Esta mañana he tenido el inmenso
placer de llevar a mi hija Julia -estudiante de Derecho-y a su amiga
Nerea -estudia para asistente social- a mi clase de español con
inmigrantes de Ecos do Sur.
En un principio las puse de oyentes con
Alfredo, quien imparte clase a unos doce alumnos, y yo mientas hacía
leer el periódico a Gift Nwalima, inmigrante nigeriana.
Pero según iba pasando el tiempo
concluí que conmigo aprovecharían mejor el tiempo. Así es que las
senté con Gift y les pedí que mantuvieran una conversación con
ella preguntándole edad, nacionalidad, tiempo en España, trabajos,
familia, y todo lo que se les ocurriera.
Fue una charla realmente amena y
didáctica para Gift.
A continuación y para finalizar le
pedí a Alfredo dos ejercicios y les indiqué que hiciesen con
nuestra alumna la mitad cada una.
Ambas se desenvolvieron con suma
destreza y Gift quedó encantada.
Yo mientras les hacía fotos con el
móvil, que mandé a la madre de Julia, Ana, quien además de mostrar
su satisfacción me dijo que debía de hacer mucho frío en clase
porque estábamos todos con abrigo.
Yo sólo le contesté que “muchísimo”
pero pensé que era lo adecuado pues contribuye al lirismo del
entorno.
En resumen, que mi hija Julia pudo
comprobar sobre el terreno a qué se dedica su padre. Y tuvo la
satisfacción de impartir clase de español a una inmigrante
nigeriana.
Al concluir me ofrecí a Nerea para
intermediar si quiere conseguir unas prácticas en verano. Y me dijo
que sí encantada.
Yo, inflado como un globo, me despedí
de Alfredo agradeciéndole su ayuda.
Y el, muy en su línea, me dijo
“Gracias a tí Kiko”.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario