30 de junio de 2017

-Enma.

Fue amor a primera vista.
Ella atendía a los inmigrantes que llegaban a la ONG de A Coruña. Les hacía la ficha de acogida.
Y los usuarios se quedaban embobados.
Femeninas y tímida.
Y sobre todo con unos ojos azules (y grises) que quitaban el aliento.

De pensamiento rápido.
Inteligente.
Socialmente comprometida.

Ya había tenido trabajos con otros colectivos marginales, pero con los inmigrantes se desvivía.
La trasladaron a Madrid. Y a mí se me rompió el alma.

Pero cuando fui a la capital accedió a cenar conmigo en un restaurante mejicano.
En mi último libro salía un capítulo dedicado a su persona..

Yo fui con ella poco menos que un plomazo, pero es que me había enamorado hasta las trancas.
Si lo sé: estoy casado y tengo dos hijos, pero es que fue inevitable.

Me tiene a su disposición. Y ella lo sabe.

Un día mi mujer me preguntó quién es Enma. Y yo le dije: Una compañera de la ONG que acaba de tener un hijo.
Y debería haber dicho: Y de quien estoy enamorado.
Nuestra relación es imposible, o cuando menos muy difícil.
Yo si me llama cuando venga a A Coruña, ya me doy por satisfecho. Y si puedo cenar y tomar unas copas ya alcanzaría el Nirvana.
Yo tan sólo le diría una cosa: Nunca nadie te querrá como yo te quiero.
Con tal intensidad.
Con tal deleite.
De un modo tan brutal.
Me gusta tu trabajo, lo que eres, lo que dices...
Y sobre todo esos ojos celestes agrisados.

Ella solita lleva la delegación de la ONG en Madrid.
Es rápida, inteligente y sensible.

Yo en más de una ocasión tuve que disculparme por no poder contener mi pasión.
Y declararme si temor.

Y en un futuro podré volver a trabajar con ellas.
Y cenaremos.
Iremos al cine.
Al Rastro quizás.
Y haremos todo aquello que por pudor no me atrevo a nombrar.
Hay quien dice que Enma no es su nombre.
Bueno, pues no. Pero todo el mundo sabe cual es su verdadero nombre.
Para mí es mucho más que un nombre. Es un color, un sabor una fantasía.
Es irreal.
Magia.
                                     Kiko Cabanillas.





























-Visita de la Unión Nacional de Escritores..

Todo comenzaba como siempre aquella mañana.
Yo en mi puesto de redactor. Y ocasionalmente se acercaban clientes.
Entonces apareció Jacobo flanqueado por Ana Julia. Era sábado.
Jacobo muy sonriente me preguntó “¿Cómo estas?”.
Yo le contesté que muy bien. Acto seguido ambos nos comentamos los argumentos de aquello que escribíamos. Actividad la que se sumo Ana Julia.

En el banco en el que cabíamos los tres sentados.
Y allí copartimos fracasos y esperanzas.

Ana Julia me propuso una obra de teatro en la que yo era el protagonista.
Y, a pesar de mi humildad, acepté encantado.

Mi vida tenía Poesía. Y ésta sería captada por mi compañera de la Unión de Escritores.

Tras el paso de varias horas, en las que invité a mis amigos a escribir para la gente que se paraba, decidí invitarlos a casa a comer. Aceptaron encantados.
Me disculpé porque la casa estaba bajo mínimos. Si bien yo me ocupaba obsesivamente de que todo estuviera limpio.

Tras la sobremesa Jacobo y yo hablamos de nuestros alumnos en Ecos do Sur, a los que enseñábamos español.

Y disfrutamos sobremanera con las ideas teatrales para futuras obras de Ana Julia.

Al mismo tiempo le pedí a todos que me ayudasen a encontrar una compañía de teatro en la que pudiera estar mi hija Julia, que para el año iba a venir a vivir a Santiago.
Los fines de semana los pasaría en casa por lo cual tendría tiempo de desarrollar el drama.
También cabía la posibilidad de que la compañía fuese compostelana, con lo cual también podría ir entre semana.

Asimismo, le insistía mucho a Julia en que leyese a los clásicos y la animaba mucho en sus primeros pinitos literarios.
La Unión de Escritores la acogería si prosperaba.


Finalmente, Jacobo y Ana Julia se mostraron muy animados respecto a un viaje que vamos a hacer a Granada.
Jacobo mostró su pesar por no conocer la Alhambra.

Y no diré quien pero el sábado por la noche me llega un hachís maravilloso con el que me he hecho para escribir. Y con el que espero que los sueños vengan a mí.
Debo comprar cerveza para acompañar el chocolate.
Así es que con vuestro permiso...
Me dirijo al Carrefour para hacerme con una caja de Coronitas.
Y el sábado entraré en paraísos artificiales..
Y sin duda el duende vendrá a mi.

Voy pues a por cerveza.
“Nos vemos”.
                                      Kiko Cabanillas.





































-”You will shine like the sunshine”. “(Brillarás como el sol al amanecer)”.

Un inmigrante de Bombay se acercó donde yo estaba con mi “Underwood” en A Coruña y sin más le conté el siguiente relato (verídico):
Hace unos veinticinco años, pasaba el verano en La India con mi hermano Chemi y cuatro amigos de Salamanca.
Cuando al llegar a Bombay fuimos a conocer un hotel de lujo de las ciudad. Sólo por visitarlo, pues no teníamos dinero para tal lujo.
Y cuando estábamos en el interior nos abordó un gurú, quien se ofreció -en perfecto inglés- a leernos el futuro en nuestras manos.
Le preguntamos el precio y nos contestó que le pagásemos lo que considerásemos oportuno.

Yo fui el primero que se prestó a tal servicio. Extendí mi mano ante él y me dijo:...
“Veo en tu línea de vida que tendrás un accidente grave -en inglés- que por poco te cuesta la vida, pero...entonces...
A los cincuenta años “you will shine like the sunshine” (“brillarás como el sol al amanecer”).

El caso -le dije al sorprendido inmigrante indio- es que efectivamente tuve un accidente de automovil debido a que en el puerto de Piedrafita un camión perdió los frenos e impactó frontolateralmente contra mi Autobianchi. Cuarenta días en coma y una minusvalía de recuerdo para el resto de mi vida.

Y el resto de la historia ya la conocéis: Vivo de lo que escribo en la calle y ocasionalmente -como hoy- también cuento historias.
Hay quien diría que cómo viviendo de la mendicidad puedo decir que “brillo como el sol al amanecer”.
Pues así es.
Yo soy escritor.
Y me debo a mis lectores.
Escribo cuanto deseo y no estoy sujeto a la dictadura de las editoriales.

Y tan sólo espero que mi edad y mi minusvalía no me impide volver otra veza la India, donde además de leerme el futuro me dieron algo que me duraría años: El espíritu.
Nada hay comparable en el mundo capitalista.
No se puede comprar.
Y no todo el mundo es merecedor del mismo.

Pero cuando se tiene por nada del mundo se permite perder.
No hay dinero que lo valga.

Y yo, en mi nuevo trabajo de escritor callejero, vuelvo de nuevo a se digno de él.

Mi oyente indio quedó completamente fascinado ante mi relato.
Me dio las gracias.
Y tras preguntarme si estaba todos los días aquí, me pidió que le permitiese traer a unos compatriotas. Quería que les volviese a contar la historia del gurú del hotel.

No tardaron en aparecer sus amigos. Y yo conté de nuevo la historia que también había escrito en inglés para que pudieran llevársela.
                        Kiko Cabanillas.























































29 de junio de 2017

-El chocolate me inspira-

Mi amigo Eduardo -también escritor- me dijo que me podía conseguir medio huevo de hachís.
La verdad es que había olvidado los maravillosos efectos del chocolate hasta que un día, en una fiesta familiar de mi hermano Javier -a la que acudí haciendo un parón en mi labor de escritor callejero- su amigo Paco me invitó a un porro, que me relajó sobremanera.
Llegué a casa de noche y estaba en el Nirvana bajo los efectos del hachís.
Así es que le pedí a Eduardo que me consiga hachís.
Me dijo que podrías conseguirme medio huevo, 30 euros. Y que me llevaría librillos de papel.

Ya me veo yo colocado de chocolate, recordando buenos tiempos pasados.
El mejor chocolate que he probado fue el turco, con un aceite que me impregnaba las manos.

El chocolate marroquí también es muy bueno. Yo lo fumé en Pontevedra, pues por sus costas entraba esta droga a espuertas.

Mi idea es liar en casa y llevarme los porros a la calle para escribir bajo sus efectos.

Recuerdo con verdadera nostalgia mis primeros pinitos con el hachís: En Pontevedra. Nito conseguía un chocolate formidable.
Como eramos estudiantes nos limitábamos a fumar medio talego entre cuatro. Lo cual tocaba a poco más de un porro por banda.

Mis planes son: Fumar del hachís de Eduardo poca cantidad, lo suficiente para poder rescribir bajo sus efectos pero no por ello bloqueado ante el colocón.
Además como tengo problemas de equilibrio temo que ante el fumeteo masivo pueda caerme. Y al vivir sólo esto supone un verdadero peligro.

La cerveza es la mejor mezcla para el cannavis, con lo cual me proveeré de la misma.

Mi amigo Eduardo, quien también sufrió un TCE como consecuencia de un accidente de tráfico, me dio la clave: Hay que fumar muy poca cantidad.

Lo cierto es que desde que mi nuevo editor me ha cogido dos libros para editarlos si le gustan, mi drogadicción a aumentado a ritmo apabullante.

Y aprovecho las últimas líneas de este relato para pedir perdón por darle al chocolate el calificativo de droga. Ni lo es. Ni tiene tantos nivele perniciosos como el alcohol.
Las resacas del chocolate son casi inexistentes. Y no te destroza el estómago y el vientre como sí hace el alcohol.

Mis primeros porros.

En la Cruz dela Alameda de Pontevedra,
sabor prohibido,
Marginalidad.
“Outsiders”.

Sueños en vigilia.
Hambre compulsiva,
cerveza. Mucha cerveza.


                                         Kiko Cabanillas.












-El doble.

Acababa de cambiar el folio en mi “Underwood” cuando de repente mi mirada se detuvo,
en aquel ejecutivo agresivo.
Traje de Armani,
zapatos con puntera,
y fumando Lucki Strike si cesar.

Pasó al lado mío sin siquiera mirarme.

Y yo me coloqué el flequillo ajustándome la gomina.
Pero...

“Si yo no uso gomina”, reflexioné.
Acto seguido me paré ante el semáforo.

Yo era él.

La última imagen que tuve de mí mismo fue
la de alguien que se esfuerza en salir de sí.
Así pues seguí: Entre en mi oficina y saludé a todo el mundo por su nombre.
Me instalé en mi despacho y comencé a trabajar.

Sabía en todo momento que es lo que tenía que hacer.
Análisis, balances, gráficos.
Yo era un economista.

Nervioso por haber podido dar muerte al escritor,
salí a la calle y me desplacé a mi mal llamado despacho,
allí estaba como obnubilado,
No escribía,
simplemente veía pasar el tiempo.

Tengo las solución pensé.

“Kiko quiero que me redactes un relato”, dije.
De la experiencia de suplantación que he vivido.

Y así todo volverá a la normalidad.

Y así fue queridos lectores como fué parido este relato.

El final es sencillamente que yo volví a ser un escritor callejero.
Y Eduardo volvió a su vida de ejecutivo agresivo
sin siquiera sospechar que un día su alma fué duplicada por un escritor.

Un escritor que prefirió vivir sus sueños,
antes que los del nuevo parasitado.
Dinero, fama y trabajo no bastaron,
Para que Kiko dejase de vivir la Literatura.


Kiko Cabanillas.

28 de junio de 2017

Poesía en la calle.

Mi “Underwood” y yo,
somos amigos. Tenemos una mutua relación de dependencia.
Nos necesitamos.

Comienza el día y ya estamos unidos.
Ella me brinda sus teclas, excepto la “Z” que está averiada,
pero todas las demás están a mi servicio. Además la “Z” la escribo con un rotulador negro.

Vienen a nosotros parejas, policías, mendigos, inmigrantes...

Y cada cual con su historia deseando que quede por escrito.

Vivo de lo que me dan por ellas.

Yo sobrevivo con el dinero que libremente me brindan.

Pero el otro día conocí a un editor muy interesante: Luis Mariñas,
en la Unión de Escritores,
en un acto que casi no había gente.
Yo falté unas horas a mi despacho para acudir al encuentro con mis colegas.

Juan era nuevo en la Unión de Escritores,
y estaba dispuesto a editarnos.

Le hicimos llegar nuestras quejas:
Sobre Amazón, de editoriales que no pagan ni en modo ni en tiempo adecuados...

Juan nos explicó que tantos eran los vicios adquiridos en el sector...
que el decidió abrir una editorial.
Y así hizo.

Y yo, desde mi despacho en la calle, volvería a un oficina con un editor así.

Asomaría la cabeza sin duda.
Pero...
Es tal el grado de Poesía que tengo ahora...

Además lo que escribo lo vendo a los viandantes.
No tengo nada escrito.

Bueno y qué...Sería empezar desde cero, pero libre del horror de las grandes editoriales.

Además Juan me da buen “feeling”. Hace teatro y escribe como todos nosotros,
pero se hartó del mundo editorial hasta tal punto que,
con el nombre de sus dos hijas ha puesto en marcha una pequeña editorial.

Me siento como una prostituta a la que ofertan dejar el trabajo en la calle.

Más comodidades, más dinero. Pero...

¿Y el alma?. Yo sin ella no soy nada.
                          Kiko Cabanillas.

27 de junio de 2017

”Risky”.

Instalado en mi despacho, fue Mohamed el primero en darme los buenos días esa lluviosa mañana.
Venía como siempre vestido con vaqueros y una sudadera. Moda todo a cien. Y calzaba unas deportivas que se rompían sólo mirarlas.
Yo le había dado clases de español a Mohamed con la ONG Ecos do Sur.
Estuvo una temporada viviendo en el “Refugio” de Padre Rubinos, para instalarse finalmente en casa de unos compatriotas, en un piso patera.
Le llamaban el “Risky”, pues así se conocen a los que desafían a los acantilados para saltar la valla de Melilla y esconderse en uno de los barcos que cruzan el Estrecho.
“Sabah alkhyr, Buenos días, Mohamed, cuánto tiempo sin verte. ¿Cómo te va?”, le saludé.

“Pues bastante bien. Vivo con ocho compatriotas en la calle Barcelona. Tengo trabajos temporales”, señaló.
“¿Y tú, sigues en Ecos con tus clases?, añadió.
“Pues no Mohamed. Ahora me dedico a vivir de lo que escribo”, sentencié.
“¿Y te llega?, preguntó.
“No muy bien pero es igual. Vivo con lo justo”.

Acto seguido le pregunté si vendría conmigo mañana a la Escuela de Idiomas, para hablar con una profe amiga mía al objeto de ver si podía dar clases.
Olga, mi profe amiga, nos dijo que para dar clases hace falta el título de profesor, pero que podía dar clases particulares por un precio módico en el bar “Las Redes”.

Mohamed aceptó encantado.

Y su vida cambió de la noche al día.
Casi todas las semanas venía a verme a mi despacho y me contaba cómo prosperaba en sus enseñanzas.

Poco tiempo después dejó de venir, pues ya me había dicho que iba a estar muy liado pues se iba a casar -por lo civil- con una argelina, Aamaal, que había conocido dando clases.

Desde ese día todo le fue bien a Mohamed.
Un año después, estaba yo escribiendo con mi “Underwood” en la calle cuando de repente vinieron a verme y a enseñarme a su vástago: Abban.

Mohamed trabajaba en “Reto”, una ONG de ayuda al toxicómano, pues su terrible pasado incluía una fuerte adicción al pegamento. Y ahora en la señalada organización le daban un sueldo mínimo.

Aamaal trabajaba en una peluquería, con lo cual tenían lo suficiente para los tres.

Fue ese día cuando le propuse a Mohamed recibir clases de literatura. Yo se las impartiría.
Aprendió rápido. Tan rápido que a los trece meses ya estaba publicando.
Comenzó con editoriales pequeñas.
Pero pronto se lo rifarían las más importantes.

Eso sí,
Mohamed nunca dejó de visitarme.
Y me estuvo eternamente agradecido.
Su casa era la mía.
Y yo rompía el Ramadán con ellos. (Harira). Y por supuesto guardaba el ayuno.
                      Kiko Cabanillas.





















































25 de junio de 2017

-Orgullo gay.

Estaba comenzando mi jornada de escritor, cuando de repente se me acercó una pareja de gays, con una gran sonrisa ambos.
-“Hola, ¿Queréis un relato?”
Me dijeron que sí. Y a continuación me contaron cómo se habían conocido en DLRO Live, una discoteca de Madrid de ambiente gay.
El enamoramiento fue fulminante.
Ya el primer día manutuvieron relaciones sexuales, eso sí con preservativo.
Los dos trabajaban. Una tienda de música Luis y una de ropa Ricardo.
Y a partir de una semana de salir ya vivían juntos.
Chueca era el barrio que vio crecer su amor.
Allí estaba su hogar y sus bares y discotecas.
-¿Es cierto que los homosexuales sois muy promiscuos?.
“Así es. Pero porque buscamos estabilidad.
Y cuando la hayamos ya no lo somos”, dijo Luis.
Bueno chicos os puedo ofrecer un relato contando vuestro Amor o bien una Poesía.
Ambos se decidieron por la Poesía.

