Todo parecía muy
sencillo: En tren desde Madrid a Orense. Y de allí a A Coruña en
otro tren.
El caso es que
salí con toda normalidad.
Pero según me
acercaba a Orense el pánico se apoderó de mi.
Solución: Le
diría al revisor que presentaba una minusvalía y que necesitaba
ayuda para hacer el transbordo a A Coruña.
Pero el revisor no
aparecía.
Bien, ¡mejor!. Un nuevo reto.
Pero es que estoy
demasiado nervioso.
Habíamos llegado
a la estación.
La gente vestía
muy bien. Y hablaba...
...francés.
Me fijé en los
letreros y estaba todo en el idioma de Francia.
Me dirigí a un
pasajero pero no me entendió.
No cabía duda
estaba en París.
Qué habría
sucedido. Mi mujer me había acompañado a coger el tren, con lo cual
no había posibilidad de que me hubiese confundido.
Finalmente y ya
más relajado decidí buscar un hotel barato y aprovechar para
visitar el Louvre.
Entonces salí de
mi ensoñación al llegar a Orense.
Desde allí
debería coger el tren a A Coruña.
Me dirigiría a la
salida a ver los carteles luminosos.
Llegué a casa sin
el menor contratiempo y me puse a escribir este relato.
Kiko Cabanillas.
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