Estaba yo en mi sitio-despacho como
todas las mañanas cuando de repente: “Ahmad”, que haces tú
aquí”. “Vengo a hablar contigo”.
“Nos haces falta -continuó- para la
recogida de ropa que estamos haciendo con destino a los campos de
refugiados de Grecia”.
“Pues claro, ¿cuándo empiezo?”,
contesté.
“Ahora mismo”, señaló. Y me
condujo a un local llenísimo de ropa, que estaba situado al lado del
Refugio del antiguo Padre Rubinos.
Lei y Teresa eran las que organizaban
todo el asunto. Leti por la mañana y Teresa por la tarde.
Yo por la mañana estaba ocupado con
mis clases de español a inmigrantes con Ecos do Sur.
Así es que empecé con Teresa a partir
de las 16.00 horas.
Lo primero que hicimos fue colocar unos
carteles que indicaban donde había que depositar la ropa proveniente
del montón. Y para que ONG iría destinada: Aire, Padre Rubinos...
Luego colocamos bolsas grandes debajo
de los carteles para ir arrojando en ellas la ropa.
Al día siguiente, como ya había más
gente, nos dividíamos el trabajo: Unos rescataban del montón, otros
seleccionaban y depositaban en las bolsas. Y finalmente se llevaban
las bolsas a almacenar.
Había mucha ropa en mal estado.
Mi pauta es: “Lo que no usarías tú
no lo dones”. Pero la gente dona auténticas basuras y se creen que
hacen un gran favor.
Teresa me llamó la atención por
tratar de organizar a los voluntarios nuevos. Y me dijo -de muy
buenas formas- que de eso se ocupaban ella y Leti.
Docenas de cajas quedaron listas para
su envío. Queda ahora pendiente conseguir el dinero para realizar
los envíos.
Ropa para hombres, mujeres y niños,
que ayudarán a personas que viven en la total indigencia..
Y comen de lo que les dan las ONGs.
El caso es que yo estaba escribiendo
muchísimo en mi “Underwood” antes de ser fichado para la
recogida, pero dejé de hacerlo de modo fulminante. Pero mi espíritu
continuó alimentándose.
No escribía y casi no leía. Un poco
de Poesía sí, claro.
Pero estaba en un estado catártico en
el que no me hacía falta escribir para alimentar mi alma. Algo que
hacía años que no me ocurría.
Teresa es un encanto y tiene una
capacidad resolutiva y eficiente sin igual.
Tremendamente trabajadora.
Con Leti sólo coincidí una mañana de
sábado, en la que me presentó a su madre, quien se declaró lectora
de mis relatos. “Serás una de las diez personas que me leen”,
dije. “No, de diez nada”, respondió.
El sábado también vino Ahmad, quien
está siguiendo el Ramadán, por lo que tenía que parar de vez en
cuando debido a los mareos que le provocaba el ayuno.
Mi otro alumno musulmán: Asiv, debido
a la debilidad que le produce el ayuno lleva sin aparecer por clase
quince días.
En la recogida se produce un efecto
desesperante: Cuanto más recoges más ropa parecer quedar
por seleccionar. Absurdo sí pero
fatalmente real.
Yo traté de escoger algo para llevarme
de recuerdo, pero nada me satisfizo.
Era como ropa de “yonquie” aparte
de haber muy poco en tallas XXL para mi.
Bueno miento porque hay mucha demanda
de estas tallas por parte de mujeres africanas que ya han tenido
muchos hijos y acaban desbordadas de kilos.
Hoy sábado cuando acabe de escribir
volveré a Padre Rubinos a continuar trabajando.
Y lo cierto es que me satisface sin
igual mi tarea.
Que ante las dificultades para
agacharme debido a una lumbalgia que he desarrollado, me dedico
mayoritariamente a la selección. Aunque una vez seleccionada la ropa
la embalo y la traslado al almacén.
Me estoy drogando con Ibuproferno, cuya
narcosis ayudará a mi alma es su cometido espiritual.
Kiko Cabanillas.
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