8 de diciembre de 2016

-Adoro a la mujer árabe.

Mi alumno de español la ONG con Ecos do Sur, Ahmad -de Siria-, imparte un curso de árabe en la coruñesa Estrecha de San Andrés, en el bar Waikiki, al que asistimos unos diez o doce alumnos.
Pasábamos el turno hablando cada uno un poco y yo aproveché para decir -en árabe- que amo la cultura árabe y a sus mujeres, que se ven sometidas al más aberrante machismo.
Mi profe Ahmad, de quien soy yo habitualmente profe de español, me dijo, ante mis intentos de hablar su lengua, que no dejaba nunca de sorprenderle. Y que estaba de acuerdo en mi rechazo hacia el hombre árabe.
Y yo feliz como un niño con zapatos nuevos.
Cadencia y pronunciación que hacen de este idioma una lengua sumamente poética.
Ahora, según acabe de escribir me dirigiré al bar jawaiano en el que me esperan mis compañeros.
Sensualidad, reserva, femineidad...
Adoro a la mujer árabe.
Y ante mis constantes halagos una de ellas me dijo que era muy “Jamil” y que tenía unos ojos preciosos.
Previamente yo me había dirigido a una compañera llamándola “Yamila”, a lo cual observó mi profe que aprendo muy rápido.
Ya en casa y a la espera de asistir a otra clase a las 20.30 horas una aguardiente blanca sosiega mi espíriru y me abre las puertas de un mundo espiritual inigualable, conformado por mis amigos árabes.
Ya cuando fui a Marruecos caí enamorado de este pueblo, y en especial de sus mujeres. Cuyos esfuerzos de integración en España y Galicia como sociedad de acogida me llenan de satisfacción.
Como experiencia al respecto tengo el haber compartido un Ramadán con una tribu bereber en el desierto del Sáhara, con mi actual ex-mujer Ana.
Si bien es cierto que devoré una barra de lomo que llevaba en la mochila y Alá me castigó con una terrible diarrea que me llevó cagando por todas las dunas de el lugar.

En fin que iré de nuevo a mi clase y procuraré que el aguardiente no hable por mi. Y que bajo su influjo le haga promesas de amor eterno a diez o doce rostros tiznados de carbón.
                                     Kiko Cabanillas.

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