Como acto reflejo
mi ex-mujer llamó a un técnico para que le echase un vistazo y la
reparara si era necesario. Y para que hiciese un presupuesto para ver
si valía la pena el arreglo o convenía más comprar otra.
Enseguida comencé
a pensar en dejar la televisión, oír las noticias en la radio e
invertir el tiempo de la tele en leer más y escribir.
Cuando ya estaba
entusiasmado con la idea, me llamó el técnico y me dijo que la
reparación salía carísima y que además habría serias
dificultades en encontrar la pieza averiada.
Inmensa alegría:
Pasaría de la tele.
Al volver a casa
por la mañana y mirar el hueco de la tele mi espíritu experimentó
una clara euforia. Luego miré donde tenía mis libros del club de
lectura. Y coloqué la radio en el salón, marginada habitualmente a
la cocina.
Llevo una semana
sin tele y estoy leyendo compulsivamente más de un libro diario.
E retomado mi
afición a la radio. Escucho “Radio Galega”, pues así mejoro el
idioma de mi padre.
Y entonces salí a
la calle ayer...Y un mendigo me dijo: “Has asesinado a la tele, muy
bien”.
“La tele es un
organismo vivo...Tiene trucos para seguir infectando espíritus
-continuó- Por ejemplo a tu primo Kikón le tiene atrapado por el
cine de la dos...Y a ti te tenía atrapado por los informativos y por
el programa de Bertín.
Pero has sido
valiente y la has asesinado”.
¿Y tu cómo sabes
todas esas intimidades?.
“Bueno, si te
dijera la verdad no me creerías pero...yo no soy de éste mundo y
todo lo veo.
Es lo más que
puedo decirte”.
Kiko Cabanillas.