7 de mayo de 2016

Pisco sawer y zamburiñas.

La fiesta culinaria de este sábado comenzó en el bar de Modesto: Un vermú -con un poco de ginebra- y un pincho de tortilla.
De allí me fuí teledirigido a la calle Pondal: Al restaurante mexicano "Tamarindo", donde fui maravillosamente atendido por Miguel y poco después por su madre Inés.
“Hoy tenemos unas zamburiñas con aguacate y muy especiadas”, dijo Miguel. “Venga”, señalé.
Y de primero unos nachos con una salsa de cebolla formidable. Todo ello regado por dos piscos sawer.
Como iba sólo estuve whatsapeando con mis hermanos Javier y Chemi. Les di mucha envidia.
Y de postre admití la sugerencia de Miguel, que era un dulce con especias.Al que me invitó..
Acto seguido fui informado de los distintos tipos de Tequila que había.
Me decidí por el más caro -indudablemente el mejor- y lo acompañé de un cortado.
“¿No tendrás un puro Miguel?”. “Espera...”.
Y apareció con un papel plata y varios puros en su interior. “Míralo y dime si están bien. Llevan mucho tiempo aquí”, señaló.
Lo único me pidió que lo fumase en la puerta pues no estaba permitido fumar en el restaurante.
Pero bueno...pensé, y la próxima prohibición será en los toros. Pero dónde sabe mejor un puro que después de comer.
Eché de menos a José, antigua pareja de Inés, de las que acabó separándose. E Inés comenzó a trabajar con su hijo Miguel. A mi José me había conquistado por las gracias que le hacía a mi hija Julia, con la que íbamos a comer muchos sábados.
Hay muchos restaurantes mexicanos mucho mejores, sobre todo en Madrid, pero carecen del poder de santuario que tiene “Tamarindo”.
Es mi reducto, mi cueva escondida y mi querido mexicano.
                                     Kiko Cabanillas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario