaciones las sufren los bisexuales.
Y ¿qué pecado tiene sentirse atraído por ambos sexos?.
La promiscuidad parece más elevada entre los homosexuales. Pero esto tiene su explicación: El amor a lo prohibido. El deseo iconoclasta.
Y para rematar todos los prejuicios vino el Sida. Que muchos califican de castigo de Dios.
¿Y si el Sida fuese también un mal de heterosexuales?. Pues así parece. Tendrán pues de buscar otra venganza del más allá.
Mujeres amaos, desearos, tened sexo.
Y mientras los vulgares “heteros” nos conformaremos con el sexo tradicional.
Con las relaciones socialmente consentidas.
Y en el fondo desearemos meternos en el armario paras después poder salir de él.
Kiko Cabanillas.

28 de junio de 2016

-Vuelvo a la Cruz.

Salgo de mi casa en A Coruña. Me dirijo a la Renfe, donde cojo un tren para Pontevedra.
Me encamino a la zona vieja, donde busco una pensión barata.
En la Herrería pregunto a un camello si tiene chocolate.
Me conduce a Johny, quien tiene costo del bueno. En una tabacalera cercana compro papel de fumar.
Ya bien pertrechado me encamino a la Alameda y de ahí a la Cruz.
Sueño que es por la mañana temprano y yo en vez de ir al Instituto Sánchez Cantón acudo a la cita con mis colegas. Allí fumamos costo. Bueno fumo en este caso.
Pronto recuerdo a Carlos Medina tocando la guitarra y cantando: “Cuando tengo tabaco todos vienen a mi...”.
“Pásame la pava Nito”, le pido a uno de mis colegas, quien me cede la colilla de su cigarrilo Camel. En el quiosco venden cigarrillos sueltos.
“Luis, el gallo, sale con Paloma. Y se cela hasta de su sombra”.
El abuelo es el primero que se pone a trabajar. Los demás preferimos no hacer nada. Esto es, estudiar. Si bien de vez en cuando nos sale algún trabajillo.
Nos gusta el “Heavy Rock” y sobre todo los grupos rockeros españoles, como Tequila.
Ya cansado y fumado me dirijo al bar de Mon. Y allí está él, quien trabajo en un bar con su tío desde que era un chaval. Tomo unos cuantos vinos y le cuento que ahora me dedico a escribir, aunque gano muy poco dinero.
Ya compartidas unas risas con mi amigo vuelvo a la pensión.
Allí veo un poco la tele con los dueños. Y al poco tiempo me dirijo a la habitación donde con una pésima luz me dispongo a leer poesía: Concretamente a Luis García Montero.
He traído un ordenador portátil, que enciendo a las cinco de la mañana y...
Kiko Cabanillas.

27 de junio de 2016

-Meada eterna-

Las vacaciones de verano habían llegado. Yo, separado, me quedaría en mi piso de A Coruña. Y Ana y los niños se irían a Patos, en Vigo, a un apartamento de veraneo en la playa.
Con el propósito de pasar un fin de semana con mis hijos, que luego se irían a Portugal, me propuse tomar un tren hasta la ciudad olívica.
Ya iba bastante nervioso porque soy un meón y en el autobús no hay manera. Estuve enfermo de la próstata el año pasado. Aún así bebí poco y con un libro de poesía me subí al Castromil.
Los primeros quince minutos transcurrieron con calma. Pero pensar aterrado que me mearía en breve y de hecho mearme sin remedio fueron todo uno.
Cada vez mi angustia era mayor.
“Ya sé, me mearé un poquito. Y así se me pasarán las ganas”. Procedí y el resultado fue claramente adverso. Sentí un verdadero ardor por finalizar lo que ya había iniciado
Sin poder aguantar más comencé a orinar en el pantalón, pero en seguida paré. No podía llegar a Patos con el pantalón todo mojado, prueba evidente de lo que había ocurrido.
Mi ansiedad me llevó a tomar una decisión final: Extraje el pene y me dispuse a darle rienda suelta en el suelo del bus.
No tenía fin.
Pronto el reguero que provoqué me delató. Y un pasajero me increpó de malas formas: ¡Será cerdo!.
Pero el caso es que no podía parar de orinar. Y ya llevaba varios minutos.
Orinando sin fin. Ya con varios pasajeros molestos y con el chófer alertado...Llegamos a Vigo.
Entre insultos se despidieron de mi los pasajeros. Pero yo no podía levantarme, pues seguía orinando.
“Caballero haga el favor de bajar de mi autobús”, me dijo el chófer.
Y yo procedí a desalojar el vehículo, aún sin parar de orinar.
Al bajar vi a mi a mi ex-mujer y a los niños. Y entonces milagrosamente se cortó el torrente.
Kiko Cabanillas.