Así es que los senté en un banco de las proximidades y redacté:

Luis y Ricardo. Ricardo y Luis.
Se aman.
Contracorriente.

Sexualidad “outsider”.
Incómodos para la Iglesia y para los poderes establecidos,

amantes de la cocina y el cine (Cine clubs),

Les encantan los mercados.

Ya han dejado casi del todo de frecuentar bares de ambiente gay,
porque ya han ligado.

Afeitan sus rostros mutuamente: El uno al otro.

Mantienen relaciones sexuales sin preservativo,

porque mantienen fuera de sus vidas el Sida,

No tienen prohibidas las relaciones con otros, pero tienen la obligación de avisarlas.

Tienen pensado casarse en breve, y adoptar un pequeño,

que tendrá dos padres.

Dos padres diferentes.

Que pertenecen al LGTBI, el Club de los diferentes.

Tienen amigas lesbianas, trans. Y bisexuales.
Y se quieren profundamente.

             Kiko Cabanillas.


















22 de junio de 2017

Omid sin residencia.

Un buen día estaba yo escribiendo en mi lugar habitual cuando se me acercó Omid, a quien identifiqué como amigo árabe de Ahmad y a quien saludé efusivamente.
Me explicó que había conseguido un trabajo pero que para él le pedían tener residencia en A Coruña. Y que por lo tanto si yo se lo permitía se empadronaría en mi casa con un contrato.
A mi de entrada me pareció muy bien.
Cambié impresiones con Ahmad y Leti, que eran quien lo habían mandado a mi.
Leti insistía en que Omid sólo necesitaba un lugar teórico de residencia pero que en realidad viviría en el mismo lugar que vivía hasta entonces.
Mi prima abogada Vicky me advirtió que eso seria un contrato simulado y que como tal estaba penalizado.
Por lo cual le transmití a Omid mi negativa.
Y eso que ya había quedado con él en casa para formalizar todo el papeleo.
Leti como siempre pecaba de buena voluntad, pero a mí podía traerme problemas.
La verdad es que la primera llamada que le hice a Vicky fue a las 24.00, pues estaba embebido en el problema y no me dí cuenta de la hora.
A la mañana siguiente me dijo muy afectuosamente que no la llamase tan tarde porque madrugaba para trabajar a las 6.30 y además porque sospechaba que pudiese tratarse de una urgencia médica relativa a sus padres.
Mi hermano Javier, también abogado, me fue de mucha utilidad para analizar el problema.
Y mi primo Enrique también me brindó su parecer.

Finalmente decidí hablar con Elena, la abogada de extranjería de Ecos do Sur, quien se ofreció a ver a Omid de inmediato.
La solución que le brindé a Omid fue una visita a Elena, quien encantadora me dijo que le recibiría de inmediato.

Además yo tenía el problema de que me estoy separando de mi mujer Ana y la casa es de los dos: Gananciales, por lo cual me traería problemas alquilar un cuarto sin su consentimiento.
Y ni que decir tiene que jamás me daría su permiso por muy bien que se lo explicase.

Lo que se evidenció con este caso es que ya soy una persona a tener en cuenta en lo que al mundo inmigrante se refiere, lo cual me llena de satisfacción.

Tanto Omid como Leti me dieron constantemente las gracias.

Y me separaré.
Y venderé el piso familiar.
Y me compraré un apartamento. Y estará a disposición de mis amigos inmigrares.

Una vez alguien me dijo: En este tipo de trabajos (Inmigrantes) hay que saber mantener muy bien los espacios personal y profesional.
Yo sinceramente no puedo.

Son mi gente, mis amigos. Y además trabajo para ellos.

Todo lo que les haga falta me hace falta a mí.
Todo lo que necesiten es mi necesidad.

Y por supuesto todas sus alegrías son también compartidas.
              Kiko Cabanillas.

20 de junio de 2017

-Entre ellos/as.

Estaba yo iniciando el día armado con mi “Underwood”.
Cuando de repente se acercó una pareja de homosexuales.
“Haznos una Poesía”, rogaron.

“Homosexualidad”.
Sexualidad “outsider”.
Amor.
Sentirse penetrado y penetrar.

Preliminares.
Amor.
Concupiscencia


Les gustó mucho. Tanto que volvieron todas las semanas.
Y fue Ernesto el que me propuso tener relaciones sexuales.
“Yo soy hetero”, dije.

Todos somos bisexuales...

“Deja pasar un tiempo”, le rogué.

Ciertamente estaba planteándome tener relaciones homosexuales.

Todo tomó forma el día en que Tomas me trajo a dos amigas lesbianas. Encantadoras.

Sin pensármelo dos veces le propuse a Ernesto una cama redonda en mi duplex, que estaba allí cerca.

Ernesto, Tomas, Elvira y Teresa estuvieron de acuerdo. Así que nos dirigimos a mi piso.
En el ascensor se morreaban las mujeres. Y Ernesto y Tomas.
Al estar en el interior del piso...Las mujeres ya habían descubierto sus pechos.

Ernesto dejó un momento a Tomas y me quitó los pantalones. Fue una felación fantástica. Acto seguido me puso vaselina y me penetró.
La sensación de ser poseído era auténtica.
Cuando hubimos tenido un orgasmo cada uno, nos aproximamos a Elvira y Teresa.

Y dobles penetraciones...

Sexo oral.

