Todo comenzó en las fiestas navideñas
del 2015 en Madrid con mi familia política.
Mi mujer me regalo un Ipad, que en
principio no me gustó mucho porque yo quería un candado para la
taquilla del gimnasio Aunque tras usarlo desde A Coruña para
comunicarme con mis hijos, me cautivó toralmente “Además un
candado cuesta 20 euros”, me comentó una de mis cuñadas.
En todo caso me compraron un candado
para Reyes.
El romance tecnológico se inició uno
de tantos días que me desperté a las cinco de la mañana.
Sin intención de comunicarme con nadie
pero movido por la curiosidad encendí mi Ipad Y cual fue mi sorpresa
cuando “ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ, Hola Kiko, ¿Cómo estas?”. Era mi
abuelo Pedro.
No puede ser si tú habías muerto hace
años.
“No te asustes también en el Más
Allá nos actualizamos en nuevas tecnologías”.
“Pero espera
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ”.
Y allí estaba mi otro abuelo José
María -también fallecido-, el padre de mi padre. Magistrado.
Pedro, ferretero de oficio, me presentó
a su novia, una jovencita a la que por lo menos llevaba cincuenta
años: Loli.
Acto seguido ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ
tomó la palabra José María, quien me contó que los dos abuelos se
habían conocido en el cielo. Y que, entre Barbadillos habían
participado en los Carnavales de Cádiz.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Verás
Kiko soy un travesi. Y aquí no llamo la atención disfrazado de
mujer”.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Sí lo sé
mucho cuidado con el Sida. Pero uno no se puede morir dos veces,
tranquilo”.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Es una
loca”, afirmó Pedro entre risas.
“Pues bien que te lo pasas conmigo
granuja”, señaló José María.
Acto seguido los dos abuelos me
hablaron de sus hijos, mis padres. Javier padre era muy trabajador y
llegaría lejos. Y Mari Paqui era excesivamente sensible.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZRRRRRRRRRRRRRRRRPPPPPPPPPPPPPPPPPPP
TERMINADA LA CONEXIÓN.
Ya eran las 6,50 y desde ese día
escribí mucho mejor porque
la magia había nacido en mí.
Kiko Cabanillas
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