27 de septiembre de 2016

-Mi profe de inglés.

Acabo de terminar mi clase de inglés de Otawa, con la profesora Eva.
Veinteañera. Nerviosa por ser el primer día y porque -como me confesó al acabar- soy su segundo alumno. Con ganas de enseñar, con buen dominio de la escritura y aceptable conversación.
Le expliqué que soy periodista y que quiero dominar el inglés lo suficiente como para hacer entrevistas a personas que hablen inglés.
Hicimos ejercicios de comprensión y “listenings”.
Domino más el idioma de lo que pensaba.
El caso es que no se me va de la cabeza la corresponsalía de guerra. Y por tanto quiero hablar y escribir correctamente el idioma para poder asistir a ruedas de prensa y hacer entrevistas.
Mi estrategia es prepararme: Tanto fisicamente como intelectualmente, y si después me hecho atrás pues nada habré perdido, pues es necesario para mi rehabilitarme físicamente y formarme como Periodista.
Sueño ya con situaciones posibles en mi trabajo de corresponsal.
Y sólo tengo una seria duda: ¿Realidad o ficción?. ¿Literatura o Periodismo?.
Me temo que el compromiso social me acabará arrastrando al Periodismo.
La única dificultad real: Tengo una minusvalía del 67 por ciento.
Pero ante esto también tengo solución: Me he dado tres años para prepararme hasta que mi hija Julia acabe la carrera y trabaje. Y después tomaré la decisión.
Y mientras seguiré con Eva y leyendo el Times -sección de Internacional- así como los periódicos nacionales. Y machacándome en el gimnasio. En cuanto a escribir...
Ya colaboro con el diario La Opinión. El martes de la próxima semana tengo una entrevista con Santiago Romero, en la que sin lugar a dudas quedará definida mi colaboración.
Me ofreceré gratuitamente pues ya tengo una pensión de la que vivo y sustento a mi familia.
Y sin lugar a dudas aceptarán, pues de hecho ya me han publicado un artículo de Opinión sobre la guerra de Siria.
                                               Kiko Cabanillas.

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