El pasado puente fui a pasarlo
acompañado de mi hija Julia a Santiago, con mi hermano Javier,y el
lunes nos dirigimos a La Ría de Aldán en velero desde Sanxenxo.
Disfruté mucho viendo a mi hija Julia con sus primas disfrutando del
velero capitaneado por Álvaro, entrañable mariñeiro.
Ya a la vuelta le pedí a Javi su
opinión sobre mi posible aventura en Alepo.
Fue taxativo: “Tenemos la suerte de
haber nacido en Galicia. Dónde vas tú as meterte en un país en
guerra. Disfruta de tus hijos y déjate de tonterías”.
“Sí Javier, pero yo soy
periodista...Alepo es un lugar en guerra, confluencia de culturas y
religiones. Además quiero abrirme hueco en el mundo
periodístico....., tras mi accidente y consecuente minusvalía”
“¿Sabes que sentir las balas a tu
lado es la experiencia más parecida a la cocaína que existe?, dije”.
“Sí Kiko, pero si quieres estímulos
preocúpate con los problemas de tus hijos.
¿Qué sabes de sus amigas y de sus
preocupaciones?”.
“Tienes razón Javier -repliqué-,
además siento que ya se me ha pasado el arroz. Tengo cincuenta años
y una minusvalía que me dificulta la movilidad.
Pero tendría tres años para
recuperarme antes de ir a la guerra, allí donde estuviere, hasta que
mi hija acabe la carrera.
Así pues lo pospongo.
Seguiré con mi gimnasio y retomaré el
footing.
Estaré listo para viajar a un país en
guerra dentro de tres años”.
El barco nos llevó a la Ría de Aldán,
donde nos dimos un baño maravilloso.
Luego comimos en un enxebre
restaurante. Y cada mirada de mi hermano mayor me preoguntaba: ¿Crees
acaso que tendrás esto en un país en guerra?”.
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