3 de mayo de 2016

Dos cervezasy un JB.

Dos cervezasy un JB.

Sobre todo porque la pizza era para los viernes. Con helado Jagen Dass y un litro de cerveza Alhambra. Pues sí, no había nada más en la nevera. Y así lo visualicé, según regresaba de la universidad Senior.
Me iré al “Lois” y tomaré un menú del día con una buena cerveza “Estrella de Galicia”.
Así pues cumpliendo planes me instalé en el “Lois”, pero...
No tenían menú del día.
Bueno los platos combinados: estaban bastante bien y eran baratos.
Y de repente recordé que mi hija me había dicho que acababa de leer “Por el camino” de Kerouac.
“On the road”, le dije yo, fantástico.
El autor, Keruac, escribe un libro apretando el acelerador cada párrafo. Dinamismo, velocidad.
Los “Beat Generations” eran una pandilla de poliadictos entrañables.
Otra cerveza cuando puedas.
Esto es lo que necesitaba hoy, un par de birras.
Huevos fritos, filete de pollo, ensalada y ensaladilla.
Y otra cerveza por favor.
El alcohol es espíritu, no te engañes.
Y más en la sociedad socio-culturalmente avanzada en la que vivimos.
Mi nueva tarea consistiría en seguir por “Facebook” a todos los usuarios que quisiesen opinar sobre el centro comercial Área Central. Tu opina, que yo bebo, entretanto.
Es la medida perfecta: Dos cervezas y un JB.
Ingieres el espíritu y no sufres daños colaterales. Es decir, puedes escribir.
Ya acabado el plato combinado: Un JB con hielo, por favor. Osea lo de siempre estuvo a punto de decir el camarero. Pero calló, muy educadito él.
Y así se acaba la historia.
Le quería decir a mi hija que lo más importante que había hecho este año era leer “On the road”de Kerouac. Mi primo Enrique seguro que estaba de acuerdo.
Todo ocurrió en mi etapa dependiente del Catobit: Complejo vitamínico que yo usaba para leer de noche cuando estaba compaleciente de mi amebiasis hística, traida de la India. Leer y cagar era lo que hacía esas noches.
Bien Julia, querida hija, con la lectura de Kerouac, te acabas de ganar mis terribles consejos literarios. Desde hoy no podré evitar incluirte en mi pandilla de ávidos lectores (que no somos más que Enrique y yo) y bajo mi consejo descubrirás la belleza del infierno. ¡Benvida!.
Kiko Cabanillas.

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