8 de junio de 2018

Colegio Mayor San Pablo.

Fue para mi la casa que no tenía.
Amigos para toda la vida.
Jugué al rugby, trabajé en la radio.

El primer año, cuando eramos novatos, nos hacían bromas que en ni caso nunca fueron pesadas, porque mi tamaño y mi cara de bestia lo impedía.
También teníamos un laboratorio de fotografía donde aprendí a rebelar fotos.
Me convertí en fotógrafo, oficio que desarrollaría en mi profesión.

Las fotos de mis informaciones siempre las haría yo.

En el colegio San Pablo de novato me alojaría en Residencia para luego pasar a segundo impares..

Recordemos a algunos amigos:
-Gildo: estudiaba en ICADE dos carreras a la vez. Era listo como un rayo. Y jugaba al rugby conmigo. Era salmantino y tragón.
-Tomás: Un chico especialmente sensible. Amante del cine.
-Antonio el Moro: Pequeñito y juerguista. Fumaba porros hasta por las orejas.
-Antonio el Lobo: Buena persona. Abogado que con el tiemo me llevaría mi separación.
-Chemi: Mi querido hermano, a quien una cardiopatía pondría fin a su prometedora carrera deportiva.
Y muchos más.

A mi con el tiempo me acabaron echando del colegio porque tenía un director que era un julandrón.
Y porque yo subía a la habitación a mi novia por aquel entonces y mujer después Ana.
Hacíamos guarradas, como pegarnos mocos el uno al otro. Y escandalizábamos a mi periquito ácrata.

Como yo por aquel entonces me dedicaba a la escalada deportiva tenía todo el cuarto lleno de cuerdas, arneses y demás.

Además para adelgazar y así poder subir practicaba flexiones en los marcos de las puertas y comía verduras que me preparaba en el camping gas de mi cuarto.


Yo acabé viviendo en un piso del barrio ya que como dije me echaron del colegio mayor.

Que manía. Ya me habían echado del Sagrado Corazón de Pontevedra, por rajarle las ruedas del coche al Chano, profesor de inglés.

Y ahora...

La comida del San Pablo era malísima y teníamos en el cuarto jamones, cecina y lomo.

Yo desde el San Pablo preparé mis primeros viajes a países en desarrollo.

Le dijimos a los padres de Ana que nos íbamos a Aranjuez y nos atravesamos el Atlas marroqui.


Estuvimos en las ciudades imperiales y acabamos nuestro romance en Uarzazate, en pleno desierto del Sáhara.
Pero el mejor viaje que he hecho en mi vida fue con Gildo, Chemi, los enanos y David.
Recorrimos la India en tren. Y acabamos en Nepal, donde hicimos un trecking por el Himalaya.
En Calcuta fuimos voluntarios de la madre Teresa de Calcuta.

Yo enfermé en la India de amebiasis hística. Y estuve un año cagando pus y sangre.

Además viajaría por Turquía, en solitario; y por México.

Luego estuve por casi todas Europa y por EEUU.

Viajar se convirtió en mi ocupación fundamental.

Y un parón para hablar de David.
De Salamanca e íntimo amigo de Gildo y los enanos.
Vendría conmigo a la India y tuvo el mal gusto de matarse dos años después escalando en los Alpes.

Era una persona muy inquieta culturalmente.
Yo cuando falleció le escribí el libro “David y Kiko en la India”.

Moncho, el director que me echó del San Pablo, tuvo problemas años después por comprarse un mercedes con cargo a los presupuestos del colegio mayor. Creo que lo echaron.

Era un trepa. Y eso que era cura.

Siempre recordaré cuando trajo de invitado al colegio a Mario Conde, quien como sabéis acabaría años después en la cárcel.

Las fiestas del San Pablo eran un descontrol. Y no hacían más que subir chicas a las habitaciones.

En cuanto a juergas nocturnas salíamos por Malasaña.

Había muchos baretos y pubs muy interesantes.

Conocimos Madrid a fondo.

Aunque yo siempre fui un niño bien con coche, en Madrid nos movíamos sobre todo en metro.

Y yo siempre mantuve una fantástica relación con mi primo Enrique, su mujer Vicky y su hija Amaya, quien con el tiempo se ha convertido en juez.

Mientras estuve en el San Pablo estudié periodismo en el CEU, universidad de niños bien, donde conocí a tu madre Ana.

Me enamoré perdidamente de sus ojos azules.

Y al verla me dije: Me casaré con ella y tendremos juntos a Santi, que eres tu. Bueno y a Julia, tu hermana.

Yo siempre supe que llenarías mi vida Santiago.
Y ahora me tiene tan tan feliz.

No necesito más que tu alegría para vivir.
                         Kiko Cabanillas.

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