Parapetado tras un árbol, Enesto
Guevara teme que le alcance el ejército boliviano.
Sudor frío y ansias de regresar a
Rosario.
“Soy político, militar, escritor,
periodista y médico. Uno de los líderes ideólogos de la revolución
argentino-cubana. No puedo temer”, se dijo en la selva boliviana.
En esto se acercó un compañero y le
dijo: “Ernesto, soy Belcebú. Y en reconocimiento por tu labor tanto
en el Congo como en Bolivia te voy a ofrecer una salida digna”.
“Tus tropas han sido vencidas y
seréis todos fusilados. Te ofrezco una opción: Tú te matarás y me
brindarás tu alma, que vivirá para siempre entre las fuerzas del
mal”
“A cambio -continuó el diablo-
serás siempre recordado como el icono del movimiento
contracultural”.
“Ideólogo y comandante de la
revolución cubana. Y tu retrato fotográfico de Alberto Korda será
una de las imágenes más reproducidas del mundo tanto en su original
como en variantes que reproducen todas ellas el contorno de tu
rostro”, añadió.
Así acabó la vida de Ernesto, quien
se disparó en la sien tras el pacto acordado con el señor del mal.
Pero según la versión oficial fue
capturado y ejecutado de manera clandestina y sumaria por el Ejército
boliviano en colaboración con la CIA, el 9 de octubre de 1967.
Y episodios oscuros en la vida de
Ernesto Guevara, como el hecho de que fue responsable de varios
asesinatos y un mal ministro de Industria, pasaron al olvido.
Así pues el Che se convirtió en ídolo
indiscutible de la juventud.
Modelo a imitar y personaje y figura a
vender en el mundo capitalista contra el que él tanto lucho.
Dicen que Ernesto le pedía
insistentemente a su nuevo amo que le dejase vivir en el alma de un
campesino boliviano pobre y trabajador. Ya que su espíritu ya
siempre le pertenecería no se podía nergar.
Kiko Cabanillas.
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