Cuando estuvimos todos plenamente satisfechos nos dimos una ducha en grupo.
No por ello aparcando el sexo.

Esta experiencia sería la primera de una serie de encuentros. Si bien mi relación con Ernesto siguió produciéndose a solas.

Elvira y Teresa. Ernesto y Tomas.
                   Kiko Cabanillas.

17 de junio de 2017

Acampa.

Simulado campo de refugiados.
Colaboro con la ONG "Aire". También con "Ecos do Sur". En "Aire" Teresa me da la vida.
Una caseta -dos con la de Ecos- sirve de plataforma para dar a conocer la ONG.
Hay venta de camisetas con el logo de "Aire".

Y aprovechamos para dar información de la ONG.
Trabajamos en Grecia y ahora vamos a desembarcar en Serbia.

Los Refugiados son nuestro colectivo.

La tienda de campaña de "Ecos do Sur" tiene una superficie donde la gente puede escribir acerca de los prejuicios y falsos mitos con la población inmigrante.

Son cuatro días a tope.

Mi alumno de español: Ahmad toma parte activa en la iniciativa: Ofrece charlas.

Las horas pasan en la caseta bajo un calor asfixiante.

La gente para y pregunta.

Y ahí está la todoterreno Teresa.

Es el alma de "Aire".

Colaboro con ella también en la recogida de ropa para Grecia.

En Acampa me encontré a Patxi -antiguo director de "Ecos do Sur"- y en charla informal me dijo que son ya doce o trece los años que llevo de voluntario en "Ecos do Sur".

También me encontré con mis amigos árabes, a los que saludé en su propia lengua.
Y me presentaron a la que será mi profesora para el año en la Escuela de Idiomas.

Chapurree algo en árabe con ella. Y se mostró muy simpática y agradable.

El tiempo pasó lentamente. Y cuando llegaron las ocho y media recogimos.
Dos bock de cerveza fueron mi recompensa al calor sufrido.
Que unidos a otros dos que me tomé comiendo convirtieron mi sangre en el grupo OH.

Quedé con Patxi en abrirles la tienda el sábado por la mañana.
Y sacar los rotus para que la gente pueda escribir sus notas.

"Aire", formada por los bomberos de Arteixo, y especializada en rescates, se ha convertido en mi segundo hogar.
Sandra me dijo entre risas que había traicionado a "Ecos do Sur".
Pero ella sabe que no es así.

Yo estoy con mi gente: Los inmigrantes. Mayoritariamente con "Ecos do Sur". Donde continúo siendo profesor de español.
                 Kiko Cabanillas.




16 de junio de 2017

Voluntario.

Recordaba aquél día desde mi trabajo en la calle mi carrera como voluntario:
Puesto el fólio en mi "Underwood" me dispuse a recordar aquellos trabajos que me hicieron diferente.
Todo comenzaría en el colegio mayor San Pablo de Madrid. Allí le di clase a mujeres mayores de 65 años, que bordeaban el analfabetismo.
Eran cariñosísimas y vergonzosas.
La vergüenza del no saber.
Aprendían rápido y hacían los deberes con máxima eficacia.

Después me casaría y tendría el accidente que me otorgó una minusvalía del 67 %. Pero no por ello dejé de trabajar como voluntario. Más bien al no tener obligaciones laborales (Mi discapacidad me impedía continuar mi trabajo de periodista) incremente mi trabajo no remunerado.
Así fue como empecé mi trabajo de apoyo escolar con colectivos marginales (mucho gitano) en el Centro Social de Labañou.
Las niñas gitanas son la cosa más bonita de las habidas en el globo terráqueo.
Tenía serias dificultades porque padecí mucho tiempo una "disartria" que me dificultaba el habla.

Pronto comenzaría a trabajar en la ONG Ecos do Sur, donde llegué a ser presidente durante cuatro años, también como voluntario.
En Ecos fui profesor de español para el colectivo inmigrante.
Trabajo que tenía más de psicólogo y de amigo que de otra cosa.

Y así hasta el día de hoy. También les llevo una web y un blog.

Finalmente, y de un modo muy reciente trabajo con la ONG Aire, ayudándoles en la recogida de ropa con destino a Grecia y en la iniciativa "Acampa", en la que se simula un campo de refugiados, con múltiples iniciativas culturales como recitales de Poesía o exposiciones de fotografía.

Y dejo como colofón final en mi relato sobre voluntariado mi trabajo como Voluntario de la Madre Teresa de Calcuta, en la India.
Allí fuí el barbero de los "Sintecho" y enfermero de individuos pertenecientes a las castas más bajas.
Todo esto sucedió en un verano acompañado de mi hermano Chemi y mis amigos de Salamanca.
Consecuencia de esta aventura yo padecí una amebiasis hística que me hizo perder cuarenta kilos.
Y tuve riesgo de perder la vida por rozar la llamada "fase fulminante".

Con el recuerdo de estos trabajos y de mis viajes por India, Nepal, Marruecos, Turquía y Méjico, me emocionés como un niño. Y la gente al verme llorar al pié de mi "Underwood" se acercaba y me solicitaba un relato tras verel letrero que decía: "Vendo relatos y Poesía".

Sin duda mi trabajo de vendedor callejero era la lógica consecuencia de mi formación de "outsider", de eterno voluntario y de periodista.

Poetiza tu vida hermano.
Pon color a tu existencia.
Amor, sabor, sonrisas

Nada y todo para ti
Literatura, pasión...
Y si tienes veinte euros, gracias. Y si no los tienes es igual: Poesía para ti.
                        Kiko Cabanillas.

14 de junio de 2017

Lobo chollo de abogado.