24 de junio de 2016

-El maniquí de San Pedro-

Veréis, yo viví hace quince años en un piso ubicado en la madrileña calle San Pedro. Piso que ya había habitado años antes pues me lo habían alquilado mis hoy suegros.
Era un piso delicioso ubicado a diez minutos de El Retiro.
El caso es que mirando por la ventana podía verse en el piso de enfrente a un anciano postrado en una silla conectado a una botella de suero.
Pasaron veinticinco años. Yo, ya casado, regresé a vivir en el citado inmueble. Y...
Allí seguía el anciano.
Superviviente eterno. Seguía conectado a su suero.
Decidí investigar.
Así es que fui al ayuntamiento a ver cuántas personas habían registradas.
No figuraba el inmortal.
Le pregunté a la chica de la limpieza y me dijo que vivían dos hermanas, pero no me comentó nada del anciano.
Así es que un buen día me envalentoné y llamé a la puerta del misterio.
Me abrió una mujer entrada en años, ante la que me presenté como investigador privado.
Le dije que estaba investigando una desaparición para la cual me era indispensable certificar la vida del anciano al que podía verse postrado en la silla que daba a la calle San Pedro.
Rompió a llorar la buena mujer y me dijo que realmente su marido, quien tenía la costumbre de sentarse allí, había muerto hacía diez años, pero que para guardar su presencia habían colocado un maniquí junto a la ventana.
Nada tenía pues de extraño mi desconcierto.
Al día siguiente volví a la casa y les llevé una tarta “Selva Negra” y les expliqué que realmente yo no era un inspector privado sino un vecino extrañado ante el mencionado personaje.
Kiko Cabanillas.

23 de junio de 2016

-Mordiscos a Santi-

Ayer vino a casa de A Coruña.
Como siempre riéndose por todo. Le mordí los mofletes y las piernas. Y se partía de risa.
Van a estar él y la madre unos días y en Julio se irán a la playa a Patos, en Vigo.
Ya me he planificado mi existencia con Santi y su bellísimo síndrome de Down.
Saldré a dar paseos por el paseo marítimo, parando como no a comprar helados.
Y de noche le achucharé hasta que se duerma.
Descansa en el mismo cuarto que yo.
Y su madre en su cama, en el cuarto de al lado.
Normal, pues estoy en período de separación legal.
Pero...
¿Y mi Santi?.
¿Lo podré ver cuando quiera?.
Iré cada dos semanas a Madrid a verlo.
Y le contaré el cuento de “Santi el guerrero atroz”.
Quien bebía la sangre de sus rivales en su casco y se hacía pinchos morunos con los dedos de sus enemigos.
Y estaba enamorado de una dulce señorita, quien recogía flores en el campo.
Él tanto la amaba que le llevaba las cabezas de sus enemigos a las puertas de su castillo.
Hasta que un día ella le dijo: “Si de verdad me quieres dejarás de matar. Y sólo entonces me casaré contigo. Y tendremos muchos hijos”.
Y así fue como nuestro feroz guerrero se convirtió en un pacífico padre de familia, quien en breve destacó por su arte en la cocina y en el cultivo de petunias.
Sé que no entenderá el cuento pero respirará felicidad con cada una de mis palabras.
Kiko Cabanillas.

21 de junio de 2016

-Estatua de una plaza que no existe-

Felipe Benítez Reyes me presentó ciertamente una estatua de una plaza que no existe.
Era -como en “El Club de los Diferentes”- una figura en la que animación y juventud se daban la mano. Y los niños alegres se aproximaban a ella y la achuchaban.
Todo era felicidad en torno a esta figura. Las autoridades sanitarias sospecharon de patologías en lo que a salud mental se refiere.
¿Es acaso todo ficción?.
Si no existe la plaza cómo diablos va a existir la estatua que la preside.
“Es Poesía”.
Bueno eso lo explica todo.
Lirismo y fantasía no exigen realidad. Son espíritu.
Y el espíritu viaja en una carretilla de obra empujada por unos pillos.

