10 de agosto de 2015

Coche-cielo

Como todas las mañanas yo salía de casa a las 8.30 para comprar el pan y el periódico.
Todo  estaba tranquilo esa mañana: Pocos coches y tan sólo el ruido perdido de alguna moto.
Pero al pisar Ronda de Outeiro sucedió.
Como por arte de magia apareció un coche destrozado en medio de la calle. “Ha caído del cielo”, comentaba un vecino.
Y efectivamente así había sido.
Espachurrado el coche permanecía encendido. Y entonces se puso en marcha y milagrosamente fue hacia el Centro Comercial, hasta introducirse en el garaje.
“No puede ser, si estaba destrozado”, exclamé.
“Pero teniendo en cuenta que a caído del cielo todo es posible”, añadí.

Fue entonces cuando decidí tomar cartas en el asunto. Me dirigí al garaje y en concreto al coche fantasma.

“¿Te apetece un vino?”, le espeté al conductor.
“Venga”, respondió.

Entonces nos dirigimos a un bar de alcohólicos del barrio. No sé porque elegí éste.

Y le dije al camarero: Dos Ribeiros, por favor.

“Bueno -dije-. Y tú de donde has salido.

“Verás yo vengo del siglo pasado. Y tan sólo cumplo una promesa: Consistente en dejarme caer...
“Que tipo de promesa más rara”, señalé.

Sólo trato de evidenciar que todo es posible en la magia y el espíritu.

“No, nada pasará. No te preocupes”, destacó.


Nos despedimos y a la mañana siguiente el periódico decía: “Extraño accidente en Ronda de Outeiro: Un coche es desplazado misteriosamente”. Pero no hubo investigaciones al respecto.


Kiko Vacanillas.

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