Yo era un joven
escritor que únicamente escribía para amigos y familia. Publicaba
en editoriales baratas de vez en cuando.
Pero en esto que
llegó un día en el que mi amigo Jesús me presentó al jefe de una
editorial en Ourense, quien me ayudaría a publicar
Fui citado en un
piso del casco antiguo.
Entré a eso de
las diez de la mañana.
En la entrada
había unas cinco personas esperando para ser atendidos.
Todos salían
llorando después de permanecer dentro unos veinte minutos.
Me tocó el turno.
Entré y fui
objeto de una entrevista en las que me preguntaron por influencias
literarias.
Me presenté como
gran admirador de la obra de Leopoldo María Panero.
Asimismo, le
entregué tres libros míos. Uno de ellos de poesía y dos de relatos
cortos.
Me pidió cinco
minutos para verlos. Y al acabar dijo: “Tú vales mucho chico. Pero
como debes saber los inicios son duros”.
Así es que pasa a
aquel cuarto y desnúdate de cintura para abajo.
En el aparador
tienes una pastilla de jabón que debes usar para lubricar la zona
anal.
No se como accedí,
pero al salir comprendí por qué todos salían llorando.
“Te llamaré”,
me dijo al tiempo que se limpiaba el pene con una toallita.
Kiko Cabanillas.
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