Yo también fui
camarero, le decía a mis espectadores frente a la “Underwood”.
Había llegado la
hora de poner fin a mi aventura londinense de aquel verano. Pero ya
me había liado con la brasileira Claudia y por nada del mundo me
quería volver.
Así es que me
busqué trabajo para financiarme otra buena temporada en Londres, en
casa de los Glennie. Éxito absoluto.
Al cabo de dos
semanas encontré ocupación laboral en un local situado en Richmond
Park que servía sandwiches y ensaladas.
Mi jefe sería un
individuo enrabietado que no podía soportar la cantidad de relleno
que ponía yo en los sandwiches. “Two tamatoes, two cucumber. Thats
enought”. “Dos tomates, dos pepinos. Es suficiente”. Mi maestro
mister Millman, camarero que era todo diligencia y educación.
El caso es que ese
verano también estaba mi hermano Javier en Londres haciendo unas
prácticas de empresa. Y al contarle mi aventura me dijo: “Yo
también”. Y se vino al parque a trabajar. Fue admitido sin
problemas.
Pero lo que podía
haber sido una convivencia agradable se convirtió en un verdadero
tormento.
Mi hermano Javier
fue colocado en la caja a cobrar. Uno de los puestos más cómodos
del negocio. También hay que reconocer que su nivel de inglés era
muy superior al mío,
Aún recuerdo el
ataque de risa que le dio a Javier al descubrirme un día en los
toiletes comiéndome un sandwich de jamón.
El caso es que yo
pude quedarme en Londres todo el tiempo que quise, ya que podía
pagarme mi estancia.
Y también
es cierto que practiqué mucho más el inglés trabajando que
acudiendo a clase con decenas de españoles.
Comenzaría además
ese verano mi carrera de trotamundos.
Carrera que morirá
en mi cuando yo muera.
Si bien las
comodidades y el dinero para tal menester aumentan a medida que yo
voy cumpliendo años. En fin que se acabaron las noches temblando de
frío y miedo metido en mi saco de dormir y armado con un cuchillo en
bandolera.
Pero llevo con
mucho orgullo mi estancia laboral londinense.
Mister Glennie me
diría: “You dont speak english. You speak slam” “Tu no hablas
inglés. Tu hablas las variante dialectal portoriqueña”.
“Pero ese inglés
es el que hablan la mayoría de los trabajadores del sector servicios
londinense”, pensaría yo.
Kiko Cabanillas.
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