El caso es que, aunque vivíamos separados desde hace cinco años, todavía no estábamos separados legalmente. Un día vino el Lobo (Antonio Ocampo) a verme a mi despacho (Acera del Paseo Marítimo) y yo le sugerí si podía llevarme mi divorcio.
Encantado me dijo que sí.
Comunicada Ana de mi voluntad, iniciamos los trámites de separación.
En un principio ella pidió una barbaridad de pensión compensatoria (60.000 euros).
Además de cargarme a mi al 100% con los gastos de mis hijos.

Esos primeros días tuve verdaderos bloqueos escribiendo.

Para más inri tenía Ana un abogado que comulgaba con el Opus, lo cual hacía la negociación aún más surrealista.
De todas formas el leguleyo opusiano cedió.
La cosa quedó en una pensión compensatoria de 33.000 euros y los gastos de los niños.

Cuando me lo comunicó el Lobo me ocurrió un fenómeno paranormal: Estaba terminando de comer cuando mi abogado me llamó y me dio la noticia del acuerdo...
...Me levanté y me volví a servir la comida (por segunda vez), esta vez degustándola muchísimo más.
Lo único malo es que ahora tendría que vender el piso.
Estaba realmente encariñado con el duplex...
Mi despacho, mi cocina...Era fantástico.
Pero lo cierto es que para nada necesitaba un piso tan grande.

El Amor acaba.
En el vil metal.
Los niños, los recuerdos, viajes...
Todo ello pasa al olvido empujado
por el tema pecuniario.
La Poesía.
Los Momentos.

Y una nueva Vida aparece.
Nuevos Amores si duda.
La Poesía.
Y la Narrativa.

Voy ya por mi segundo libro de Poesía. Leo sin pausa en los libros prestados por la Biblioteca Municipal de Los Rosales.

Tengo noticias de Santi todas las semanas.
Julia ha pedido el traslado a Santiago, con lo cual la tendré a tiro de piedra.
Vendrá con sus amigas a mi nueva casa.
En mi estrenado hogar habrá un cuarto para mi hija Julia.
Pasta fresca, pollo al horno, canelones...

Y seguro que sigue mi pulsión literaria.
Poesía.
Narrativa.
Existencialismo.
Filosofía...

                                            Kiko Cabanillas.

11 de junio de 2017

Durmiendo despierto

Eran las siete de la mañana...
Un resplandor comenzaba a filtrarse por la ventana
Deseaba que me llamase mi Amor.

Lo deseaba mucho.
Cuando de repente sonó el teléfono. Insistentemente.

Lo cogí
Era Ella.

“¿Cómo estas mi Amor?.
Yo por aquí como siempre...Y ahora te deseo más que nunca.
Te deseo tato que te puedo tocar. Te toco.

Y mi espíritu se cuela por el hilo telefónico.
Te poseo. Justo como a ti te gusta.

Y agradecida me dices que también me echas de menos.
Te propongo un desayuno.

Estamos en tu casa de Madrid. Junto al abuelo Pepe.

Me levanto de la cama y preparo un desayuno a la inglesa: Tostadas con huevo, café y zumo.
Comes con avidez y sonriente.

Después me resumes cómo va a ser tu día: Siempre con nuestro hijo discapaz en primera línea.

Y yo te digo que aprovecharé para ir as la Fnac, aunque ya la hay en A Coruña. Pero yo tengo tatuado en mi alma “Madrid: Fnac”. Te cuento que me han publicado un relato en un libro contra el cáncer. Y que mi libro de Poesía “Underwood” va viento en popa.

Te digo que ya me he deshecho definitivamente del bastón y que todavía no me he caído una sola vez. Mi minusvalía está muy controlada.
Te sugiero que comamos con nuestra hija Julia.
Y cuando dices que sí...Cuelgo el teléfono y prometo esforzarme para no tener más desvaríos.

Vives sólo Kiko. Asúmelo.
Tu mujer te has dejado. Y tus hijos también están en Madrid.
Ya sólo te queda tu literatura y tus ganas de morir.

Pero sé que nunca podré superar mis ganas de estar”durmiendo despierto”, como diría Leopoldo María Panero, cuya obra completa me estoy releyendo por milésima vez.

Y hoy me voy a Santiago con mi padre y mi hermano Javier. Espero no caer, pues ya voy sin bastón.
                                               Kiko Cabanillas.

10 de junio de 2017

Lumbalgia.

Debido al esfuerzo en cargar cajas para los refugiados de Grecia ubicados en A Coruña, padecí aquel junio del 2017 una Lumbalgia, que me incapacitaba seriamente para las tareas más cotidianas.
Aún así continué trabajando bajo las órdenes de Teresa.Mi buen amigo y médico de familia Pablo Vaamonde me dio permiso para seguir trabajando. Si bien me medicó mucho con analgésicos.Como una maldición cuando acababa el efecto de los medicamentos un dolor agudo se apoderaba de mí. Pero tal es mi actitud de lucha que he quedado el domingo con mi padre y hermano Javier para ir a Vigo a visitar a mi amigo y abogado el Lobo, quien ha cerrado estupendamente mi divorcio. Pensión compensatoria de 33.000 euros, y pensión para los hijos, de 700 euros mensuales para Santi y de 500 euros para Julia. Comeremos mi padre, Javier, Lobo y yo en Vigo. Y luego llevaré al Lobo engañado a comprarle un árbol para la finca.Pormenor que me fue desvelado por su mujer Coco. "Le haría mucha ilusión algo para la finca, como un árbol", dijo.A todo esto esperemos que mi lumbalgia no me atormente mucho y que pueda pasar un día feliz".Y entre tanto escribo sin parar: Un libro de Poesía y relatos sueltos.Coco me dijo que estaba leyendo mi libro y que debía aprovechar el buen momento por el que estaba pasando con mi trabajo con los inmigrantes y con mi literatura.Y ciertamente estoy en un buen tramo existencial, que esperemos que dure.Si es que la lumbalgia no concluyen en mi ser doblado cual alcayata.
                                 Kiko Cabanillas.

6 de junio de 2017

-Ciática.

Como sabéis había abandonado mi puesto de trabajo en la calle, para ayudar a hacer una recopilación de ropa con destino a los campos de refugiados de Grecia.
El caso es que ya no tengo veinte años, ni treinta, ni siquiera cuarenta.
Y de tanto cargar con peso acabé pillándome una ciática: Dolor intenso a nivel lumbar e imposibilidad de agacharme. Con lo cual tuve que abandonar el trabajo muy a mi pesar.
Aproveche, como no para leer y escribir.
Aún con grandes dificutades logré reincoorarme a mi habitual esquina. Y continué con los relatos.
Mis compañeras de la recogida me pusieron una docena de “WhatsApp”, a cual más cariñoso.
Y yo sigo dudando si reincorporarme, pues estando medicado todo será más sencillo.
Pues No. Kiko estás descojonao. No puedes ni levantar la tapa del watter.
“¿Dónde coño te crees que vas pitrafa?”.

“Pues a mi siempre me abría gustado tener un romance con una voluntaria”
“¿A qué. Para que te lleve a dar paseillos en silla de ruedas?”.

Claro que recuerdas mudanzas como la que le hiciste a ese copañero del ABC...O la del piso de la marileña calle san Pedro...O la del colegio mayor San Pablo.

“Pero chico no tenías los cincuenta años que tiene ahora”.

Tu vida de transportista ha tocado a su fin.

Abracé mi “Underwood” y como no había público comenzé un relato sobre cómo se vestía la gente con la ropa que le hicimos llegar desde Padre Rubinos. Bueno en realidad éramos varias ONG (Aire, Rubinos, Terra...).
La llegada de las cajas causaba sensación. Y siempre había un encargado -hombre de honor- quien miraba por un reparto justo y equitativo.
De todos modos ¿quién le iba a quitar a un jefe de tribu unas Adidas?.
Además el reparto coincidió con un baile en el pueblo.
En el bailaron la Nancy con Ronaldiño.

Y en fin todos estuvieron exultantes con sus nuevos atuendos.

Pero ahora me pregunto yo: ¿Quien hace favor a quién regalando ropa vieja y en desuso?.

No os podéis imaginar la ropa que llegan a regalar: Sucia, maloliente, rota...

Y al volver a la iglesia o junto a sus amigas dicen: Ellos le sabrán buscar utilidad.

Pues No señores/as la ropa que es una piltrafa lo es aquí y en Singapur. Nunca dones algo que tu no te pondrías.

“Estas braguitas con el el elástico roto,
estos shorts descoloridos,
esta guitarra rota.
Estos sueños. Esta dignidad. Esta solidaridad. Humanidad. Justicia. Reparto equitativo. Las Adidas del jefe. Pañuelos seminuevos. Juguetes occidentales. Un Futuro para tu gente”.
                 Kiko Cabanillas.













5 de junio de 2017

-Las cajas se multiplican.

Todo parecía sencillo en el favor que me había pedido Hahmad.
Pero no.
¡No podía ser!
Las cajas que había recogido ayer no sólo no se notaban, sino que parecía que había más.
Supuse que era error mío, en la percepción del conjunto.

Pero sin poder evitarlo conté las cajas. Había ochenta y tres.
Y al día siguiente volví a contarlas: Noventa y cuatro. Y eso que ya habíamos cerrado y trasladado unas doce.

Por las inmediaciones del local había siempre un hombre vestido de rojo y muy delgado.
Centró mis sospechas desde un principio. Y un día le dije: ¿Qué hace usted siempre por aquí?. ¿Le puedo ayudar en algo?.
“Verás -dijo- esta ropa va para campos de refugiados de Grecia. Actuación que yo quiero abortar.
Razón: Soy enviado de Belcebú. Jamás acabareis vuestro trabajo.

Acongojado y ciertamente preocupado decidí no contárselo a mis compañeros pues se reirían de mi.

El caso es que seguimos trabajando con numerosos voluntarios...Y pronto fueron varias las personas que sostenían que cada vez había más cajas.

Así es que busqué al enano colorado y lo até en los cuartos de baño del local.

Lo dejé allí varios días, sólo lo veía para darle de comer y beber.

El caso es que mientras estuvo allí el ritmo decreciente delas cajas volvió a la normalidad.
El trabajo cundía de nuevo.

Un día muy caluroso desaté a nuestro amigo y le hice la siguiente proposición: “Verás yo entregaré mi alma al diablo si a cambio me permites escribir como los ángeles. Y me aseguras un futuro exitoso en el mundo de la literatura actual”.
“De acuerdo. Pero sólo si me sacas de aquí. Y yo dejaré de multiplicarlas cajas”, aseguró.

Ya tenía varias novelas publicadas, pero sin éxito alguno.
Mi nueva novela fue un éxito absoluto.

Versaba sobre la vida de los voluntarios en trabajos de ONGs.
Mundo que yo conocía bien y que no me costó trabajo novelar.

Pronto llegó el dinero. Podría vivir sólo de lo que escribía.

Y es más: Lo que el pequeño duende no sabía es que yo previamente ya había vendido mi alma al diablo para salvar la vida a un pequeño so malí enfermo de Sida. El VIH desapareció de su vida y yo quedé condenado al infierno.

Pero amigos...Dónde iría toda la gente interesante del mundo: Al cielo o al infierno. Pues obviamente al infierno. Lugar al que ya dirija mis pasos sin temor alguno.

Me quemaré,
Y pondré un puesto de castañas asadas,

Con todos mis amigos: Putas, yonquies y colgaos, poetas y transtornaos.
                          Kiko Cabanillas

4 de junio de 2017

Lumbalgia creativa.