Y la plaza...¿Seguro que no existe?.
Sí existe porque yo la cree para que en ella viviese la figura.
Es una plaza redonda poblada de geranios. Con columpios. Y niños. Muchos niños.

Felipe Benitez Reyes es inmenso. Y si el dice que existe será porque la ha visto. Digo yo.
Y ni que decir tiene que hay muchas formas de ver.
Y si la creó en vez de verla.
Bueno, pues ya está la creo y después la vio.
Pero todo ello es intranscendente para los niños que con la estatua juegan.

Y yo iré a colocarle un gorro de lana para que no pase frío en invierno. Felipe me dirá el camino.
                                      Kiko Cabanillas.

-Amanecí joven-

Os recuerdo que rondo los cincuenta años. Estoy casado pero vivo separado de mi familia, que vive en Madrid y yo en A Coruña. Trabajo como voluntario en una ONG y en el Centro Comercial Área Central.
Pues bien toda mi vida cambiaría esa mañana.
Me desperté de un salto y fui a desayunar. Sabía donde debía ir, pero no era la cocina ni el piso de siempre. Pronto me dí cuenta, estaba en mi piso madrileño, en el que habíamos vivido de jóvenes.
Me senté a la mesa. Mi padre había rejuvenecido diez o quince años, y como siempre tomó su café de pié. Llegaron mis hermanos: Niños. Y yo me dejé llevar por la inercia de lo se suponía que debía hacer. Acabé el desayuno y fui al baño a lavarme los dientes, entonces descubrí a Xeito, nuestro Cocker Spaniel cachorro.
El espejo me reveló que yo también me había convertido en el niño que fui.
Era sábado, así es que fuimos con mi padre al Museo del Prado y luego al Club de Campo a jugar al tenis. Mi hermano Javier era el mejor.
Mi hermano Chemi me preguntó por qué estaba tan callado.
¡Ay, si tu supieras!.
Ya a la tarde regresamos a casa en el 850 que conducía mi padre.
Y por acuerdo unánime fuimos al kiosco de prensa a comprar Mortadelos y Joyas Juveniles Ilustradas.
Cierto es que mi padre nos aficionó, sobre todo a mi, a la buena literatura, pero los citados tebeos eran pilares espirituales en nuestra formación.
Llegué a casa agotado, cene filloas cocinadas por mi ascendente y me dispuse a dormir.
Con el sueño llegó el amanecer: Estaba en mi casa de A Coruña escribiendo sobre mi juventud y tal y como me sucede en innumerables ocasiones caí en un estado de ensoñación en el que confundía ficción con realidad. De nuevo tenía cincuenta años.
                                           Kiko Cabanillas.

19 de junio de 2016

-Las cabras también ríen-

Como siempre me desperté a las siete de la mañana. Desayuné y me dispuse a salir a correr por el Paseo Marítimo de A Coruña.
Al principio toto fué bien. Hasta que llegué a los dólmenes de los caídos en la guerra civil. Momento en el que sentí un terrible cansancio. Me apoyé en una de las esculturas y quedé entre dormido y desmayado.
Me reincorporé...Sobre mis cuatro patas...”¿Cómo?. ¿Qué es esto de cuatro patas?.
Pues sí efectivamente tenía cuatro patas. Peludas.
Lleno de congoja y confusión me dirigí a casa. Y por el camino, en un escaparate pude comprobar que efectivamente me había convertido en una cabra. Me reí.
Al llegar a casa en Ronda de Outeiro vi al portero José limpiando la entrada. Y me dijo: “Fuera de aquí. Que me lo ensucias todo”.
Quise explicarle que era Kiko, pero lo más que logré fue emitir un balido lastimoso.
Sin embargo no fui capaz de abandonar el portal en toda la mañana, motivo por el cual José llamó a la policía municipal.
Los agentes al llegar me ataron una cuerda al cuello y me trasladaron en un furgón que traía consigo.
Me llevaron a una especie de granja. Y me introdujeron en un recinto en el que había tres cabras más y un macho cabrío.
Enseguida comenzó a cortejarme.
Yo no salía de mi espanto.
Me montó desde atrás y yo sentí como su pene atravesaba mis carnes.
He de reconocer que lo que resultó doloroso y violento al principio fue a medio y largo plazo muy placentero.
Ciertamente, el orgasmo caprino fue fantástico.

