30 de agosto de 2016

-De nuevo en la brecha.

Mi artículo “Siria: La guerra del gas” lo envié al diario “La Opinión” para ver si lo publicaban y ayer me llamó el jefe de internacional para comunicarme que lo iban a publicar en la sección de Opinión pasado mañana.
Además de los blog que redacto para la ONG Ecos do Sur y para el centro comercial Área Central, por fin he conseguido meter las narices en la prensa escrita. Y además nada más y nada menos que en internacional
De nuevo estoy en la brecha.
Santiago, jefe de internacional, pasó de tratarme de usted a tutearme.
Otra vez el lugar mágico de una redacción. Mil conversaciones a la vez.
Decenas de ordenadores.
Todo esto siempre a partir de las doce, pues madrugar y periodismo jamás se han dado la mano.
Recuerdo con especial cariño la redacción de “El Independiente”, siempre a la espera de que el alcohol ingerido la noche antes le permitiese a Michi Panero enviar sus crónicas de televisión.
Y ya tengo varios temas en cartera: La Turquia de Erdogán, la Guerra de Sudán, y Maduro en Venezuela.
Siempre me ha fascinado la sección de internacional, aunque mi fuerte hayan sido cultura y temas sociales especialmente marginales.
Estamos en seis cafés al día.
Yo también me hago mis fotos, para poder sr totalmente autónomo y no depender del fotógrafo.
A tal fin estudié fotografía, si bien ahora con la foto digital he tenido que reactualizarme.
Mi plan consiste en permanecer en prensa escrita unos tres años. Y entonces replantearme la posibilidad de convertirme en corresponsal de guerra.
Acudir a zonas en conflicto...Actualmente me iría a Alepo, que dentro de tres años espero esté normalizado. Pero lamentablemente nunca faltarán zonas en guerra. Sudán del Sur, por ejemplo. País que lleva años en guerra y cuyo devenir no interesa a la prensa, por no haber petróleo ni gas ni interés internacional económico alguno.


29 de agosto de 2016

-Siria: La guerra del gas.

El gaseoducto más sanguinario de la historia: 250.000 muertos y 11 millones de desplazados sirios nunca llegó a construirse, pero sus víctimas son ya una realidad.
El acuerdo para hacerlo realidad desde Qatar se tomaría en 2009. Tendría una extensión de 5.000 kilómetros y llevaría gas a través de Arabia, Jordanía, Siria y Turquía hasta Europa.
Esta iniciativa chocaba frontalmente contra los intereses de Rusia, que es el principal proveedor de gas natural al viejo continente. Y por lo tanto contras los intereses de Siria, principal aliado de Rusia.
Sin embargo Siria ha propuesto un gaseoducto alternativo desde Irán, que llevaría gas a través de Irán, Siria y Turquía hasta Europa.
Lo que se evidencia es que, a pesar de haber caído los dos bloques: Capitalista y comunista, el mudo sigue regido por el combustible pecuniario. El dinero manda.
Y...¿Quien tuvo la iniciativa de construir el gaseoducto alternativo al de Rusia?. Pues, como no, EEUU, que en la guerra de Siria mantiene la postura más civilizada: Apoya a la oposición moderada, que pretende instaurar una democracia en el país.
Pero la falta de decisión de Obama, que tan patente quedó en la guerra de Irak, puede jugar una mala pasada. Y no forzar a la instaruración de un sistema democrático.
Los islamistas además son un nuevo elemento en el panorama de las políticas internacionales, que no entiende de democracia ni de derechos y libertades, pero cuyo empuje y fuerza es inmenso.
Pero EEUU sigue en guerra contra Rusia y sus intereses económicos tienen también una indudable fuerza que les llevaría a oponerse al gaseoducto ruso y potenciar el árabe. Baza que jugarán con una supuesta protección a los países en cuestión.
El gas y el petróleo siguen siendo el motor que mueve al mundo. Y tragedias como las de la guerra siria pueden volver a repetirse y de hecho se repetirán debido al oro negro y al gas.
                                    Kiko Cabanillas.

26 de agosto de 2016

-Maldito punto-

Si, efectivamente, había matado a una persona. Pero nadie se enteró.
Él me intentó atracar en un callejón, forcejeamos y acabé clavándole su propia navaja.
Si no fuera por lo que hice después lo declararía.
El caso es que tras el primer navajazo, mi atacante cayó al suelo y permaneció con la mano en el estómago, donde le había herido. Me abalancé sobre él y continué apuñalándole dos, tres...
Cuando ya no se movía me aseguré de que había muerto cortándole la yugular.
Limpié el arma homicida y tras limpiar todos los rastros me fui a casa.
Pasó el tiempo y todo volvía a la normalidad.
Pero un día en que estaba escribiendo en mi ordenador, de repente: Un punto negro atrapó mi atención. Estaba en el horizonte y tras concentrarme en el vi la figura de Andrés -así se llamaba-. Y me vi a mi mismo cortándole y apuñalándole.
Pasó la figuración. Y entonces al cabo de una semana, estaba yo haciendo el amor con mi pareja. Y de repente: El maldito punto.
“Qué te pasa cariño”, me preguntó Elisa.
El proceso se repitió en numerosas ocasiones. Cada vez con mayor frecuencia.
El maldito punto me acosaba.
Y yo sabía que para deshacerme de él sólo había una solución.
Así es que atormentado por la fatídica visión decidí declarar que había dado muerte a Andrés en un callejón sin salida.
La policía, el tribunal, el juicio...
Y ya en mi celda pude descansar tranquilo sin el tormento del punto que me atormentase.
Ese punto se llamaba conciencia.
                         Kiko Cabanillas.

23 de agosto de 2016

Fotos del paraíso.

Había quedado con mi profe María José y con la alumna Pilar para hacer fotos en el monte de San Pedro. Nos encontraríamos en la entrada del parking a las 19.30 horas. Y así fue.
A instancias de la maestra hacíamos fotos a velocidad lenta para ver si lográbamos el efecto velo en la cascada. A continuación a velocidad alta para ver si congelábamos el agua.
Hicimos fotos de la Torre de Hércules.
Pero cual fue mi sorpresa cuando al mirar por el visor, pude ver a la profe en bañador y una amplia piscina, con bellísimas mulatas.
Retiré el ojo del visor y todo volvía a la normalidad.
Estupefacto le pedí a María José que mirase por mi visor. Eso hizo y preguntó: “¿Para qué?”.
“¿No ves nada raro?”.
“No, cariño”.
Pilar también probó y nada ocurrió.
Pero a mi seguían visualizándose imágenes paradisíacas.
Finalizadas las fotos fuimos a verlas a la cafetería, donde al activarlas en mi cámara digital sí aparecían fotos inéditas de un fantástico lugar.
“Ah, era esto”, señaló la profe.
“Eso es que tu estás dotado con el duende. Esto te ocurrirá muy a menudo. Pero no le des importancia”.
“¿Cómo no le voy a dar importancia?”.
“Bueno si quieres puedes asistir a un curso de magia negra que imparte un inmigrante amigo mío”.
Decidí por fin no darle importancia.
Y a partir de entonces observé que las imágenes que se me aparecían estaban intimamente relacionadas con sueños que yo previamente había tenido.

22 de agosto de 2016

-Otra vuelta del infierno.

Estaba yo en mi casa de A Coruña con mi ex-mujer e hijos. Fuimos a la playa de Bastiagueiros.
Andaba por la orilla, cuando de repente vino a mi una imagen del futuro: Regresaba a casa después de trabajar como correponsal de guerra en Sudán.
Había perdido los ya habituales veinte kilos. Y soñaba con comer caldeirada de raya.
Tenía pesadillas y dormía mal, aunque me medicaba para ello.
Lo primero que hice fue comprobar la calidad de las fotos en el ordenador. Alguna fuera de foco, pero las mayoría estaban bien. Las mandé por correo electrónico a mi agencia.
Luego me llevé a Santi a dar una vuelta, con la obligada parada en la furgoneta de helados.
Finalmente me dirigí a la librería Fenac, donde me aprovisioné para mi próximo viaje, pues ya sospechaba que sería Túnez.
Llamé por teléfono a mi primo Enrique, quien insistió en que tenía que cocinarme en su casa una paella antes de marcharme de nuevo.
Recibí entonces una llamada de la oficina en la que me adelantaban que mi siguiente destino sería Túnez, donde se había recrudecido la primavera árabe.
Tenía que documentarme. Lo haría mayoritariamente por Internet. Aún así fui a la librería Arenas para ver si tenían algo. Guías turísticas y la novela de un escritor joven tunecino, con bastante buena pinta.
Llamé a Amaia, mi profe de informática y fotografía digital para ver si me podía dar clase mientras estuviese en A Coruña. Pudo y quedamos en dar clase tres días a la semana dos horas y media diarias.
Tenía que dominar el portátil que me acababa de comprar y estudiar posibles averías.
Así pues llegó el día de marcharme desde Barajas. No sin antes asistir a mi cita con Kikón para degustar su magnífica paella.
Yo había quedado con Kikón en qué hacer si yo fallecía en uno de mis viajes de trabajo. Además le enviaría crónicas y reportajes para que el se los hiciese llegar a la agecia de noticias Reuter, por si acaso no lograba enviarlos yo. Como añadido de seguridad.

Como todas las partidas. Y aún tratándose de un destino relativamente tranquilo. La idea de que no volvería se apoderó de mi. Como siempre el wisky tranquilizó mis ánimos.
                          Kiko Cabanillas.

19 de agosto de 2016

Corresponsal “cagao”.

Finalmente me había decidido. Billete a Alepo. Trabajaría de “freelance”. Llevaba contactos en el País y en La Voz de Galicia. El Mundo también era una posibilidad.
Llegué a la ciudad Siria ese sangriento domingo. El taxista me pidió, en macarrónico inglés, que fuera tumbado en el asiento trasero para no dar oportunidad a los francotiradores.
En el hotel enseguida reconocí a Vicente Romero. Él me comentó que estábamos pasando un festivo terrible. Me acompañó al cuarto desde el cual podíamos escribir, ya que había Internet y cobertura para móviles
Vicente me sugirió que le acompañase a un colegio infantil donde se regugiaban unas doce familias. Le dije: “Encantado”. Cogí mi cámara y mi grabadora y le acompañe al blindado que nos trasladaría a la escuela.
En el camino nos dispararon en varias ocasiones, pero las defensas pudieron amortiguar.
Finalmente llegamos y una pandilla de niños vinieron a saludarnos. Mi compañero llevaba caramelos y cuchillas de afeitar para los padres.
La primera bomba cayó cuando estábamos entregando los regalos.
Y a continuación cayeron muchas más. Nos refugiamos en el blindado.
Cuando terminó el bombardeo eran muchos los cuerpos de niños “reventaos” que estaban tendidos sobre la carretera.
Para mi fue demasiado.
Regresamos al hotel y por el camino Vicente me dijo que no me preocupase que desarrollaría callo.
El miedo se había apoderado de mi.
Pasé dos o tres días con diarrea y vómitos.
Aún así pude colocar mis crónicas en todos los medios que tenía previstos.
Y efectivamente -según me dijo Vicente- a todo se acostumbra uno. A los veinte días de estar en Alepo ya nada me daba miedo. Procuraba no pensar en los míos. Ni siquiera en mis hijos.
“Ya sabes: Somos las tres “d”: Depresivos, divorciados y dipsómanos”, me dijo Vicente.
“Pues no te preocupes por mi. Ya cumplo los tres estados”, le contesté.
                                  Kiko Cabanillas.

17 de agosto de 2016

-Violencia sexista.

De novios no habían tenido problemas. Nunca le había pegado. Bueno en una ocasión le dio una bofetada por tontear con un amigo. Pero le pidió humildemente perdón y se pasó página.
Jamás le volvió a poner la mano encima, hasta que comenzó a beber.
El paro había amargado su existencia y comenzó a beber casi a diario.
Cuando regresaba a casa bebido la tomaba con su mujer. Pronto comenzó a pegarla, incluso con el puño cerrado.
No había manera de disimular los moratones. “Algo de culpa tendré yo”, se decía Elvira.
A los vecinos o conocidos cuando preguntaban les decía que se había caído, pero no colaba.
“¿Donde está mi zorrita preferida?”, fue lo último que escucho antes de recibir un directo a la cara seguido de varias patadas en el vientre.

Ya tocó fondo. Y Elvira se lo contó a se amiga Catalina. Ésta le sugirió que lo denunciase.
Y, aún con muchas dudas, fue lo que hizo.

Pero cuando José supo que le había denunciado, fue cuando empezó el verdadero suplicio.
Ingresó dos veces en el hospital. Y en otra ocasión le rompió un brazo.

Le había sugerido en repetidas ocasiones que fuese a un psicólogo, pero obtuvo la callada por respuesta.

Finalmente, después de sufrir durante un año los malos tratos. Y teniendo a su hija de tres años por testigo..Cogió a la menor y se fué a casa de Catalina.

José la llamaba por teléfono y al telefonillo para insultarla y ordenarle que regresase a casa.
Y un día nublado tras insultarle por el interfono, cojió una barra de hierro y decidida se fué en su búsqueda.
Le golpeó con saña una y otra vez. En la cabeza sobre todo. Él de lo borracho que estaba no se pudo defender. Falleció.
Con el atenuante de haber sufrido malos tratos, Elvira fue condenada a tres años de cárcel.
Pero las reclusas le hicieron la estancia realmente grata, pues se conocía su caso y se la respetaba mucho.
Finalmente, cuando hubo cumplido condena, salió a la calle, encontró trabajo y recogió a su hija que había quedado a vivir con Catalina.
Catalina y ella iniciaron una relación lésbica y fueron con la menor una familia realmente felíz.
                                      Kiko Cabanillas.

16 de agosto de 2016

-Alepo y la Ría de Aldán.

El pasado puente fui a pasarlo acompañado de mi hija Julia a Santiago, con mi hermano Javier,y el lunes nos dirigimos a La Ría de Aldán en velero desde Sanxenxo. Disfruté mucho viendo a mi hija Julia con sus primas disfrutando del velero capitaneado por Álvaro, entrañable mariñeiro.
Ya a la vuelta le pedí a Javi su opinión sobre mi posible aventura en Alepo.
Fue taxativo: “Tenemos la suerte de haber nacido en Galicia. Dónde vas tú as meterte en un país en guerra. Disfruta de tus hijos y déjate de tonterías”.
“Sí Javier, pero yo soy periodista...Alepo es un lugar en guerra, confluencia de culturas y religiones. Además quiero abrirme hueco en el mundo periodístico....., tras mi accidente y consecuente minusvalía”
“¿Sabes que sentir las balas a tu lado es la experiencia más parecida a la cocaína que existe?, dije”.
“Sí Kiko, pero si quieres estímulos preocúpate con los problemas de tus hijos.
¿Qué sabes de sus amigas y de sus preocupaciones?”.
“Tienes razón Javier -repliqué-, además siento que ya se me ha pasado el arroz. Tengo cincuenta años y una minusvalía que me dificulta la movilidad.
Pero tendría tres años para recuperarme antes de ir a la guerra, allí donde estuviere, hasta que mi hija acabe la carrera.
Así pues lo pospongo.
Seguiré con mi gimnasio y retomaré el footing.
Estaré listo para viajar a un país en guerra dentro de tres años”.

El barco nos llevó a la Ría de Aldán, donde nos dimos un baño maravilloso.
Luego comimos en un enxebre restaurante. Y cada mirada de mi hermano mayor me preoguntaba: ¿Crees acaso que tendrás esto en un país en guerra?”.

