3 de mayo de 2016

Nuevo trabajo en Santiago: Eva.

Por fín comenzaba mi nueva ocupación laboral en Santiago.
Debía ir a la ciudad compostelana y hablar con Eva, quien me informaría sobre el modo en el que debería seguir en Facebook toda noticia relacionada con el Centro Comercial Área Central.
Así es que llegué a Santiago aquella mañana lluviosa.
Estaba citado con Eva en su oficina, situada en la zona antigua.
Llegué puntual y me dijo: “Hola Kiko, así es que trabajaremos juntos”.
“Pues toma asiento, que te voy a enseñar una cosa”.
Y sin más agachándose sobre el fax y subiéndose su corta falda me mostró su pubis rubio y poco peludo. Me abalancé sobre ella y tendiéndola sobre el escritorio la penetré violentamente.
“Ciertamente me alegro mucho de haberte conocido”, le dije según acabamos.
“Y yo también”, susurró entre risas.
Acto seguido me enseñó Eva en que consistiría mi trabajo.
Me lo explicó de maravilla.
Y desde ese día comprendí que mi relación con Eva iría mucho más lejos.
Así fue y ahora mientras escribo se prepara el desayuno en la cocina.
Arte y cultura eran sus fuertes. Y practicar sexo en sitios insospechados.
Pero nunca olvidaré ese primer día en el que me enseñó el que sería el objeto de mi deseo.

Y entonces hablé con mi hermano Javier, vía Escape, y le dije que estaba muy ilusionado con mi nuevo trabajo, pero -ante su incomprensión- le añadí que solo o aceptaría si entre mis compañeras de trabajo había alguna Eva.
“Sé que te resultará extraño, Javier, pero es que para mi es fundamental conocerla”, le añadí.
                                                         Kiko Cabanillas.
                       

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