Fuimos Jacobo y yo
a pillar.
En un bar cerca de
la Renfe.
Pedimos medio
huevo de costo y nos lo pasó la dueña de tapadillo.
Era una dominicana
afable y con una belleza a la que han traicionado los años.
Jacobo me confesó
que ya estaba medio fumado,
pues había
consumido en casa,
mientras hacía la
limpieza.
Me entraron unas
ganas locas de fumar haciendo la limpieza.
Quedamos en mi
dúplex para el fumeteo.
María nos había
hecho una tortilla y preparado un queso con anchoas.
Yo había ido al
gimnasio para tener los pulmones abiertos,
y así
especialmente receptivos al costo.
Sólo llegar nos
fumamos un “mai”.
Yo,
increíblemente, me acordaba de liar,
aunque eran mucho
mejores los porros de Jacobo.
Fumamos en el
tresillo del salón.
El chocolate era
fantástico
Subía de
inmediato
El espíritu
adormecido.
Yo pensaba
escribir cuando se fueran mis invitados,
pero no fui capaz.
Jacobo y Estrella
viven en Pocomaco.
Después de los
tres porros que fumamos,
yo quería que se
fueran en taxi.
Me ofrecí a
invitarlos y que los llevara José.
Pero no quisieron y
se fueron en autobús.
Eché de menos
algo de dulce.
Ya no recordaba el
apetito que abre el hachís.
Miedo pasé al
recordarme Jacobo que
le había dado un
ictus recientemente.
“¿No
te dijeron nada
del fumeteo de
hachís?”, pregunté.
“Sí,
pero … ¿que me iban a decir?”.
“Pues
que no fume, claro”.
“Que
no es sano y que en mi condición no me conviene...”.
“Ni
puto caso. Yo soy un escritor toxicómano”.
El subidón fue muy placentero.
Me relajó y me
trabo la lengua.
Con el chocolate
falla la memoria reciente. Y los discursos se hacen realmente
surrealistas.
Estuvimos hablando
con nuestra camello camarera
de Valencia, del
“Aquarius.
Viaje frustrado
tanto para Jacobo como para mi,
que ya teníamos
la mochila hecha.
Nos falló un cura
de los Salesianos,
que no consiguió
los permisos,
Nos dijo que igual
en quince días
tendría la cosa
solución.
Pero ya ante tanto
mareo decidimos no ir. Con la iglesia hemos topado.
Era una ocasión
para compartir con Jacobo labor humanitaria y porros.
Los dos somos
profesores de español para inmigrantes
con la ONG Ecos do
Sur. Y los dos quedamos jodidos por lo de Valencia.
No recordaba haber
dormido tan bien desde hacía años.
La paz me embargó
el alma.
Además el costo
no deja resaca. Es prodigioso.
El chocolate sigue
tomándose con cerveza,
por lo que ni
siquiera hay resaca de alcohol.
Ya estoy
calculando el día que voy a hacer limpieza doméstica colocado.
De fondo Camarón
de la Isla
José Meneses.
Y Enrique de
Melchor.
Aunque también
sería fabuloso el programa de jazz que tanto
le gusta a
Enrique.
Y hoy para limpiar
iré a la casa del
agua.
Lleno de orgullo
digo:
“Yo
no fumo. Sólo porros y puros”.
La gente de ríe.
Kiko Cabanillas.
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