12 de agosto de 2016

-Alepo se espera.

Las tres personas que supieron de mi intención de viajar a Alepo fueron: Mi hermano Javier, mi primo Enrique y mi hija Julia.
Mi hermano Javier, muy respetuoso se limitó de decirme: “Muy típico tuyo”.
Mi primo Enrique aún sin evitar su entusiasmo me dijo que lo pensaría y que lo quería consultar con su mujer Vicky.
Al día siguiente me trasladó el mensaje de Vicky que decía: “Kiko debes ocuparte de tus hijos Julia y Santi -Síndrome de Down-. No te puedes permitir ese tipo de viajes”.
Y la que me impacto más por su sabiduría fue el consejo de mi hija Julia, quien me dijo: “Si es lo que quieres hacer, adelante. Pero yo creo que deberías esperar a que acabe la carrera”.
Finalmente -y tras comprobar en Internet el penoso estado en el que queda Alepo tras los bombardeos- decidí la opción de Julia. Queda pues aplazado y entre tanto me recuperaré físicamente, tanto en el gimnasio como dando innumerables paseos, e incluso recuperando el footing. Lo cierto es que quien no puede bajar una escalera sin estar agarrado a un pasamanos debido a su minusvalía...Además tengo ya cincuenta años, no soy ningún chaval.
Queda pues aplazado y entre tanto me documentaré exhaustivamente de la situación política y socio-cultural de los pasíses en guerra. Para entonces espero que la situación en Alepo esté normalizada, pero lamentablemente siempre habrá países en guerra.
Mi duda es si con la espera no me haré definitivamente viejo.
                                 Kiko Cabanillas.

11 de agosto de 2016

Carta dirigida a mi primo hermano Kikón:

Querido primo-hermano:

Ya le he comentado a Julia -mi hija- que estoy pensando en irme a Alepo para trabajar  de corresponsal de guerra. Muy impactada me ha dicho que haga lo que quiera, pero que hay otros sitios donde podría trabajar que no están en guerra. "Que haya guerra es justamente lo que me interesa", le contesté.

Me he arrepentido parcialmente de contárselo, pero es que sentí la obligación espiritual
No está decidido aún, pero ya he comenzado a documentarme: Cultura, política y religión. Vía internet.

Hay que tener muy en cuenta que me hallo plenamente recuperado tanto física -aunque menos de lo deseado- como intelectualmente. Y sólo soy periodista. Además ya tengo cincuenta años.

Estoy barajando la posibilidad de llegar a Alepo desde Turquía, pero lo más adecuado sería preguntar en el consulado sirio por el método más seguro.
Seguiré explorando y comenzaré a prepararme fisicamente en el gimnasio, pues nunca está de más.
Santi: Yo le cuido como nadie, pero lo cierto es que vive con su madre en Madrid y está muy bien atendido. Lo veo una vez al mes. Y creo que soy perfectamente prescindible.
Enrique, hermano del alma, ayúdame a analizar el asunto y dame el parecer de Victoria.
Siempre tuve dos vocaciones periodísticas: Trabajar en una ONG en un país en desarrollo y ser corresponsal de guerra.
 Se despide de su hermano Leopoldo Vacanillas.

10 de agosto de 2016

-”Tienes que escuchar más”.

Había ido a pasar el domingo a casa de mi padre en Lamas.
Mi ex-mujer y mis dos hijos me acompañaban a la villa compostelana.
Llegamos y nos recibió el abuelo con muy buenos modos pero con un gesto torcido, que evidenciaba que no era su mejor día.
Comimos un delicioso pollo de corral preparado por Maló, la mujer de mi padre.
Y al terminar hablamos de política. Mi padre, después de mi intervención, y claramente molesto con lo que yo había dicho, me dijo, en tono agresivo. “Tienes que escuchar más. Atiende a lo que te digo...”.
Me pareció el colmo de la petulancia, pero callé y oí un discurso político de una persona que retuvo la oratoria de cuando fue político.
Acabada la jornada en Lamas, según caía el sol, nuestro coche se dirigía de vuelta a nuestra casa coruñesa. Yo iba obsesionado por ese “Tienes que escuchar más”.
En casa bañamos a Santi, cenamos poco -fruta- y nos acostamos.
A la mañana siguiente fui el primero en despertar. Me notaba raro. No podía mover los brazos ni las piernas. Y oía todos los pequeños ruidos con nitidez.
Mi ex-mujer se levantó y bajó a desayunar con Julia y Santi.
Yo podía oir la conversación que mantenían en la cocina con absoluta nitidez.
Pero que diablos soy...
Conseguí darme la vuelta pero sin poder evitarlo me caí al suelo. El ruido atrajo a mi mujer al cuarto. Y al entrar: ¡Ohhh. Arjjjj!. Y calló mareada.
Se recuperó rápidamente y dijo: Pero Kiko ¿qué te ha pasado?. Eres una oreja.
Después me vieron los niños. Santi se rió mucho.
Yo no podía comunicarme con ellos porque no podía hablar. Ana llamó de inmediato a su cuñado y a su hermana médicos. Juntos decidieron que debían trasladarme al Chuac, donde compartí habitación con un viejecito encantador.
Y justo cuando entraba en mi cuarto el médico jefe de planta...Me desperté de la mano de Kafka y Gogol, a quienes había estado leyendo ayer hasta tarde y por los que me había visto sumido en esta atroz pesadilla.
                                    Kiko Cabanillas.

9 de agosto de 2016

-Última crónica en Alepo-

Y ya efectivamente me había convertido en corresponsal de guerra, especializado en el conflicto sirio. Me había separado y estaba enganchado a las drogas y al alcohol.
Me hallaba en Alepo, que en aquellos momentos vivía un crudo ataque de los rebeldes contra el ejército proruso de Al Assad.
Me dirigía con mi Canon a hacer fotos de los dramáticos resultados de las bombas.
Y caminando por los restos de una calle principal me dieron el alto. Yo iba vestido con un chaleco que decía “Press”. Insistí: “Journalist”.
Me dijeron en mal inglés que yo era un proruso disfrazado de periodista. Por lo cual me iban a matar. Todo estaba claro: Iba a morir.
Entonces le pedí al rebelde diez minutos para escribir mi última crónica: La de mi muerte.
El permiso me fue concedido.
Narré como era la situación política en la zona. Que yo cubría para varios periódicos españoles.Y como había sido detenido y ajusticiado pues creían que era un proruso.
Justo en el momento en que acababa mi crónica el ejército sirio abrió fuego sobre nuestras posiciones, hiriéndome en un brazo y matando a mis captores.
Me había librado de una muerte segura. Y tuve que modificar el final de mi crónica.
Tan sólo recuerdo que me pasé los dos días siguientes entre el sueño y las alcinaciones, pues al llegar al hotel consumí mucha mariguana y varios tripis.
Finalmente regresé a España, donde escribí un libro sobre la guerra siria.
Y cuando ya estaba establecido con mi nueva pareja, la situación en Siria dio un giro de 180 grados, al caer Al Assad. Con lo cual ni corto ni perezoso regresé al campo de batalla.
Era la segunda vez que dejaba a una familia para irme a la guerra. Y no sería la última.
                                      Kiko Cabanillas.

8 de agosto de 2016

-Alepo me llama.

Sería todo muy sencillo: Conseguir contactos en diversos medios de comunicación (Prensa escrita), sacar un billete a Alepo (desde Madrid). Y aterrizar en la guerra. Crónicas a pié de calle con fotos diversas. Entrevistas a la población civil.
Aprovecharía la ocasión de vivir sólo (pues me hallo separado de mi mujer) y tendría ocasión de escribir desde un lugar en el que ya casi nadie se atreve a redactar y hacer fotos.
Viene a mi mente que los periodistas somos “las tres d”: Deprimidos, Divorciados y Dipsómanos.
Bueno deprimido de momento no estoy, pero espera a que comience a trabajar de corresponsal de guerra. La brutal realidad entristecerá mi alma sin duda alguna.

Pero he aquí que mi hijo con Síndrome de Down me ata por los machos a vivir en España, aunque sólo lo vea cada mes, cuando me desplazo a la capital
Los inmigrantes con los que llevo veinte años trabajando desde la ONG Ecos do Sur, como profe de español y como bloguero.

Pero yo; aunque padezco una minusvalía, de la que estoy casi recuperado; soy periodistas y fotógrafo. Y no sé hacer otra cosa. Tengo una pensión de invalidez que me permite vivir con lo suficiente para mi y los míos.

Yo no sé cual será la decisión final, pero ya me estoy documentando sobre Alepo: Cruce de culturas y credos, que parece destinado inevitablemente a vivir en guerra.

De momento sigo trabajando en prensa del Centro Comercial Área Central y con los inmigrantes de Ecos do Sur. Pero cada mañana que me levanto pienso en Alepo. Ha comenzado a perseguirme y yo quizás me deje coger.                   
                                                  Kiko Cabanillas.


4 de agosto de 2016

Viví los sueños Santi.

Como todos los días me desperté a las siete y bajé a desayunar. Al acabar me dirigí al despacho a escribir. No tenía tema.
Santi y mi mujer dormían profundamente. Así es que le pedí a Satanás que me dejase vivir en los sueños de Santi.
Accedió, pues en días anteriores yo ya le había vendido mi alma.
Así fue como me introduje en el alma del pequeño.
Iba corriendo por el paseo marítimo junto a Bob Esponja. Ambos nos parábamos a comprar un helado de chocolate.
Después nos dirigíamos al puerto, donde nos esperaba mi barco pirata.
Partíamos hacia el Caribe sin perder tiempo.
Y de camino asaltábamos un barco inglés. Matábamos a toda la tripulación y torturábamos a las mujeres -a las que también hacíamos cosas feas-.
Llegábamos a las islas británicas y éramos recibidos por la reina, a quien llevábamos de regalo unas perlas, que le hicieron mucha ilusión.

Un ruido en el cuarto de mi mujer y Santi me interrumpió el sueño.
Santi se había despertado.
Fin del capítulo uno.

Entonces fue cuando caí en la cuenta de que mi alma estaba condenada sin remisión.
Sin embargo, nada me importaba. Viviría con mi gente: Putas, yonquís y colgaos, poetas y trastornaos. Y entre tanto viviría los sueños de Santi y tendría muchas otras licencias.
                                      Kiko Cabanillas.

3 de agosto de 2016

La llamada de Alepo

Aunque llevaba muchos años inactivo en prensa propiamente, siempre tuve la vocación de corresponsal de guerra. En ese momento todo lo que hacía era llevar el blog de mi ONG y el Facebook del centro comercial Área Central.
Comenzó a darme vueltas en la cabeza la idea de viajar a Alepo con los contactos necesarios para publicar mis crónicas. Además me acababa de separar con lo cual disponía de mayor ilibertad de movimiento.
Aunque aún no me había decidido empezé a documentarme sobre la situación política en la zona. Y pronto comprendí que por la diversidad cultural y religiosa el estallido bélico era inevitable. Más aún alimentado por grandes potencias.
En Alepo la opsición siria, apoyada por EEUU, se encontraba en una situación complicada al enfrentarse a las fuerzas encabezadas por Rusia. La CIA opinaba que Daesh no podía ser derrotado mientras que Asad se mantuviese en el poder, ya que sostenía que este grupo de terroristas prospera donde no hay estabilidad. Y sólo las fuerzas locales -como las que la CIA está apoyando- eran capaces de mitigar la amenaza.
...Y según me iba documentando mi mente era absorbida a ritmo creciente.
Tomé la decisión: Me iría. Había vuelos desde Madrid.

Y así fue como me convertí en corresponsal de guerra.
A este infierno seguirían otros. Y cada vez me resultaba más fácil seguirlos tanto como fotógrafo que como redactor.
Los corresponsales de guerra somos una raza especial: No es que no tengamos miedo, sino que lo somatizamos. Además el alcohol y las drogas son de buena ayuda.
Duré lo que duran todos: Hasta hacerme viejo. Y ahora he vuelto a trabajar con los inmigrantes.
                                   Kiko Cabanillas. 

2 de agosto de 2016

Y ya ves, que era verdad.

Yo era un iconoclasta joven y lleno de aspiraciones.
Trabajaba con el colectivo inmigrante desde hacía más de veinte años.
Ejercía de periodista y fotógrafo en la empresa familiar.
Amaba el cine y la literatura. Daba rendida cuenta de ella en una biblioteca municipal.
A veces soñaba a primera hora de la mañana justo antes de despertarme, como hoy.
Estaba casado y tenía dos hijos, aunque mi matrimonio fracasó y me iba a separar.
Y un buen día, ya recuperado de mi discaspacidad en un grado más que aceptable, decidí viajar a Siria. A Alepo. Fuí como “free-lance”.
Escribí crónicas en primera línea de fuego.
Y las publiqué en el País.
En poco tiempo me hice insustituible en la ciudad.
Trabajaba también a tiempo parcial con la Cruz Roja.
Embajadas, consulados y edificio gubernamental eran mi casa.
Pasado un año regresé a España.
Mi mujer estaba dispuesta a reiniciar nuestra vida en común...
Me recibieron en el País como a un héoe.
Me emocioné como un niño al volver a ver a mis hijos. En especial a Santi y su maravilloso síndrome de Down.
Pero ya era un corresponsal de guerra. Echaba de menos el ruido de las bombas y el fuego cruzado.


Había sido un sueño maravilloso. Pero...
Tenía dificultades en distinguir el sueño de la realidad.
Pero claramente ahora que ya estaba despierto podía decir sin ningún género de dudas que ésta era la más cruda de las realidades. Efectivamente era enviado de guerra en Siria.
                                   Kiko Cabanillas.

1 de agosto de 2016

-El hombre que no andaba.

Fede: Labios leporinos, enjuto y feo que ni dios.
Piensa. Sólo piensa.
Traza historias fantásticas no siempre con final feliz.
Vive armado de su silla de ruedas. Mueve tan sólo la parte superior de su cuerpo. Es hemipléjico.
Tiene serias dificultades pare que no se note el desprecio que siente por la mayoría de las personas.
Y escribe en el portátil que le ha colocado su mujer sobre una bandeja en la mesilla de noche.
El siempre fue periodista y hasta que sufrió el accidente de coche escribía relatos de marcado corte surrealista.
Y ahora que todo el mundo ha salido de su cuarto comienza:
“Ella -Inés- fue al cole del barrio. Y allí conoció a Fede. Fueron amigos y después novios.
Fede ya con trece años comenzó a practicar escalada deportiva.
Ella siempre temió un posible accidente.
Cayeron cuatro alpinistas en cordada. Fede era el último. Fallecieron todos menos Fede.
Fede quedó hemipléjico.
Pronto instalaron en su casa su silla de ruedas e Inés iba a verlo todos los días, junto con varios amigos. Hacían improvisadas tertulias, en las que fumaban hachís y bebían wiski.
Y no pasó mucho tiempo hasta que Inés lo dejó por un chaval claramente más guapo y más. Tampoco demasiado tiempo hasta que Fede se convirtió en un afamado poeta, al que todos los editores se disputaban”.
“Segunda parte mañana”.

Fede tenía la suerte de no tener novia ya que su mujer estaba más atada a él que una posible novia. Pero por tanto no tenía que jugar la batalla de ver si su pareja seguía con él a pesar de su minusvalía. Si bien todo era posible, como veremos en próximos capítulos.
Tenía muchos contactos en el mundo editorial dado que fue periodista de Cultura.
Y no pasaría mucho tiempo hasta que siguió los pasos de su “Fede”, quien evidentemente era él.