17 de junio de 2016

Mi doble vino a casa.

                                                              Era muy temprano.
                                               En torno a las siete de la mañana.
Sonó el timbre de la puerta. Acudí a abrir de inmediato.
Miré por la mirilla. Y...
No puede ser: Era yo mismo. “Ábreme”, pidió Kiko.
“Pasa y explicamé esta pesadilla”, dije.
“Verás soy tu doble. Y me envía Satanás para que escribas un libro: Te traigo en esta carpeta el argumento. Todo lo que quieras saber sobre el mismo me lo preguntas.
Yo mientras tu escribes cumpliré todas tus obligaciones: ONG y demás, señaló.

Así fue como yo llevé vida de escritor.
Desde temprano escribía sobre la vida de un conde que se había convertido al satanismo, tal como reflejaban los apuntes que figuraban en la carpeta rosada.

Pero de repente empecé a sentir un agudo dolor en el vientre. Dejé de escribir.
Me concentré y lo vi con claridad: Mi otro yo había sido atacado con una navaja en la calle por un “yonquie”, quien le había asestado un navajazo a la altura del hígado.

“Vete al hospital Chuac”, traté de transmitirle.
Y efectivamente así lo hizo tras pedir una ambulancia que hasta allí lo trasladó.
Ya en el Chuac fué atendido por el doctor Vélez, quien le informó de que el hígado había sido perforado.
Mientras yo sentía todos los padecimientos de mi doble.
Apenas podía incorporarme de la silla donde escribía.
Mientras en el hospital la situación tomaba tintes dramáticos: Fui ingresado en la UCI.
Entonces lo comprendí: Cuando mi doble muriese yo iría tras de él.
Y de hecho así ocurrió.
Ambos morimos.

Empapado en sudor me desperté en mi casa de A Coruña. Siempre me ocurría que cuando estaba finalizando un libro sufría terribles pesadillas.

16 de junio de 2016

-Dentro de mis cuñadas-

Pues sí señor. Mi respuesta es sí. Vendo mi alma, que arderá en el infierno. Y a cambio usted me concede la vida y todo cuanto desee”.
Esto sucedió estando yo en coma profundo en el Hospital de León. Y Belcebú cumplió su palabra, por lo menos en cuanto a sobrevivir atañe.
Antes de salir del Hospital vino a verme transformado en un periodista amigo.
Y yo le dije: “Has cumplido tu palabra en cuanto a mi vida. Ahora te voy a pedir dos deseos: Uno: Que mi recuperación sea rápida. Y dos: Quiero estar dentro de todas y cada una de mis cuatro cuñadas. Ya me entiendes...”.
Concedido. Yo te avisaré”.

Mi recuperación fue fulminante a pesar de mi minusvalía inicial del 67%.

Y estando mi mujer: Ana y yo en Madrid, mi suegra quiso hacernos una Lasagna.
Cuando volvía a comer de comprar el periódico, un mendigo me dijo: “Hoy es el día prepárate. Penetrarás en tus cuñadas”.

Al llegar a casa de mis suegros me dirigí a la cocina, donde se estaba horneando la Lasagna.
Y entonces mi suegra fue al baño, quedándome yo sólo en la cocina.

Y sucedió...

Veía la cocina a través de un cristal opaco. Mi cuerpo estaba pringoso.
No tardé en comprender: Era un ingrediente: Concretamente bechamel. Estaba en el horno.

Regresó mi suegra y dijo: “¿Sabéis dónde se ha metido Kiko?. Estaba aquí hace un momento”
No te preocupes mamá. Vamos comiendo. Ya vendrá. Ya sabes cómo es”, dijo Ana.
Bueno seguro que ha ido a por una tarta Sacher”, dijo su madre.

Y mis cuñadas comieron con mucho apetito. Pero mi suegro también.

Y yo quise morirme pensando en el acto defecatorio.
Kiko Cabanillas.

15 de junio de 2016

-Malaria dreams.

