31 de agosto de 2015

Cañamones.

Debido a las contínuas lesiones: Caída de uñas, rozaduras, callos; que sufría como consecuencia de mi torpe locomoción postraumática...Decidí acudir a un podólogo de al lado de casa.
Me atendió una chica encantadora, quien lo primero que hizo fué coger muestras para hacerme plantillas. Acto seguido me recortó las uñas y me ablandó las rozaduras.
Acabado lo cual me marché a casa.
Allí comencé a tener molestias, así que me descalzé para observar el pié.
¡No puede ser!: En el pié derecho tenía sólo cuatro dedos.
Tras elucubrar sobre lo que habría pasado, decidí volver a la podólogo.
"Verá usted señorita, me falta un dedo".
"Tranquilícese y quítese el zapato y el calcetín", señaló.
Procedí a la retirada.
Y...¡No puede ser!: Allí estaban mis cinco dedos.
"Perdone usted señorita deben ser los nervios".
"No se preocupe caballero", destacó.
Regresé a casa, donde pude constatar que de nuevo tenía sólo cuatro dedos, con los cuales viví desde entonces en fraternal compañía.
Pero un día que me dirigía al parque de al lado de casa, para lo cual tengo que pasar por el podólogo, observé a un loro que se estaba comiendo lo que me parecía claramente mi desaparecido dedo. Así es que entré y pregunté: ¿Qué está comiendo el loro?. "Cañamones", respondió la señorita.
                                       Kiko Vacanillas.

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