Eramos seis activistas sentados en la
parte de atrás de un furgón.
Teníamos cuatro mazas, unas tijeras de
jardinería y un soldador.
Teléfonos móviles de antigua
generación.
Y en cinco minutos llegaría la hora.
Yo, al igual que mis compañeros estaba
sumido en la más profunda abstracción, sin dejar por ello de
atender a mis obligaciones.
Recordaba el día que empezó todo:
Estaba yo en casa trabajando en el ordenador. Cuando de repente:
“Guardar como”: Claro, lo dejaré en el Escritorio.
Y cuando salí de la página fui a ver
mi texto en el escritorio. Y...¡No estaba!.
Descansé un rato. Y...Seguía sin
estar.
Navegué para ver si conseguía
encontrar el texto pero...
Fui a tomar un café y a la vuelta
borré dos archivos sin querer. Histérico, anduve por toda la casa
sin poder sentarme a descansar.
Llamé por teléfono a mi profe Amaia
de informática pero no estaba.
Mi siguiente llamada fue a mi hermano
Javier, que hizo lo que pudo conectándose conmigo vía Skipe, pero
no logró descifrar el problema.
Entonces fue cuando ocurrió: Ni corto
ni perezoso fui al Carrefour y compré una maza de jardinería.
Volví a casa y destroce el monitor, la
pantalla y el disco duro.
¡Qué paz!.
Y descubrí en breve que no era el
único en mi odio a las nuevas tecnologías. Me junté con una
pandilla de naturistas, con los que fui a practicar nudismo a las
islas Cies.
Coloquios, Encuentros...
¡La nueva generación quería volver
al pasado!
Y llegó la hora.
En comisaria tratamos de explicar
nuestra filosofía. Pero nos dijeron que eran varios nuestros delitos
y que nos convenía pagar los destrozos cuanto antes.
¡En fin, unos incomprendidos!.
Kiko Cabanillas.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario