16 de diciembre de 2015

-Arde la cocina-

Vino mi hija Julia a pasar unos días desde Madrid, donde vive; a casa: en A Coruña, donde vivo yo.
Como yo iba a pasar el día fuera le dejé instrucciones para cocinar sin problemas. ¡Acuérdate siempre de apagar la vitro!-
El caso es que Julia se dispuso a cocinar, sobre las dos, unos espaguetis.
Todo fue bien hasta que acabó. Y...
¡No, se había dejado un fuego encendido!
Con tan mala suerte que estaba sobre el hornillo un trapo, que no tardó en prender.
El fuego actuó sobre la campana extractora. Y cuando Julia se dio cuenta ya estaba declarado un incendio
Desesperada Julia intentó apagarlo, pero al ver que no era posible trató de llamar a mi mujer por teléfono: No contestaba.
Entonces volvió a entrar a la cocina, pero el espeso humo hizo que desistiese de la tarea de apagar el fuego. Y no sabía el número de los bomberos.
Tras inhalar humo de nuevo calló inconsciente a la puerta de la cocina.
En ese momento Jose, el portero, había subido alarmado por un vecino. Y pudo rescatar a Julia, que fue trasladada al hospital Materno-Infantil.
Julia se recupera sin problemas, pero el piso duplex...

Así pues, Julia si no quieres que ocurra una desgracia acuérdate de apagar bien los fuegos.
Y por favor ten siempre a mano el teléfono de los bomberos y el del hospital.

Mi imaginación es sin duda excesiva, pero así conjuro que nada pueda pasar.
Porque no va a ocurrir lo que yo he escrito horas antes.
¡Destino yo te reto!.

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