28 de agosto de 2015

La eterna reparación

Tenía el parabrisas delantero astillado por culpa de una piedra que me impactó en la autopista de Santiago.
Así es que me dirigí al taller en el cual hablé con el encargado, Xosé, quien me dijo que "mañana a las doce de la mañana estará listo".
Llegada la mañana me encaminé al taller con la intención de coger el coche y dirigirme a Santiago, a casa de mi padre.
Al llegar, Xosé me dijo que lamentándolo mucho no estaba listo, pues habían constatado un fallo en la correa de ventilación. Y había que cambiarla.
Llamé a mi padre y le dije que iríamos al día siguiente, cuando el coche estuviera listo.
A la mañana siguiente, miércoles, fuí de nuevo al lugar de reparación. Y al llegar me dijo Xosé: La batería se ha descargado. Tendrá que venir mañana.
Ya claramente de mal homor me retiré. Y al día siguiente repetí la operación: Ajustarian los frenos. De nueno se repitió la historia: El cambio. Más: La amortiguación...Los bollos en el chasis.

Verás Xosé, dije abriendo el motor...No os habéis fijao en que este cable está suelto, dije según arrancaba el cable rojo. Además, rompiendo una ventanilla de un codazo, hay que arreglar este cristal.
Y, sobretodo, Xosé, o lo tienes todo listo mañana o te rompo las piernas.

Kiko Vacanillas.

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