29 de junio de 2017

-El chocolate me inspira-

Mi amigo Eduardo -también escritor- me dijo que me podía conseguir medio huevo de hachís.
La verdad es que había olvidado los maravillosos efectos del chocolate hasta que un día, en una fiesta familiar de mi hermano Javier -a la que acudí haciendo un parón en mi labor de escritor callejero- su amigo Paco me invitó a un porro, que me relajó sobremanera.
Llegué a casa de noche y estaba en el Nirvana bajo los efectos del hachís.
Así es que le pedí a Eduardo que me consiga hachís.
Me dijo que podrías conseguirme medio huevo, 30 euros. Y que me llevaría librillos de papel.

Ya me veo yo colocado de chocolate, recordando buenos tiempos pasados.
El mejor chocolate que he probado fue el turco, con un aceite que me impregnaba las manos.

El chocolate marroquí también es muy bueno. Yo lo fumé en Pontevedra, pues por sus costas entraba esta droga a espuertas.

Mi idea es liar en casa y llevarme los porros a la calle para escribir bajo sus efectos.

Recuerdo con verdadera nostalgia mis primeros pinitos con el hachís: En Pontevedra. Nito conseguía un chocolate formidable.
Como eramos estudiantes nos limitábamos a fumar medio talego entre cuatro. Lo cual tocaba a poco más de un porro por banda.

Mis planes son: Fumar del hachís de Eduardo poca cantidad, lo suficiente para poder rescribir bajo sus efectos pero no por ello bloqueado ante el colocón.
Además como tengo problemas de equilibrio temo que ante el fumeteo masivo pueda caerme. Y al vivir sólo esto supone un verdadero peligro.

La cerveza es la mejor mezcla para el cannavis, con lo cual me proveeré de la misma.

Mi amigo Eduardo, quien también sufrió un TCE como consecuencia de un accidente de tráfico, me dio la clave: Hay que fumar muy poca cantidad.

Lo cierto es que desde que mi nuevo editor me ha cogido dos libros para editarlos si le gustan, mi drogadicción a aumentado a ritmo apabullante.

Y aprovecho las últimas líneas de este relato para pedir perdón por darle al chocolate el calificativo de droga. Ni lo es. Ni tiene tantos nivele perniciosos como el alcohol.
Las resacas del chocolate son casi inexistentes. Y no te destroza el estómago y el vientre como sí hace el alcohol.

Mis primeros porros.

En la Cruz dela Alameda de Pontevedra,
sabor prohibido,
Marginalidad.
“Outsiders”.

Sueños en vigilia.
Hambre compulsiva,
cerveza. Mucha cerveza.


                                         Kiko Cabanillas.












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