Todo comenzó
cuando el jefe de Internacional de el diario La Opinión, Santiago Romero, decidió
publicarme un artículo sobre Siria en las páginas de Opinión del
diario que lleva el mismo nombre.
El artículo era
un análisis en profundidad sobre el conflicto armado.
El caso es que
nada más publicarlo llamé continuadamente a Santiago con el fin de
proponerle más trabajos. La primeras ve me atendió. Pero a partir
de la segunda se hizo el “longis” y no me cogió el teléfono.
Ya por aquel
entonces era yo corresponsal de guerra en mi imaginación.
“¿Te
interesaría ir a Siria con La Opinión?”, me preguntó Santiago.
“¡Claro!”,
respondí.
“Te irás de
inmediato. La situación es límite y sospechamos que puede haber un
cambio drástico. ¿Tú de inglés qué tal”, señaló.
“El inglés lo
domino”. “Y...¿iré sólo o con fotógrafo?. Si queréis ahorrar
yo me puedo hacer las fotos. También soy fotógrafo”, respondí.
Fui sólo. Y al
llegar a Alepo me hospedé en el hotel de la prensa.
Los tanques no
daban un respiro a la población.
Decidí ir a la
embajada de Rusia, donde tuve la suerte de entrevistar al embajador,
quien me reconoció que su país continuaría por tiempo indefinido
ayudando al gobierno sirio.
La entrevista fue
una gran noticia, según me reconocieron en La Opinión.
Y a partir de ese
primer día todo fue seguido. Me establecí como “Freelance” y
recorrí todo el globo en busca de conflictos armados, para diversos
medios.
Bueno, en mis
sueños llegaría más y más lejos. Pero lo que realmente espero es
que Santiago se me ponga al teléfono. Aunque quizás haga caso a mi
mujer, que dice que dándole la paliza por teléfono lo único que
voy as conseguir es que se cabree y no se ponga.
Por cierto me
olvidé de preguntarle a Santiago si para ir a Siria hace falta
alguna vacuna.
Kiko Cabanillas.
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