Como vivo sólo no me dí
cuenta de lo que me sucedía hasta salir de casa, cuando ya había
desayunado y me había duchado.
Al encontrarme en el
portal al portero, José, lo saludé y no me respondió. ¡Qué
raro!. Él siempre tan atento. Tendrá algún problema pensé.
Así pues salí a la calle
y me dirigí a la parada del catorce. Al llegar le pregunté a una
chica: ¿Hace mucho que ha pasado el catorce?. Obtuve un silencio
absoluto por respuesta.
Pues sí...
Al cabo de cuatro minutos
llegó el 14. Y me subí en él.
Traté de pasar mi tarjeta
pero no funcionaba. El chófer no me hacía caso.
“Está estropeada mi
tarjeta. Cóbreme”.
Pero el conductor me
ignoraba.
Entonces me dí cuenta,
porque otro usuario pasó a través de mí.
Sí, sí...Como si yo
fuera aire.
Entonces llegué a la
parada de la ONG y me bajé.
Subí a Ecos do Sur, pero
nadie me veía. Atravesé la puerta cerrada.
Estuve un rato y como me
aburría sin hablar con nadie me fui.
Cogí de nuevo el autobús
sin pagar y llegué a los Rosales.
Entonces decidí dar un
paseo por la playa.
Y al llegar al arenal opté
por desnudarme, ya que nadie me vería.
Corrí como dios me trajo
al mundo por el arenal. Y al cabo de una hora regresé a mi casa para
comer. Pero...
Una mujer me vio desnudo y
chilló.
Ya se había acabado el
milagro.
Decidí ir a las casas
baratas de al lado de mi hogar y robé unos pantalones, que no me
cabían.
Con lo cual desnudo le
pedí ayuda a mi portero José. “Ya te contaré lo que me ha
pasado...Pero por dios ¡ayúdame!”. “Tranquilo, espera que voy a
casa y te traigo un chándal”.
Fue a su casa y me libró
de la vergüenza.
A los dos días, cuando le
daba limosna a un alcohólico éste me dijo: “Qué pena no seguir
siendo invisible. ¿Verdad?”.
Y tu ¿cómo sabes eso?.
“Lo sé y también sé que al portero le dijiste que estabas
desnudo por una apuesta que habías hecho con un amigo, al que le
habías ganado 100 euros”.
Invité al mendigo a comer
en casa, pero declinó.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario