17 de junio de 2016

Mi doble vino a casa.

                                                              Era muy temprano.
                                               En torno a las siete de la mañana.
Sonó el timbre de la puerta. Acudí a abrir de inmediato.
Miré por la mirilla. Y...
No puede ser: Era yo mismo. “Ábreme”, pidió Kiko.
“Pasa y explicamé esta pesadilla”, dije.
“Verás soy tu doble. Y me envía Satanás para que escribas un libro: Te traigo en esta carpeta el argumento. Todo lo que quieras saber sobre el mismo me lo preguntas.
Yo mientras tu escribes cumpliré todas tus obligaciones: ONG y demás, señaló.

Así fue como yo llevé vida de escritor.
Desde temprano escribía sobre la vida de un conde que se había convertido al satanismo, tal como reflejaban los apuntes que figuraban en la carpeta rosada.

Pero de repente empecé a sentir un agudo dolor en el vientre. Dejé de escribir.
Me concentré y lo vi con claridad: Mi otro yo había sido atacado con una navaja en la calle por un “yonquie”, quien le había asestado un navajazo a la altura del hígado.

“Vete al hospital Chuac”, traté de transmitirle.
Y efectivamente así lo hizo tras pedir una ambulancia que hasta allí lo trasladó.
Ya en el Chuac fué atendido por el doctor Vélez, quien le informó de que el hígado había sido perforado.
Mientras yo sentía todos los padecimientos de mi doble.
Apenas podía incorporarme de la silla donde escribía.
Mientras en el hospital la situación tomaba tintes dramáticos: Fui ingresado en la UCI.
Entonces lo comprendí: Cuando mi doble muriese yo iría tras de él.
Y de hecho así ocurrió.
Ambos morimos.

Empapado en sudor me desperté en mi casa de A Coruña. Siempre me ocurría que cuando estaba finalizando un libro sufría terribles pesadillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario