Aunque llevaba muchos años inactivo en
prensa propiamente, siempre tuve la vocación de corresponsal de
guerra. En ese momento todo lo que hacía era llevar el blog de mi
ONG y el Facebook del centro comercial Área Central.
Comenzó a darme vueltas en la cabeza
la idea de viajar a Alepo con los contactos necesarios para publicar
mis crónicas. Además me acababa de separar con lo cual disponía de
mayor ilibertad de movimiento.
Aunque aún no me había decidido empezé a documentarme sobre la situación política en la zona. Y
pronto comprendí que por la diversidad cultural y religiosa el
estallido bélico era inevitable. Más aún alimentado por grandes
potencias.
En Alepo la opsición siria, apoyada
por EEUU, se encontraba en una situación complicada al enfrentarse a
las fuerzas encabezadas por Rusia. La CIA opinaba que Daesh no podía
ser derrotado mientras que Asad se mantuviese en el poder, ya que
sostenía que este grupo de terroristas prospera donde no hay
estabilidad. Y sólo las fuerzas locales -como las que la CIA está
apoyando- eran capaces de mitigar la amenaza.
...Y según me iba documentando mi
mente era absorbida a ritmo creciente.
Tomé la decisión: Me iría. Había
vuelos desde Madrid.
Y así fue como me convertí en
corresponsal de guerra.
A este infierno seguirían otros. Y
cada vez me resultaba más fácil seguirlos tanto como fotógrafo que
como redactor.
Los corresponsales de guerra somos una
raza especial: No es que no tengamos miedo, sino que lo somatizamos.
Además el alcohol y las drogas son de buena ayuda.
Duré lo que duran todos: Hasta hacerme
viejo. Y ahora he vuelto a trabajar con los inmigrantes.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario