Las fuerzas aliadas apoyadas por Bashar
Asad y Rusia y los rebeldes con EEUU se enfrentan en Alepo con
toda crudeza, no respetado ni los hospitales, donde han caído
innumerables bombas causando numerosas bajas incluso entre el
personal sanitario.
Fue una noticia sobre la muerte de
varios Médicos sin Fronteras la que me animó a visitar el lugar.
Un alto el fuego decretado en Alepo era
el momento adecuado.
El avión saldría de Madrid, por lo
que me trasladé a la capital. Antes visité a Laureano López de La
Voz de Galicia indicándole que me iba a trasladar a la ciudad siria.
Por lo cual me encargó crónicas y fotografías de ambiente.
Llegué un día lluvioso. Le dije al
taxista que me trasladase al hotel de la prensa.
Y tras ser instalado por colegas
periodistas, con tres de los cuales compartía habitación y cama con
uno de ellos, me dispuse a recorrer la ciudad aprovechando la paz
provisional.
Fui informado por mis amigos sobre la
situación actual de la ciudad siria.
Era una catástrofe.
Allí, en el hotel, fue donde conocí
Esther, británica que trabajaba en Médicos sin Fronteras, de la
cual me enamoré perdidamente.
Yo le redactaba comunicados para
hacérselos llegar a sus jefes. Y ella se desvivía trabajando en el
hospital de Alepo, del que raramente salía.
Al cabo de diez días regresé a casa,
dejando a Esther con los heridos...
Ya finalizada la guerra en Siria un
buen día se me presentó Esther en casa. Y me sugirió que estudiase
un curso de enfermería, para acompañarla a zonas de conflicto.
Accedí y desde entonces mis crónicas,
fotografías y atención sanitaria irían de la mano con el amor de
Esther.
A cambio yo le enseñaría a redactar y
a sacar fotos. Y así fue como formamos un equipo de Médicos sin
Fronteras, que todo el mundo deseaba tener de compañeros en lugares
de conflictos armados.
Kiko Cabanillas.
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