Cuando las Navidades se aproximaban
adquirí un número de la Lotería de Navidad.
Y ya en casa de mis aún suegros y con
la desesperación tallada en mi rostro me dediqué a comprobar si me
había tocado.
Sí, efectivamente, ahí estaba mi
número.
Lo quise comprobar con mi mujer para
ver si me había equivocado...
“Kiko, te ha tocado el gordo”, me
dijo.
Trasferencia a mi banco de A Coruña. Y
surgían amigos por todas partes, la mayoría acababan pidiéndome
dinero.
Tal como siempre tuve en mente doné el
tercio del premio a mi ONG Ecos do Sur y otro tercio a varias ONGs
con las que colaboro desde hace años.
Como capricho me pagué un viaje a
París, donde estuve hospedado en un modesto hotel que estaba situado
muy cerca de los museos. De nuevo quedé fascinado con el Louvre.
Y disfruté de los maravillosos cafés
parisinos.
Ya a la vuelta redecoré mi casa
colocando estanterías para libros en todas partes. Seguiría siendo
lector compulsivo en Bibliotecas Municipales.
Pero ciertamente tener tanto dinero me
causó una ineludible confusión.
Hice lo que llevaba muchos años
deseando hacer: Servir comidas en el Refugio.
Y cuanto más dinero tenía más claro
veía que una mente comunista como la mía se ve en la obligación de
repartir.
Kiko Cabanillas.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario