Cariñosísimas
palabras las de Juan Mariñas quien me presentó diciendo: “Es que
Kiko Cabanillas es Kiko. Y punto”. Estuvieron presentes en el acto
la casi totalidad de compañeras del club de lectura. Así como mi
profesor del taller filosófico Bruno, quien me preguntó por
influencias literarias
Tayib, mi amigo y
profesor de árabe también estuvo, así como mi querida Anabel.
Y no pude evitar
adelantarle la intención que tenemos Tayib y yo de meternos en la
Franja de Gaza.
Asimismo, ayer
asistí en el Sky Bar del hotel Plaza a una charla de Fernando
Ontañón, quien me resultó especialmente interesante cuando dijo
que hasta el final ignoraba cual iba a ser el final de sus novelas. Y
que luego, como una iluminación éste surgía como caído del cielo.
Es exactamente lo que me sucede a mí.
Y es que desde mi
presentación estoy claramente sumergido en la vida de escritor:
Enganchado a la botella y entre charlas y lecturas. Vuelvo a
levantarme a las tres para redactar. Lectura compulsiva. Y como no
Poesia.
Y las
mujeres...Como no la Keka. Y surgió en la charla de Ontañón una
poetisa cuyo nombre no recuerdo, pero cuyos poemas aún resuenan en
mi alma después de que los oyera en el Ágora.
El encantador Juan
Mariñas se me ha ofrecido a ayudarme a llevar por librerías
“Cincuenta Inmigrantes”, que no es de su editorial, Lautana, sino
de Cronos.
Kiko Cabanillas.
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