21 de enero de 2016

“Stop”. Pontevedra

            Treinta años después volví a pasar por el bar “Stop”. Milagro: Seguía existiendo.
“¿Siguen ustedes teniendo bocadillos de calamares?”. “Claro, a veinte euros”.
“Un bocadillo y una estella, tercio”.
No habían cambiado, tardaron una eternidad en servirlo.
El primer bocado que le dí me hizo rememorar cuando unos adolescentes rojos y nacionalistas frecuentábamos el lugar, hace una eternidad.
Cerca del bar estaban “los tubos”, de hormigón, donde íbamos a beber vino de pasa y a fumar costo, (hachís).
Íbamos toda la pandilla al Instituto Sánchez Cantón. Y cuando “copábamos” (hacer pellas) quedábamos en la Cruz (de la Alameda), donde Carlos tocaba la guitarra (“Cuando tengo tabaco todos vienen a mí...”).
Cerca de la Alameda estaba también la parada del trole a Marín, que cogíamos ocasionalmente para ir a ver pelis porno a Marín.
Cada cierto tiempo pasaba cerca la Cruz Pili, que estaba buenísima. Y que salía con un “yonquie”. Le decíamos todo tipo de obscenidades. Yo incluso le tocaba el culo en la cuesta de entrada al istituto (de lo cual me arrepiento sobre manera).
A veces también me juntaba con Caride y el Nanas. El primero vivía en una casa muy humilde debajo del puente de la Barca. Y el Nanas era brasileño y mulato.
En la Cruz diseñamos un plan para pirarnos de casa. Trabajaríamos de lo que fuera y llevaríamos una mochila de marigüana.
Tras la ingestión masiva de vino de pasa y porros íbamos a Gólope, a cuya puerta estaba Pirri, que nos hacía la vida imposible. En señal de protesta siempre le dejábamos alguna “pota” a la entrada.
Cuando conseguíamos entrar sin pagar rematábamos la “mierda” fumando más, y raramente consumiendo alguna “birra”.
Cuando estabamos colocados siempre cantábamos el Himno Galego.
Y allí en el centro de la pista se colocaba el “heavy” o “Patoso” (por sus habilidades nulas para coordinar movimientos deportivos). Acabó con Sida y tirándose por la ventana de su casa.
El Sida asoló nuestra generación (por vía parenteral). También fallecieron de este mal los dos hermanos de Carlos, quien compartía conmigo ser familiar de pudientes. El era nieto Filgueira Valverde y yo hijo de un conselleiro.
Los fines de semana y en verano íbamos a la playa a Marín (en trole) o a Sanxenxo.
“Pontevedra boa vila, da de beber a quen pasa”.

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