12 de enero de 2017

Bajada de pantalones.

Yo era un joven escritor que únicamente escribía para amigos y familia. Publicaba en editoriales baratas de vez en cuando.
Pero en esto que llegó un día en el que mi amigo Jesús me presentó al jefe de una editorial en Ourense, quien me ayudaría a publicar
Fui citado en un piso del casco antiguo.
Entré a eso de las diez de la mañana.
En la entrada había unas cinco personas esperando para ser atendidos.
Todos salían llorando después de permanecer dentro unos veinte minutos.
Me tocó el turno.
Entré y fui objeto de una entrevista en las que me preguntaron por influencias literarias.
Me presenté como gran admirador de la obra de Leopoldo María Panero.
Asimismo, le entregué tres libros míos. Uno de ellos de poesía y dos de relatos cortos.

Me pidió cinco minutos para verlos. Y al acabar dijo: “Tú vales mucho chico. Pero como debes saber los inicios son duros”.

Así es que pasa a aquel cuarto y desnúdate de cintura para abajo.

En el aparador tienes una pastilla de jabón que debes usar para lubricar la zona anal.

No se como accedí, pero al salir comprendí por qué todos salían llorando.

“Te llamaré”, me dijo al tiempo que se limpiaba el pene con una toallita.
                       Kiko Cabanillas.



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