Iba bajando en el ascensor desde mi piso 16 de mi casa coruñesa, cuando...
Un charco de agua se formaba bajo mis pies al tiempo que el ascensor se quedaba parado en el piso cuarto.
¡Vaya por dios!.
Llamé al teléfono de emergencia que figuraba en el panel lateral. Pero, no pude, pues no tenía cobertura.
Pasó un cuarto de hora y todo seguía igual. Bueno todo no. El agua me llegaba ya a la altura de las tibias. ¡Maldita sea mi suerte!.
Bueno pensaré en mis cosas: Reflexioné sobre el nuevo cargo de presidente de la ONG Ecos do Sur y también pensé en mis inmigrantes alumnos de español.
Di golpes y patadas en la puerta esperando que alguien me oyese. Pero, nada.
El agua ya me llegaba por los muslos. Y mi tensión se disparaba a ritmos frenéticos.
El liquido, aunque se vertía por los laterales, seguía aumentando su nivel, ya me rozaba el pecho.
Recordé cuando hace unos veinte años me incorporé de voluntario en la ONG. Fui -y soy- profe de español, luego vocal de prensa y finalmente director, durante cuatro años. El caso es que me habían vuelto a ofrecer la presidencia y había aceptado encantado.
Y ahora que me iba tan bien fíjate en que situación me hallo. Bueno no pasará de ser un breve y dramático episodio existencial.
Los rostros y lugares conocidos pasaban por mi mente sin ningún raciocinio, como sueños.
Fantasías oníricas se apoderaron de mí.
De repente recordé: Finalmente me había decidido a viajar a Mozambique como presidente de Ecos do Sur. Fue algo fantástico.
Construimos un pozo y una escuela. Me integré perfectamente.
Pero enfermé. Malaria.
Como mi enfermedad se agudizaba decidí volver a España y tratarme con el doctor López Vélez, jefe del Departamento de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Primero iría unos días a casa para pasar por mi organización humanitaria.
Y en esta situación estaba cuando extrañas pesadillas me robaban mi apacible sueño.
Kiko Cabanillas.

14 de junio de 2016

Violencia “on line”.

Eran las nueve de la mañana. Esperaba en casa al técnico de la “Compañía R”.
Llegó con retraso.
“Buenos días caballero -le dije ante su sorprendida mirada”. Lucía tatuajes en el antebrazo y en el cuello. “No me va Internet desde ayer.
“¿Dónde tiene el “router”?”, preguntó.
Le enseñé el “modem”. Y acto seguido me dijo: “Es que acaso no ves que este cable está mal. Así cómo va a hacer contacto. Burro...”.
Sorprendido por sus modos, le recriminé: “Es innecesario insultarme”.
“Innecesario es que venga yo por esta pijotada. ¿Tienes cinta celo?”.
Acto seguido aseguró el cable y dijo: “Ya está zopenco”.
“Y de despedida merluzo y para que no te vuelva a pasar te voy a dar una ostia...”
Y sin más se arremangó y me golpeó con inusitada fuerza: Fue un directo al ojo izquierdo.
“Chao”, me dijo y se fué.
De inmediato, y tras comprobar el morado de mi ojo, llamé a la “Compañía R”.
Les conté lo sucedido y por toda respuesta dijo: “Éste Celestino. Verá usted es el hijo del jefe y acaba de salir de la cárcel”.
“Señorita voy a denunciarle”, le dije.
“No por dios. Permitanos que le regalemos un portatil. Y un “modem”.
Así pues al día siguiente vino a casa Celestino a traer el portatil y el “modem”.
“Vengo a traerte esto y de paso...”.
“¿De paso qué?”, señalé.
“Pues de paso me disculpo por los modos que emplee el último día”, me dijo.
“No me denuncie o volveré a la cárcel”. “Por dios”.
“Bien no te preocupes”, le dije ante la congoja del técnico.
Kiko Cabanillas.

10 de junio de 2016

El cerdo y los gitanos.

Llegó Ana como siempre puntual a impartir en mi casa su clase de gallego.
Y tras unas lecturas y una redacción me dijo: “Agora vasme facer un conto para nenos de seis anos”. “Escoito”.
“Estabamos en el madrileño pueblo -versión traducida- de Becerril de la Sierra. Cercano a Navacerrada. Yo tenía doce asños y “El Anguilas”, quien vino a recogerme, tenía dos más.
“Vamos a dar un paseo con el cerdo de mamá”, me propuso.
Así es que fuimos a su casa y cogimos al cerdo, lo amarramos con una cuerda y nos lo llevamos de paseo. Camino del pantano.
En esto nos cruzamos con una familia gitana.
“Hermoso animal”, dijo el mayor de ellos. “Nos lo podíais dar que llevamos una semana sin comer”, añadió.
“El cerdo es de mi madre”, dijo el Anguilas.
“Pues vete a casa y se lo pides”, repliqué yo.
“Eso haré”, contestó..
Y en veinte minutos estaba de vuelta con el permiso materno de regalar el animal.
Así es como el cerdo finalmente fue sacrificado. Y lo asamos y lo comimos entre todos.
Alegría, canciones y bailes. Así como aguardiente. Fue toda una fiesta.
Y desde ese día el Anguilas y yo fuimos amigos de los gitanos, quienes nos enseñaron a cazar conejos con un lazo y a pescar truchas a mano en el río que va a dar al pantano”.
Fin del cuento.
A Ana le encantó el cuento.
Y me dijo que ella pintaba y hacía collares y pulseras, en las que también desarrollaba la creatividad, pero que no era capaz de escribir mucho.
Kiko Cabanillas.