Ya me había pasado más veces.
Pero nunca con tamaña intensidad.
No podía permanecer sentado mucho tiempo.
Y un dolor intenso me atenazaba los riñones.
Tenía ya cincuenta años. Y los males propios de la edad.

Pero entonces me concentré en el dolor. Y éste fue desapareciendo paulatinamente.
Para dar paso al todopoderoso espíritu.

Recompuse mi postura.
“Underwood”.

E inicié el relato que me había pedido una mujer desesperada.
A la que acababa de dejar su novio.

Era delicada y sensible.
Sólo comenzar su relato la convertí en una princesa.
De belleza sin igual.
Y al novio en un guerrero basto e insensible.

Le pregunté si no le gustaban las mujeres, ante la perpectiva de estar ante una lesbiana.
¿Y cómo sabes tu eso?.

“Intuición”, respondí.

“Pues hija te voy a dar un consejo -así terminaba mi relato- vete con la mujer amada y no pienses más en ese ser rudo que te ha robado los mejores años de tu juventud”.
“Gracias a Dios que le fuiste infiel con tu compañera”. “Prosigue”.

Agradecidísima se mostró Rosa, quien fue de inmediato a enseñarle el escrito a su amante.

Y al año siguiente paseaban por los jardines de A Coruña un bebé que habían adoptado entre las dos, una vez se habían casado.

Para mi éste fue un ejemplo del poder de la Poesía.

Que añade alma a aquellas situaciones que carecen de ella.
Y el alma, estadio superior del ser humano es la encargada de resolver.

Y quien se acordaba ya de mi lumbalgia.

El dolor no había desaparecido simplemente se había trasformado.

Pasé una mañana muy fructífera: Escribí a una doméstica, a la cual no cobré; a un ejecutivo agresivo, al que cobré una cifra desproporcionada. Y a una pareja de jóvenes.
Y en todos esos casos me sentí liberador y poeta.

¿No es pues la Poesía un cachito de Alma?
                       Kiko Cabanillas.




3 de junio de 2017

-Recogida de ropa para Grecia.

Estaba yo en mi sitio-despacho como todas las mañanas cuando de repente: “Ahmad”, que haces tú aquí”. “Vengo a hablar contigo”.
“Nos haces falta -continuó- para la recogida de ropa que estamos haciendo con destino a los campos de refugiados de Grecia”.
“Pues claro, ¿cuándo empiezo?”, contesté.
“Ahora mismo”, señaló. Y me condujo a un local llenísimo de ropa, que estaba situado al lado del Refugio del antiguo Padre Rubinos.
Lei y Teresa eran las que organizaban todo el asunto. Leti por la mañana y Teresa por la tarde.
Yo por la mañana estaba ocupado con mis clases de español a inmigrantes con Ecos do Sur.
Así es que empecé con Teresa a partir de las 16.00 horas.
Lo primero que hicimos fue colocar unos carteles que indicaban donde había que depositar la ropa proveniente del montón. Y para que ONG iría destinada: Aire, Padre Rubinos...
Luego colocamos bolsas grandes debajo de los carteles para ir arrojando en ellas la ropa.
Al día siguiente, como ya había más gente, nos dividíamos el trabajo: Unos rescataban del montón, otros seleccionaban y depositaban en las bolsas. Y finalmente se llevaban las bolsas a almacenar.
Había mucha ropa en mal estado.
Mi pauta es: “Lo que no usarías tú no lo dones”. Pero la gente dona auténticas basuras y se creen que hacen un gran favor.
Teresa me llamó la atención por tratar de organizar a los voluntarios nuevos. Y me dijo -de muy buenas formas- que de eso se ocupaban ella y Leti.
Docenas de cajas quedaron listas para su envío. Queda ahora pendiente conseguir el dinero para realizar los envíos.
Ropa para hombres, mujeres y niños, que ayudarán a personas que viven en la total indigencia..
Y comen de lo que les dan las ONGs.
El caso es que yo estaba escribiendo muchísimo en mi “Underwood” antes de ser fichado para la recogida, pero dejé de hacerlo de modo fulminante. Pero mi espíritu continuó alimentándose.
No escribía y casi no leía. Un poco de Poesía sí, claro.
Pero estaba en un estado catártico en el que no me hacía falta escribir para alimentar mi alma. Algo que hacía años que no me ocurría.
Teresa es un encanto y tiene una capacidad resolutiva y eficiente sin igual.
Tremendamente trabajadora.
Con Leti sólo coincidí una mañana de sábado, en la que me presentó a su madre, quien se declaró lectora de mis relatos. “Serás una de las diez personas que me leen”, dije. “No, de diez nada”, respondió.
El sábado también vino Ahmad, quien está siguiendo el Ramadán, por lo que tenía que parar de vez en cuando debido a los mareos que le provocaba el ayuno.
Mi otro alumno musulmán: Asiv, debido a la debilidad que le produce el ayuno lleva sin aparecer por clase quince días.
En la recogida se produce un efecto desesperante: Cuanto más recoges más ropa parecer quedar
por seleccionar. Absurdo sí pero fatalmente real.
Yo traté de escoger algo para llevarme de recuerdo, pero nada me satisfizo.
Era como ropa de “yonquie” aparte de haber muy poco en tallas XXL para mi.
Bueno miento porque hay mucha demanda de estas tallas por parte de mujeres africanas que ya han tenido muchos hijos y acaban desbordadas de kilos.
Hoy sábado cuando acabe de escribir volveré a Padre Rubinos a continuar trabajando.
Y lo cierto es que me satisface sin igual mi tarea.
Que ante las dificultades para agacharme debido a una lumbalgia que he desarrollado, me dedico mayoritariamente a la selección. Aunque una vez seleccionada la ropa la embalo y la traslado al almacén.
Me estoy drogando con Ibuproferno, cuya narcosis ayudará a mi alma es su cometido espiritual.

                          Kiko Cabanillas.