30 de noviembre de 2016

-Navidades con mi mismidad.

Me instó ayer mi mujer Ana a comprar el billete de tren para Madrid en Navidad.
En un principio le dije que por qué no me lo sacaba ella por Internet, pero al negarse afloraron mis verdaderos demonios: No me apetecía un carajo pasar las Navidades con mi familia política a pocos meses de separarme legalmente. Sí, los niños...
Pero vendría Ana con los niños a pasar Fín de Año a casa, con lo cual renunciaría a mi viaje a la capital. Y tan feliz.
Ayer le pedí a mi alumno Samsun que le recitase por teléfono una poesía de Luis García Montero a mi primo Enrique y luego a mi hermano Javier. Eso es el verdadero espíritu y no la cagada capitalista de Navidad.
Aún así cocinaré un Sargo y beberé albariño. Con aguardiente blanca tras los postres.
Lo lamento por mi hija Julia, quien a buen seguro me echa de menos. Pero se lo explicaré por teléfono y a buen seguro que me entiende.
Al comentárselo a mi hermano Javier me insistió mucho en que pasase las fiestas con ellos, pero respetando plenamente mi opción.
Estaría muy bien con su familia, pero tengo un interés muy especial en celebrarlo con Kiko.
Ventajas de ser un separado.
Mi primo Kikón seguro que se muere de envidia.
Creo sinceramente que es una opción existencial nada despreciable.
¿Qué coño hay que celebrar?. El mundo está hecho una mierda y poco nos importa. Y poco hacemos por arreglarlo.
Sólo hay dos cuestiones que intentaré abordar: Me gustaría pasar unas Navidades con los inmigrantes. Y me gustaría celebrar fin de año fumándome un petardo.
El otro día Kaki me invitó a un par de porros. Y agradabilísimos recuerdos vinieron a mi mente.
Parecerá una tontería pero al día siguiente tuve clase de rehabilitación y mejoré considerablemente. Estoy convencido de que el hachís tiene propiedades neurológicas.
Además independientemente de eso hacía años que no me encontraba tan bien.

Inmigración y costo, bendita mezcla para la cagada navideña.
                               Kiko Cabanillas.

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