9 de junio de 2016

Exposición fotográfica de refugiados de Idomeni.

“Refuxiados sen camiño”: Huyen de la guerra. Difieren de los demás inmigrantes en que suelen tener un mayor nivel cultural y económico. Hay que integrarlos y ayudarlos en su huida.
Facilitarles asistencia sanitaria y educativa. Pues normalmente se trata de familias enteras.
El fotoperiodista Gabriel Tizón ha retratado en 24 paneles de gran formato 48 fotografías que retratan la vida en los campamentos de Idomeni (Turquía). Y que han sido expuestas durante el mes de Junio en el compostelano Centro Comercial Área Central.
Las caras de los niños. Miradas y sonrisas en forma de muecas.
Toda una poética visión del drama de la inmigración.
Yo tuve el gusto de tratar con varios de ellos, dándoles clases de español con la ONG Ecos do Sur.
Algunos eran jóvenes que habían emprendido aventura en la que partían de cero.
Aunque la mayoría eran “pater” de familias desestructuradas que buscaban otra oportunidad existencial.
Aprendían rápido siempre teniendo en cuenta que el idioma es el primer paso para hacerse un hueco en la sociedad de acogida.
En mi caso traté con africanos que huían de la guerra, pero a buen seguro están llegando sirios a nuestro país. A ellos debemos darles la oportunidad robada.
Enseñarles español, facilitarles tarjeta sanitaria, escuelas para sus niños, conexión con sus embajadas. Y atención en ONGs.
Y sobre todo apostar por la humanidad, dramáticamente distribuida en la geografía más diversa.
Si hay cinco habitaciones en este mundo por qué yo debo vivir en las cuatro en las que no dan de comer, o en las dos en las que tu vecino tiene un Kalasnikov dispuesto a usarlo contra ti.
Sensibilizar a la población del mundo desarrollado es un paso fundamental. Y lo ha logrado Gabriel Tizón. 
                                                          Kiko Cabanillas.

8 de junio de 2016

Nando.

Treinta y tantos, fuerte y fibroso. Atleta, monitor de gimnasia, boxeo y full contac, corredor de fondo.
Llevo cerca de un año acudiendo a sus clases de rehabilitación en la coruñesa Casa del Agua.
Gracias a Nando dejé el bastón y recuperé la marcha con equilibrio.
Subir y bajar escaleras, ejercicios de equilibrio. Y bici estática.
Entrenamiento duro de 50 minutos aproximadamente, valiéndonos de cintas elásticas y pelotas.
Yo he sido deportista toda mi vida: Rugby, Alpinismo, Boxeo...
Y aunque en breve voy a cumplir los 50, retengo la capacidad de sufrimiento de los “entrenos”.
Nando es un joven bastante empático, pero tiene su carácter. Y cuando algo no sale bien me regaña y me dice: “No re rias”.
Así visto en perspectiva el deporte que más me ha construido ha sido el alpinismo: “Treking” por el Himalaya y por los Alpes. Y escalada deportiva en Patones y La Cabrera.
La montaña es algo que va más allá del simple deporte. Es un modo de vida, que lleva implicito convivir con la muerte.
¿De dónde sale que gente que ha perdido dedos por congelación o a amigos en cordada sigan escalando?.
Pues...El alpinismo tiene el duende. Es espíritu. Engancha.
Y en cuanto a deportes en sí: El rugby. Los terceros tiempos bebiendo cerveza. La lucha en equipo. Los entrenamientos a fondo.
Y ahora...
He vuelto a andar como las personas.
Recuperé el equlibrio perdido.
Reaprendí a subir y bajar escaleras.
Y en resumidas cuentas proseguí con una lucha que para mi será eterna. (Minusvalía del 67 %).
                                      Kiko Cabanillas.

