30 de junio de 2017

-”You will shine like the sunshine”. “(Brillarás como el sol al amanecer)”.

Un inmigrante de Bombay se acercó donde yo estaba con mi “Underwood” en A Coruña y sin más le conté el siguiente relato (verídico):
Hace unos veinticinco años, pasaba el verano en La India con mi hermano Chemi y cuatro amigos de Salamanca.
Cuando al llegar a Bombay fuimos a conocer un hotel de lujo de las ciudad. Sólo por visitarlo, pues no teníamos dinero para tal lujo.
Y cuando estábamos en el interior nos abordó un gurú, quien se ofreció -en perfecto inglés- a leernos el futuro en nuestras manos.
Le preguntamos el precio y nos contestó que le pagásemos lo que considerásemos oportuno.

Yo fui el primero que se prestó a tal servicio. Extendí mi mano ante él y me dijo:...
“Veo en tu línea de vida que tendrás un accidente grave -en inglés- que por poco te cuesta la vida, pero...entonces...
A los cincuenta años “you will shine like the sunshine” (“brillarás como el sol al amanecer”).

El caso -le dije al sorprendido inmigrante indio- es que efectivamente tuve un accidente de automovil debido a que en el puerto de Piedrafita un camión perdió los frenos e impactó frontolateralmente contra mi Autobianchi. Cuarenta días en coma y una minusvalía de recuerdo para el resto de mi vida.

Y el resto de la historia ya la conocéis: Vivo de lo que escribo en la calle y ocasionalmente -como hoy- también cuento historias.
Hay quien diría que cómo viviendo de la mendicidad puedo decir que “brillo como el sol al amanecer”.
Pues así es.
Yo soy escritor.
Y me debo a mis lectores.
Escribo cuanto deseo y no estoy sujeto a la dictadura de las editoriales.

Y tan sólo espero que mi edad y mi minusvalía no me impide volver otra veza la India, donde además de leerme el futuro me dieron algo que me duraría años: El espíritu.
Nada hay comparable en el mundo capitalista.
No se puede comprar.
Y no todo el mundo es merecedor del mismo.

Pero cuando se tiene por nada del mundo se permite perder.
No hay dinero que lo valga.

Y yo, en mi nuevo trabajo de escritor callejero, vuelvo de nuevo a se digno de él.

Mi oyente indio quedó completamente fascinado ante mi relato.
Me dio las gracias.
Y tras preguntarme si estaba todos los días aquí, me pidió que le permitiese traer a unos compatriotas. Quería que les volviese a contar la historia del gurú del hotel.

No tardaron en aparecer sus amigos. Y yo conté de nuevo la historia que también había escrito en inglés para que pudieran llevársela.
                        Kiko Cabanillas.























































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