Era un día lluvioso en A Coruña, salí
de casa después de desayunar, leer la prensa en Internet y ducharme.
Fui a comprar el pan, haciendo una excepción pues mi régimen no me
permitía comer este producto.
Mi mente estaba como el día: Turbia.
Me dirigí a “Xeito” donde otras
veces ya me había atendido Rosa.
“ Le interesa sacar nuestra tarjeta
de cliente, hacemos grandes descuentos”
Para mi aquello fue como una
declaración de amor.
Ella me quería de cliente.
“Por supuesto que me interesa”,
contesté.
Y a partir de ese día volví a comprar
pan todos los días e incluso cruasanes para el desayuno.
Yo iba ansioso todos los días a la
citada panadería. Y esperaba...
Hubo un días que incluso me dijo:
“Buenos días, como está usted”.
Iba camino de la panadería y pensaba:
Hoy sin falta me declaro y le propongo el matrimonio. Yo creo que
tengo posibilidades. ¿Y si tiene novio?.
Pero al llegar a “Xeito” la idea se
me iba de la cabeza.
.”..Y ella dejará de trabajar.
Viviremos de mi pensión. Y será toda entera para mí.
Tendremos hijos y se parecerán a mí,
con sus hermosos ojos.
Ella podrá estudiar y cuando esté
altamente cualificada podrá incluso trabajar”.
Una baguete y dos cruasanes, por favor.
Heredaré, entonces tendremos una
situación económica desahogada y podremos irnos a vivir a Combarro,
donde compraremos una chalet. Allí ella trabajará “on line” y
yo podré seguir escribiendo. Todo será perfecto.
Ese día se lo diría: Estaba decidido.
Y cuando se acercó a mí para atenderme sin pensármelo dos veces le
espeté: “Tienes pan sin sal. Es que estoy a régimen".
Kiko Cabanillas.
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