7 de junio de 2016

María José: Mi profe de fotografía.

Tenía que reactualizar mis conocimientos en fotografía. Con el añadido de que yo en mis tiempos de periodista en activo dominaba la fotografía analógica ya que la fotografía digital no existía.
Sin embargo ahora, con mi trabajo llevando el Facebook del Centro Comercial Área Central y el blog de la ONG Ecos do sur, me veo obligado a dominar la nueva técnica.
Así es que busqué en Internet un curso de fotografía digital en A Coruña. Hallé uno en la calle Matadero. En el Paseo Marítimo, cerca del hotel Melia. Busqué el autobús adecuado, 3-A, y allí me dirigí: Serían tres clases semanales.
La profe no conocía mi cámara, con lo cual perdió mucho tiempo fuchicando en la misma. De todos modos las enseñanzas fueron soberbias. Y a mi me sirvió mucho y mis conocimientos de fotografía fueron de gran utilidad.
Me ayudó también a arreglar un problema que tuve en mi cámara: El flash se me estropeó. Y María José me envió a “Altus” a arreglarla. Con el inconveniente de que al tratarse de una “Olimpus” el servicio técnico está en Portugal. Uno o dos meses.
Me insistió mi profe en que la avise dentro de un mes para meterles prisa, ya que son amigos y a ella le harán caso
Antes de mi accidente y de mi consecuente minusvalía yo trabajaba con una reflex con tres objetivos: Un 28, un 50 y un zoom 70-210. Y además de trabajar en prensa (Hacía siempre las fotos de mis informaciones) me lo pasaba como un enano haciendo fotos de mercados y demás acontecimientos populares. Y sobre todo de mis viajes. Tengo fantásticas fotos de la India, así como de Turquía. Gente y el color de las sonrisas.
Asimismo, tiré un carrete haciéndole fotos a mi padre en Combarro, entre hórreos y palleiros.
Amo la fotografía artística y profesionalmente tengo los conocimientos básicos para ejercer el fotoperiodismo.
                                            Kiko Cabanillas.

6 de junio de 2016

Entrega de diplomas en la universidad Senior.

En el Paraninfo tuvo lugar la entrega de diplomas de los recién licenciados por la universidad Senior de A Coruña. Centro para mayores de 65 años y para minusválidos.
Como siempre atento a todos los pormenores estuvo el secretario Paco, junto a la directora y al coordinador Juan José, profesor de Ciencias para los Ciudadanos de Hoxe.
Después nos desplazamos al restaurante del Casino, con buena y abundante comida gallega y excelente Rioja.
Han sido cuatro años de convivencia. De donde han salido pandillas y buenos amigos.
Tuve una grata conversación con un antiguo Físico y activista de izquierdas.
Muchos de los allí presentes van a asistir de oyentes el año que viene. Economía es la asignatura más solicitada.
Coincidí ¡como no! Con mi amigo Jose Luis, quien con mucho afecto se ocupó de hacerme mi minusvalía más llevadera.

Y cual es mi balance de estos cuatro años.
Inversión en cultura y conocimientos realmente rentable.
Amigos y gente inquieta digna de conocer.
Una iniciativa didáctica encomiable, rentable y placentera.

Yo para el año que viene no tendré tiempo de asistir a clase ya que me he liado llevándole el Facebook al Centro Comercial Área Central y continúo con el blog de la ONG Ecos do Sur. De todos modos de aquí a dos años será Economía la asignatura a la que acudiré y probablemente también a Filosofía, impartida por un buen profesor y por un auténtico filósofo.
En un aparte le dije a Paco que quería que tuviesen en cuenta que habían tenido cuatro años a un minusválido, yo, que había quedado absolutamente encantado de la experiencia. Paco agradeció mis palabras y me dijo que para el año tendrán un estudiante en silla de ruedas, para lo cual tendrán que habilitar rampas adecuadas.

3 de junio de 2016

Gaivota.

Estaba sólo en casa.
Sentí la llamada del cielo.
Me dirigí al despacho abrí la puerta de la terraza y...
La inmensidad a mis pies.
Sólo quiero volar. Voy a volar.
Me agarré a la barandilla. Subí una pierna y luego la otra.
Soy una gaivota. Porque cada uno es lo que le da la gana.

