7 de julio de 2017

-Duplex mágico.

Recordaba en la calle las comodidades de mi casa.
La jugada consistió en gastar la indeminización, por el accidente sufrido cuando un camió perdió los frenos en el puerto de Piedrafita e impactó contra mi coche, en un duplex y en alquilar un local para poner una tienda de libros y prensa. Todo ello en el barrio de Los Rosales.
En el piso pusimos una amplia librería en el piso de abajo, donde situamos el comedor y la sala de estar. También había un cuarto de baño.

Después subiendo al piso de arriba estaba mi despacho y la terraza y tres dormitorios, uno para cada uno de mis hijos y otro para mi.
Vivimos con relativa felicidad veinte años.
Hasta que llegó el día en que mi mujer cogió a los niños y me abandonó.
Bueno Julia realmente se fue a estudiar a Madrid.
Mi mujer con Santi se fué a vivir a la capital con su padre.

Yo me quedé en el dúplex con el compromiso de venderlo. Y comprar un apartamento con mi parte.Cuestión ésta muy discutible éticamente, pues el 90% del piso lo había pagado yo.

Pero el caso es que me quedé sólo con una doméstica que venía a limpiarme.
Como ya sabéis pasaba casi todo el día escribiendo en la calle
Pero al concluir tenía a mi disposición las comodidades del duplex.

Escribía en el despacho, sobre todo a primera hora de la mañana.

Y fantaseaba con que mis idolatrados escritores preferidos venían a pasar fines de semana conmigo

Leopoldo María Panero era un habitual.

Reynaldo Arenas era otro que no fallaba.

El próximo finde tenía previsto un encuentro con la Genersación del 27.

Y los que también estaban siempre eran los nuevos creadores como Jacobo Outes, quienes compartían conmigo hachís y aguardiente.

Asimismo, tenía contacto casi semanal con la Unión Nacional de Escritores a través de Ana Julia Martínez Fariña. También mi casa servía de punto de contacto entre nosotros.


“Mi hogar”.

Y tendría que vender,
mi dúplex.
O comprarle a Ana su parte.

Pero no tenia suficiente dinero para ello.

Así es que vendería.

Y mis fantasmas y amigos escritores se mudarían conmigo a una vivienda más humilde y pequeña.
Y el próximo comprador viviría con los duendes despistados que no se habían mudado a tiempo.
                    Kiko Cabanillas.


























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