Me despierto miro el reloj: 5 a.m..
Estoy en un camastro de la “Salvation Army”, en Kali Kata
(Calcuta). Llevo en Calcuta una semana trabajando de voluntario de la
Madre Teresa de Calcuta.
Es increíble lo bien que huele esta
gente cargados de porquería como van y sin el mínimo de medidas de
higiene.
Yo trabajo de barbero.
Es fascinante para ellos: Alguien de la
casta más baja afeitado por un occidental.
Asimismo, cuidan mucho el que el
ambiente de los locales y casas huela bien. Utilizan para ello unas
barritas que queman y producen olor.
Y luego las sonrisas, los saludos
(“Namasté”). Son un placer estético.
La casta más baja no puede permitir
que su sombra toque a un bramán, pues de lo contrario serían
apaleados.
Y con estas diferencias sociales y esta
falta de derechos fundamentales y libertades públicas, ¿Qué es lo
que tiene la India, que fascina tanto?.
Pues bien, la India tiene espíritu.
Algo que desconocemos en el mundo
capitalista occidental.
Eso mismo que vierten los jazzistas o
los cantaores de flamenco. Lo que transmite el Arte.
Lo que contagia la mirada en los países
en desarrollo.
Lo que posee este país: India, que
tanto cautiva y tan bien huele.
Asimismo, fuimos a Nepal. Allí moran
los niños más bellos del planeta.
La inmensidad del Himalaya.
La naturaleza en estado bruto
Un “sherpa esmirriao” y sonriente
nos llevo a hacer un “treking” por la zona.
Luego de vuelta a Katmandú y de allí
a Nueva Delhi y a España, donde seguí colocado durante años.
Kiko Cabanillas.
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