“Era muy majo pero era un perfecto desequilibrado”.
Su familia se enfadó muchísimo con la viuda de Kiko porque le había abandonado para irse a vivir con su padre a Madrid.
Y nuestra gaviota se dedicó a leer y a escribir compulsivamente.
No miento “espiritualmente”, que se parece en el proceder pero no tiene nada que ver en el fondo.

El primo Enrique se disgustó tanto que engordó quince kilos. Y su padre quedó con ganas de haber ido a la Feria del Libro de Madrid con su hijo.

Fue una cuestión de búsqueda del equilibrio del alma.

Había alcanzado un estadio difícilmente asumible socialmente. Tenía que estar sólo y libre. Y por qué no explorar el vacío.
Sólo le faltó poder escribir esa experiencia. Por eso la escribió a priori.
La imaginación ayuda.
                              Kiko Cabanillas.

2 de junio de 2016

Pontevedra boa vila...

...dá de beber a quen pasa.
Según aterrizé fui a estudiar al colegio pontevedrés Sagrado Corazón.
De ahí viene mi odio a los curas.
Me porté mal y fuí expulsado. No entraré en detalles.
Desembarqué en el Instituto Sánchez Cantón. En cuya Cruz cantamos y tocamos la guitarra cuando “copábamos”.
Los viernes por la tarde y sábados y domingos íbamos a Gólope, a escuchar “Heavy rock” y a “mamarnos” con vino de pasa que comprábamos en una bodega muy barato y a fumar porros.
Los domingos acudíamos por la mañana al bar de Mon, donde tomábamos alguna birra entre viejos asiduos al local.
Nos reuníamos en la “Plazuela” y a veces íbamos al río,a ver cómo se masturbaba Ramiro, “el abuelo” y a bañarnos.
Por la tarde íbamos al bar de los calamares. Y a beber a “los Tubos”.
Alguno acabó mal...drogas.
Pero la mayoría se deja ver de vez en cuando.
En el instituto “salí” con Marta Abad. Con la cual “corté” porque no me iba eso de tener novia formal. Cuando tuve hepatitis venían a casa mis colegas y fumábamos “petas” en mi cuarto.
Paloma salía con Luis el Rubio.
A Luis no había dios que lo aguantase.

En fin mis amigos: Carlos Medina, Richard, Luis, Carlos “el gordo” (acabó cocainómano), Nito, Ramiro, Mon, el “Negro”, el “Nanas”...y muchos otros que perdonarán mi pésima memoria.
                                    Kiko Cabanillas.

1 de junio de 2016

La cámara mágica.

Había encontrado el curso de fotografía en Internet.
La profesora era una brasileña encantadora, quien me pidió el primer día que le prestase la cámara pues me la quería preparar. Así lo hice.
Y a la semana siguiente me entregó la cámara y me dijo: Ahora deberás seguir mis instrucciones...
Fotografía ese jarrón y piensa antes como quieres que te quede.
Así lo hice y la foto quedó perfecta.
Luego le pedí que me dejase retratarla a ella.
Hice la foto y al verla por el visor me dí cuenta que le habían quedado los ojos rojos.
Pensé en ello y la siguiente foto digital ya tenía corregido ese efecto.
Era fascinante: Pensaba como quería la foto y mi pensamiento se traducía en realidad.
¿Qué me has hecho en la cámara?. ¡Es maravilloso!.
A partir de ese curso me hice fotógrafo de prensa, bien apegado a mi cámara. Y mi éxito fue absoluto. Políticos, deportistas...
Yo pensaba como quería la foto y así quedaba plasmado. Además según hacía más y más fotos mi técnica evolucionaba y podía pensar en más variantes.
Entonces daría el paso definitivo: Abriría un estudio de fotografía, especializado en fotografía psicológica.
Y un buen día mi cámara mágica dejó de funcionar. Así es que decidí llamar a mi profesora brasileña: ¡Tienes que ayudarme!.
Mi profe me explicó que no necesitaba ninguna ayuda pues ya había aprendido lo suficiente.
Ella prometió enseñarme fotografía y así lo había hecho. La cámara mágica pasaría a otras manos.
Y ciertamente tenía razón. Yo seguí haciendo fotos cada vez mejores y mi éxito tanto en prensa como en fotografía artística nunca dejó de subir.
                                                  Kiko Cabanillas.