1 de febrero de 2018

-”Mabruk”, (felicidades).

 Llevo veinte años sin conducir (desde el accidente que me otorgó una minusvalía). Pero ya me encontraba en condiciones de retomar la conducción.
Así es que pregunté en Tráfico y me remitieron a una autoescuela, donde me exigieron un parte médico, que me facilitó encantado el doctor Pablo Vaamonde -mi médico de cabecera-, quien sin aparcarse de la deontología profesional me facilitó el solicitado informe bastante adecuado.

Así es que esta mañana me encaminé a una autoescuela adyacente a Tráfico, donde me hicieron un examen psicotécnico así como diversas pruebas físicas y cognitivas. Aprobado con nota. Y mientras me llega el carnet me facilitaron un papel que equivale al mismo, con lo cual ya puedo conducir.

Finalizado el reconfortante trámite me dirigí a mis clases de español a inmigrantes.

Desarrollé mi docencia con un alumno argelino, quien está en pésimas condiciones económicas y sociales. Además su español es bastante básico.
Lo derivé a Ecos do Sur para que le ayudasen a conseguir la tarjeta sanitaria y le apuntasen a la bolsa de empleo. La ONG que presidí durante cuatro años como siempre me ayudó al máximo.

Y fue entonces, cuando recordando mi nuevo carnet de conducir me dijo Mohamed: “Mabruk”. (Felicidades).

Comuniqué a mi familia mi logrado permiso de conducción y a pesar del miedo casi todo fueron palabras de ánimo.

Entonces, finalizadas mis clases, me dirigí -espiritualmente acompañado de mi carnet- al Carrefour a hacer la compra de la semana.

Comí pollo asado y una ensalada -maldito régimen-.

Todo lo que resta del día estará dedicado a la lectura y a la escritura.

“Laila saida” (buenas noches).

                                 Kiko Cabanillas.

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